Güines, entre la esencia y el descenso

    La villa de Güines, fundada en 1769 bajo el nombre de San Francisco Javier y San Julián de los Güines, fue uno de los principales centros beneficiados por la expansión de la industria cañera a finales del siglo XVIII e inicios del XIX. 

    En las amplias llanuras cercanas al poblado vieron la luz algunos de los ingenios más importantes de aquellos años en relación con su productividad y el número de sus dotaciones de esclavos, entre los cuales se encontraban Las Ninfas, La Alejandría o Providencia.  

    La enorme productividad de estas fábricas convenció rápidamente a las esferas de poder en la isla de que la caña de azúcar era un negocio altamente rentable y por ende un camino viable para el futuro económico de los terratenientes de la región. 

    Personajes de conocida importancia en la historia nacional como Francisco de Arango y Parreño y el Capitán General de la isla Luis de las Casas fueron propietarios de grandes extensiones de tierras dedicadas a la explotación cañera en los alrededores de las llanuras al sur de La Habana, lo cual propició la vertiginosa prosperidad económica de la villa de Güines.  

    En un informe al Real Consulado del 6 de noviembre de 1797 aparece, refiriéndose a la llanura güinera: «Esta es la tierra, este es el sitio donde todo lo ha reunido la naturaleza para sembrar cañas y fabricar azúcar». 

    Doscientos años después, Güines resulta un pueblito venido a menos, sin cañas ni azúcar, poco a poco olvidado y abandonado, tanto por los jóvenes que emigran como por la administración y el relato nacional. Un lugar que vive de sus antiguas glorias, cada vez más lejanas.  

    Yo nací y crecí en ese pueblo hasta que comencé a estudiar en la Universidad de La Habana. Lo he seguido visitando con cierta frecuencia, cada dos o tres meses, lo cual me ha permitido documentar mediante el ejercicio fotográfico cada rincón de ese trozo de tierra ahogado por la nostalgia. 

    Cada una de las fotografías que conforman esta serie reflejan zonas cercanas, muy conocidas por mí; son pedazos de mi historia y por ende me siento con el poder y la necesidad de hablar sobre ellas, de reflexionar y juzgar.  

    Desde el busto de Martí rodeado de vegetación cercano a mi antigua escuela primaria hasta la estación de tren en ruinas de lo que fue uno de los primeros tramos ferroviarios del país, estas imágenes hablan de la decadencia, y no solo en el sentido económico, sino también moral y espiritual. 

    Son imágenes que documentan el fracaso de un proyecto socioeconómico, de un pueblo que se encuentra entre la esencia y el descenso.  

    *Las imágenes que se muestran constituyen un fragmento, una selección dentro de un cuerpo de trabajo mayor (en proceso) de fotografías realizadas en el pueblo de Güines, actual provincia Mayabeque, durante los últimos dos años. 

    (Fotografías y statement artístico de Kevin Sánchez, Kesape).

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