Por su puesto, el apagón masivo —sin precedentes dadas sus dimensiones en un país donde los cortes eléctricos son un mal crónico desde hace décadas— dejó innumerables experiencias íntimas, a menudo dramáticas, o farsescas, que ilustran mejor la oscuridad de estas jornadas en Cuba.
Nunca se ha reconocido un final oficial del Período Especial en Tiempos de Paz. Creo que ha sido, precisamente, porque nunca hemos salido de él. De hecho, aunque con diferentes epítetos eufemísticos, hemos seguido deslizándonos por la pendiente de la pobreza.
«Intento convencerme a mí mismo de todo esto para encontrar paz en este duelo que estamos viviendo, pero que es parte del proceso hacia la resolución de lo que ya no tiene nombre».
Las luces se apagan, los ventiladores se detienen y los televisores y equipos de música enmudecen y cortan el sonido a media nota. Los backup de los ordenadores de mesa empiezan a pitar y avisan que el respaldo se agota. El silencio lo cubre todo. Si el apagón llega en medio de la noche, puede escucharse a lo lejos alguna que otra exclamación de furia, y si se alarga demasiado, oyes los inconfundibles golpes de cazuelas.
A los cinco años, Lino era capaz de levantar mucho peso, más que cualquier otro niño de su edad, y a los siete, dice, contaba con la fuerza suficiente para arrancar con sus manos una ventana o quebrar una mesa de madera con los puños. Por entonces dejó de golpearse el cuerpo con un palo de escoba para hacerlo con un martillo, y probar así sus límites.
La curaduría independiente en Camagüey no es una tarea fácil. En diez años he podido concretar solo unos pocos proyectos. El ambiente de la provincia es lento y cerrado. Decía Thomas Merton, exagerando, pero con razón, que en Camagüey la gente se iba a dormir a las nueve de la noche.
Por su puesto, el apagón masivo —sin precedentes dadas sus dimensiones en un país donde los cortes eléctricos son un mal crónico desde hace décadas— dejó innumerables experiencias íntimas, a menudo dramáticas, o farsescas, que ilustran mejor la oscuridad de estas jornadas en Cuba.
Es casi unánime la opinión de que el colapso eléctrico ocurrido en Cuba a partir del 17 de octubre —que paralizó al país en toda su extensión y sumió en las tinieblas a una población ya extenuada por innumerables penurias— sería un síntoma extremo de la crisis multidimensional, endémica que enfrenta la isla desde hace más de 30 años.
Desde las 11:07 de la mañana del 18 de octubre, la isla sufre el apagón masivo más extenso y sin precedentes en la historia de la crisis energética que padece desde hace más de 30 años.