La Resistencia, los Anonymous de Cuba: «para nosotros esto es una guerra»

    Los hackers son los antihéroes de estos tiempos. Esconden sus identidades detrás de un ordenador, y cuando se muestran lo hacen con una máscara de Guy Fawkes y la voz distorsionada. Ceros, unos y conexión a Internet les bastan para causar importantes fugas de información y, a menudo, desastres de magnitud insospechada. No tienen país, pero sí bandera: la de un sujeto que por rostro lleva un signo de interrogación. Como los habitantes de Fuenteovejuna, responden a un único nombre: «Anonymous». En, Cuba, sin embargo, son conocidos como «La Resistencia».

    En la mañana del 25 de febrero de 2024, los usuarios que entraron al sitio web de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos de Cuba se sorprendieron al encontrar fotografías que mostraban escenas de violencia policial en la isla y varios carteles que exigían la liberación de los presos políticos del régimen. Previamente, las autoridades cubanas, que elogiaban las MIPYMES como actor decisivo en sus planes de reconstrucción de la economía nacional, se enteraron de que había sido hackeada, y hecha pública, la base de datos del Registro Central Comercial. Apenas unos días antes, 14 GB de datos pertenecientes al Ministerio de Turismo, que contenían las quejas de clientes hospedados en los hoteles de Sol Meliá, fueron robados y puestos a disposición de todos los usuarios de la red de redes. Detrás de cada uno de estos hechos —y otros similares— está La Resistencia.

    Tardaron una semana en responder la petición de entrevista solicitada a través de su perfil en X. Supuse que preferían no hablar, que evitarían exponerse de cualquier forma. Pasados unos días, me contactaron mediante una cuenta anónima de Telegram.

    Durante nuestros intercambios, mi interlocutor —o mis interlocutores— fue meticuloso; ni el más mínimo indicio sobre las identidades detrás de La Resistencia. «Estábamos verificando información sobre usted. No tenemos mucho tiempo, pero vamos a dar la entrevista», dijo. En rigor, se trataba de una única voz que, distorsionada con algún programa de ordenador, jamás abandonó la primera persona del plural.  

    DAA: ¿Qué es La Resistencia Cuba?

    LR: Nos hacemos llamar de esa manera por lo que la palabra significa y por las actividades que realizamos desde el área de la seguridad informática en la lucha contra la dictadura. Simplemente somos un grupo de cubanos con conocimientos en esta área que decidimos dedicar algún tiempo, o mucho tiempo, a ayudar en la lucha contra esa dictadura cruel. Damos lo que sabemos hacer y no podemos quedarnos de brazos cruzados con lo que está pasando en nuestra isla.

    Supongo que se lo pensaron para dar esta entrevista.

    En realidad, queremos hacer esto lo más público posible. Tenemos la gran dificultad de que pocas personas nos acompañan en este tipo de actividad, y por eso agradecemos esta entrevista. Contamos con muchísima información, hemos vulnerado varios servidores, pero tenemos poca visibilidad.

    Sin embargo, tienen un perfil en X desde donde difunden cada una de sus acciones y la información que extraen a las instituciones del régimen.

    Justo comenzamos el trabajo en redes para hacer público nuestro trabajo. Lo hicimos en X porque no tenemos mucho tiempo para estar escribiendo en las redes sociales. Además, ese no debiera ser nuestro trabajo, y lo hacemos de una manera que no es la más óptima. No somos comunicadores ni tenemos tantos seguidores y, lamentablemente, este tipo de acciones, que son fundamentales, no son muy visibles. Pero esperamos que en un futuro las personas, y los cubanos principalmente, puedan hacerse eco y saber lo que hacemos.

    ¿Se consideran los Anonymous de Cuba?

    Todos sabemos lo que significa «Anonymous»: es una manera de hacer activismo antisistema desde el anonimato. Si seguimos por esa línea, nosotros podemos considerarnos parte de ese movimiento y decir que somos Anonymous en Cuba. Pero no somos una organización física. Todos pueden ser Anonymous, aunque creemos que se ha prostituido un poco esa palabra. Nosotros lo somos porque tenemos que mantenernos en el anonimato, pero no creemos que sea importante clasificarnos así.

    ¿Ustedes han operado alguna vez en asuntos que no tienen que ver con la isla?

    Sí. Por ejemplo, hemos ayudado a capturar cámaras web a inicios de la invasión rusa a Ucrania, cámaras en ciudades ucranianas de donde hemos sacado información para una organización de derechos humanos que no podemos nombrar, para que tuvieran información de los crímenes cometidos por Rusia durante la guerra. También hemos participado en acciones en África.

    Pero estamos enfocados en lo que hacemos en Cuba, que para nosotros no es nada ilegal. Nosotros consideramos que estas acciones contra la dictadura son en defensa propia. No son ilegales, porque ilegal es esa dictadura desde hace muchísimos años.

    Sé que quizás no quieran responder a esto, pero me voy a aventurar: ¿Cuántos son? ¿Desde dónde operan?

    Solo podemos decir que entre los miembros de La Resistencia no nos conocemos. Para nosotros esto es una guerra, y en la guerra no se dice cuántas tropas se tienen. De hecho, todo se trata de esconder bien las tropas. Pero diremos que somos algunos, que estamos dentro y fuera de la isla, que tenemos varias personas ayudándonos, pasándonos información. Sin embargo, quisiéramos que fueran más, porque sabemos que existen muchísimos administradores y programadores dentro de Cuba que pudieran ayudarnos en este tema sin tener que buscarse algún problema. Podemos hacer cosas juntos, molestar al régimen y mostrarle al mundo lo que pasa en Cuba en el área de la seguridad y la vigilancia informática. Hay millones de maneras de ayudar y mantener el anonimato. Nunca vamos a ser suficientes.

    ¿Por qué un grupo de personas con este tipo de conocimientos decidió formar una organización como La Resistencia?

    Comenzamos por patriotismo y, como decíamos antes, en defensa propia. No podíamos quedarnos de brazos cruzados sabiendo lo que pasa en nuestro país. Nos parece que no puede haber ningún cubano que sea indiferente a las cosas que pasan dentro de la isla. No obstante, desgraciadamente, sí hay cubanos a los que no les importa esto. Pero nosotros no podíamos mirar a otro lado.

    Tenemos ciertos conocimientos de informática y sabíamos que podíamos hacer algo contra el régimen. Sabíamos también que estas cosas pueden no tener mucha repercusión porque, al final, aquello es una dictadura y hay muy pocas cosas a este nivel que pueden desencadenar algo importante. Además, a quienes gobiernan en Cuba no les importa nada, no cumplen con las leyes internacionales. Han pasado cosas gravísimas en la isla, y siguen exactamente en el mismo lugar. La nuestra es una manera más de luchar, de aportar algo en la resistencia contra el régimen. En una democracia ya hubieran pasado muchas cosas, ya hubieran dimitido, o hubiera actuado la justicia. Pero en una dictadura eso no pasa. Lo menos que podemos hacer es filtrar informaciones, y quisiéramos que estas se utilicen.

    ¿Ese anonimato se debe al temor a posibles represalias de la dictadura?

    No tenemos miedo de la dictadura en sí. Sin embargo, generalmente, lo que hacemos se considera ilegal. La dictadura no haría nada contra nosotros directamente de saber nuestras identidades, pero se trata de una mafia que tiene sus tentáculos en el mundo y podría denunciarnos en cualquier lugar en el que estemos.

    Para unos, el hacker es un héroe. Para otros, un villano, un ciberterrorista…

    Ciertamente, la figura del hacker es compleja: somos héroes y delincuentes a la vez. En este caso, en que todo lo hacemos contra una dictadura, podemos decir que, al menos, lo que hacemos no es ilegal. Actuamos por nuestro país.

    Pero, como en toda guerra, siempre hay daños colaterales, ¿no?

    No buscamos hacerle daño a la gente. De hecho, tenemos un límite, y es no afectar al pueblo. Desgraciadamente, hay personas que están en la línea de fuego y pagan ciertas culpas. Cuando realizamos una acción, el régimen no se culpa a sí mismo o a su atrasado sistema de seguridad digital, sino a los administradores y programadores de esas plataformas. En las dictaduras la culpa siempre es del otro, y no tenemos cómo evitar ese problema. Pero siempre tratamos de no afectar al pueblo. Podemos hacer acciones con códigos malignos, con virus, pero preferimos no realizarlas si sabemos que van a afectar a personas inocentes.

    ¿Han intentado atacar los fondos del régimen y su élite?

    No somos Robin Hood, ni podemos quitarles dinero para dárselo a la gente. Esa posibilidad no la tenemos. Y no es que no queramos. Pero sucede que en las plataformas del régimen no hay dinero. La dictadura se las arregla para que su dinero no esté dentro de Cuba, lo guarda con sus testaferros y sus empresas fantasmas. Justo en eso nos hemos enfocado en los últimos tiempos, porque ese es el punto vulnerable de una dictadura como la cubana.

    Pero no hay mucho que hacer en este sentido. Los negocios de la élite están, sobre todo, en Miami y Panamá, y en menor medida en España y algunos países de Sudamérica. Sabemos que debemos escalar a ese nivel. Conocemos los riesgos y los problemas en los que nos podríamos meter, pero, si queremos seguir en la lucha, tenemos que pasar a otro nivel.

    Incluso dentro de la isla pensamos en escalar un poco nuestras acciones, porque, al final, lo que hacemos es atacar algunos servidores que se dedican a la propaganda comunista. Es decir, nuestras acciones son limitadas. A veces desfasamos una página web y le ponemos algún escrito contra el régimen, como hicimos semanas atrás con la de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos. Cuando hacemos eso, solo queremos que la gente lo tome como un acto simbólico y político, equivalente a pintar un cartel de «ABAJO LA DICTADURA» por la Plaza de la Revolución. Pero, en realidad, no tiene más efecto que ese. El régimen se da cuenta de lo que hicimos y rápidamente saca el servidor de la red.

    ¿Qué tan complicado es penetrar la seguridad informática del gobierno en Cuba?

    La seguridad informática del país es un desastre. Cualquiera que se dedique un tiempo a revisar las plataformas web y los servidores cubanos se dará cuenta de la magnitud de ese desastre. Es casi un campo de entrenamiento para cualquiera que quiera aprender sobre el tema o desarrollar técnicas y probarlas, porque es muy mala, con tecnología súper atrasada, plataformas sumamente antiguas y sin actualizar.

    No obstante, la dictadura tiene el control de todo y dedica cada vez más esfuerzo a cerrar las redes, y cada día es más difícil entrarles, a no ser que sea desde dentro de Cuba. Además, existen muy pocos servicios digitales y eso hace que sea difícil atacar. Donde más se ataca, donde más posibilidades de éxito hay, es en las plataformas en que existe una interacción con los clientes, pero esos servicios digitales en Cuba son mínimos.

    Por otro lado, las personas están un poco engañadas por los videos y las películas que ven sobre los hackers. No es tan fácil para los hackers encontrar vulnerabilidades, y a veces solo extraen información y la divulgan, especialmente los Anonymous.

    Puede haber quien los catalogue como cibercriminales; sin embargo, el régimen vulnera constantemente los derechos digitales de los cubanos…

    Así es. El control que tiene sobre las personas desde la tecnología es total. Hay un solo proveedor de internet, que es ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba), y toda la información pasa por ahí. Por eso la dictadura tiene el tráfico de cada uno de los ciudadanos, de absolutamente todos. En el momento en que los represores quieran dedicarse a controlar y vigilar a alguien específico, lo pueden hacer. Ellos cuentan, además, con el famoso Gran Cortafuegos chino, y otros sistemas similares al Pegasus o los de la NSA (National Security Agency), que pueden procesar infinidad de conversaciones, SMS o de emails por segundo, y consiguen cruzar esos datos y obtener información importante, a partir de patrones, sobre lo que sea que quieran saber.

    Quisiéramos hacer una aclaración para todos los que están dentro de la isla: están completamente vigilados. No se dejen engañar por las VPN, porque existen algunas de la propia ETECSA que te hacen creer que están encriptando los datos que están en el túnel, pero al final la VPN termina en un punto que es de la dictadura, por tanto, ven todo lo que estás haciendo. Por supuesto, hay VPNs que no tienen este problema, pero aconsejamos que no se confíen, porque el régimen tiene el control absoluto de sus dispositivos y sabe exactamente dónde están, tienen bajo su dominio todas las tarjetas SIM. Eso hace que el anonimato sea muy difícil dentro de la isla.

    ¿Han recibido alguna vez un contraataque?

    Sí. Nuestra cuenta de X, por ejemplo, está constantemente monitorizada. Lo sabemos porque cuando realizamos alguna acción demoran muy poco tiempo en sacar los servidores de la red. También hemos detectado a varios de esos personajes de la Seguridad del Estado que conocemos por «ciberclarias» intentando infiltrarse, haciéndose pasar por gente que quiere ayudar y pidiéndonos nuestras bases de datos, enviándonos información falsa y dándonos configuraciones de VPN para poder entrar a Cuba. En fin, tratando de usar nuestras propias armas para engañarnos.

    Nosotros somos bastante reservados y tenemos experiencia en esta área. Cuando tratan de infiltrarse, lo resolvemos rápido. Basta hacerles a los infiltrados algunas preguntas más técnicas, ponerlos a resolver algún tipo de reto —cualquiera que se dedique a esto sabe de lo que hablamos— y ya sabemos lo que son por las soluciones que dan. Algunos de nosotros sabemos el nivel que tienen los muchachos de la UCI (Universidad de Ciencias Informáticas). Y la mayoría de los que intentan infiltrarse vienen de ahí o del Xetid, que también está integrado por muchachos de la UCI. A veces nos da gracia ver cómo esa gente que busca burlarnos después está en Estados Unidos o cruzando fronteras. Eso sucede y es algo muy absurdo. De ellos nos cuidamos mucho, aunque, claro, cualquier cosa puede pasar.

    Y quienes no son «ciberclarias», ¿cómo podrían colaborar con ustedes?

    Todo el que tenga conocimientos en esta área, o no, pero que quiera ayudar, lo puede hacer. Cualquier cosa puede ser útil: pueden brindarnos una contraseña o una credencial para entrar a un sistema. Esas cosas nos hacen el trabajo mucho más fácil. No se trata de ser hacker, ni de quién es el mejor en esto, sino de hacer algo contra el régimen, de mantenerlo ocupado, de joderlo, de devolverle un poquito de lo que hace con nuestro pueblo constantemente. Así que quien tenga información puede colaborar.

    También tienen a su disposición nuestra cuenta de X. No somos comunicadores, así que no siempre brindamos la información de la mejor manera, aunque tratamos de no ser técnicos. Pueden utilizar los datos que ponemos allí para todos. El año pasado vulneramos toda la estructura de Sol Meliá Cuba y tenemos 14 Gb de correos con denuncias de clientes sobre la infraestructura hotelera cubana. Además, vulneramos el sistema Bienestar, del Ministerio de Justicia y al Ministerio de Finanzas y Precios. En este último caso, los funcionarios de la institución hasta organizaron un mitin de repudio contra el ataque. De momento, podemos decir que trabajamos en muchas otras acciones.

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    Darío Alejandro Alemán
    Darío Alejandro Alemán
    Nació en La Habana en 1994. Periodista y editor. Ha colaborado en varios medios nacionales e internacionales.
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