El Cobre y sus masones

    Llamémosle Pedro. Nuestro personaje no quiere revelar su nombre, pero quiere contar su historia. Dice que no quiere causar dolores de cabeza a sus abuelos. Sus abuelos son comunistas y no saben que este domingo, 17 de marzo, él obedeció el llamado de los calderos de cocina que convocaron a la gente del poblado minero de El Cobre, en Santiago de Cuba, a salir de sus casas y sumarse a las protestas que habían iniciado a mitad de la tarde vecinos del reparto Veguita de Galo, a unos 20 kilómetros de allí, para demandar comida y corriente al gobierno de Miguel Díaz-Canel.

    Pedro insiste en que no se trata de miedo sino de cuidar a sus abuelos. «Amén de su ideología, ellos son mis abuelos y yo los quiero con la vida, y son personas buenas, que me han ayudado muchísimo, pero ya esa doctrina no se las quita nadie. Hay que quererlos así». No lo menciona, pero ambos sabemos que exponer su identidad ahora también colocaría en riesgo su libertad.

    Ir a la cárcel en Cuba puede ser tan aleatorio como ganar la lotería, con la diferencia de que aquí no hay premio sino castigo. Cualquier hijo de nadie que se manifieste en contra del régimen castrista, sea en la calle o en redes sociales, puede caer en esa rifa. Es difícil saber si te va a tocar o no.

    De acuerdo con la base de datos de Justicia 11J, muchas de las 800 personas que permanecen encarceladas en el país por protestar, desde el estallido social del 11 de julio de 2021 hasta la actualidad, no fueron detenidas en el momento sino días e incluso semanas más tarde. Algunas pensaron, cuando la policía apareció en sus puertas, que mantendrían una conversación amigable y volverían a casa enseguida.

    Pero Pedro quiere que el mundo se entere de que El Cobre no es apenas el pueblito minero con cerca de 18 mil habitantes que acoge uno de los principales destinos de peregrinación del país: el Santuario de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba. El Cobre, desde el 17 de marzo, es también un lugar que se cansó de mentiras y miserias y, por primera vez desde que él tiene memoria, en sus treinta y tantos años, tomó las calles y protestó contra del gobierno.

    «Esto que pasó aquí fue histórico. Nadie se lo esperaba. El Cobre siempre ha sido considerado un pueblo temeroso de la autoridad, que se queda callado, un pueblo aguantón.» Ahora ya no. Pedro siente que este 17 de marzo, El Cobre se enmendó por no haberse lanzado a protestar en julio de 2021 y acompañar a las decenas de pueblos y ciudades de la isla que salieron a buscar un cambio. «La gente perdió el miedo» y «ese cartelito de que el cobrero es temeroso a la autoridad, se derrumbó». 

    Pedro estaba en casa de sus abuelos cuando escuchó los calderos sonar en la calle. Eran cerca de las siete y media de la noche. Hacía pocos minutos la electricidad había regresado luego de un apagón de seis horas. Al principio, pensó que se trataba de una bronca, pero enseguida escuchó a sus vecinos gritar: «se tiraron, se tiraron, se tiraron pa’ la calle», y él no pudo quedarse en casa.

    «Si yo me quedaba dentro, después al otro día iba a tener un cargo de conciencia conmigo del carajo. No me iba a perdonar eso. No me iba a perdonar eso. No me iba a sentir bien y tuve que hacerlo.»

    Los cobreros no salieron por las seis horas de apagón de ese día, sino por todas las horas de apagón de los días anteriores y por los que, muy probablemente, seguirán. El mismo martes 19 de marzo hubo otro corte de electricidad desde la una de la tarde hasta las siete, aunque Pedro dice que la luz apenas dura hasta las once de la noche, ahí la interrumpen y no la vuelven a poner hasta las tres de la mañana. «Y así sucesivamente. Yo no sé desde cuándo no hay un día que no se haya ido la corriente. Ya me olvidé el último día que no quitaron la corriente.»

    Lo único que salvaba a El Cobre de los apagones, explica, era el Hospital Clínico Quirúrgico Ambrosio Grillo Portuondo, que contaba con una planta eléctrica defectuosa que fallaba a cada rato, y mientras la planta fallaba, no cortaban la electricidad al poblado. Pero, para desgracia de los cobreros, parece que la planta ya funciona bien o la cambiaron. 

    Las demás comunidades del país que salieron a protestar el pasado domingo, en las provincias de Granma, Matanzas y Guantánamo, contagiadas por la rebeldía y el coraje de Veguita de Galo, tienen en común ese mismo sufrimiento. A pesar de los esfuerzos de la Seguridad del Estado por sabotear el acceso a Internet, el flujo de información y las comunicaciones, pocas informaciones en la isla burlan tan bien y rápido el cerco de la censura como las noticias de protestas. 

    Cada movilización se recibe como una chispa que la gente enseguida quiere aprovechar para encender de una vez y para siempre el fuego de la libertad. Junto con los gritos de corriente y comida, o cualquier otra cosa básica que escasea, más temprano que tarde, aparece el de libertad. Y una serie de expresiones irreverentes hacia las autoridades. Esta vez, Santiago destacó con una protesta a ritmo de conga que pidió a voz en cuello «pinga pal presidente».  

    Los cobreros también gritaron libertad mientras sonaban sus calderos. Esa imagen es quizás una de las mayores evidencias de que la gente comprende que el hambre y la libertad tienen todo que ver.

    Pedro cuenta que la manifestación desembocó en la sede del gobierno local, que queda al lado de la estación policial, y ahí hizo patente su reclamo. Él calcula que había entre 100 y 150 personas. Unas estaban por curiosidad y otras participaban activamente. 

    A esa hora, sobre las ocho de la noche, el gobierno local estaba cerrado y no había cerca ningún representante, pero muy pronto empezaron a llegar junto con efectivos policiales. Primero intentaron apaciguar los ánimos colocando una bocina con música (Pedro recuerda que eligieron la canción «Me dicen Cuba», de Alexander Abreu) y sobre la medianoche trajeron una rastra con sacos de arroz y un carro con leche que vendieron a la población.

    Al igual que en Veguita de Galo, los habitantes de El Cobre llevaban más de dos semanas esperando por los productos de la canasta básica subsidiada correspondientes al mes de marzo. Un retraso tan usual como los apagones.

    En un video compartido por Pedro, en el que se ve la rastra, se oye a una persona decir: «Mira lo rápido que aparecieron los mandados, caballero. Mira lo que tuvimos que hacer para que aparecieran los mandados.»

    El régimen ha aprendido que repartir comida funciona mejor que repartir golpes para disolver las protestas y consigue mejores fotos para la prensa. No renuncia a mostrar el puño y hacer alarde de su fuerza desplegando brigadas de tropas especiales por los espacios públicos, pero ha aprendido a sacar ventaja de la misma hambre que genera en la población. Arroz y leche fue todo lo que necesitó esta vez. Hubo represión y detenciones, aunque no tanta como se esperaba por la magnitud de los levantamientos.

    No menos ha aprendido el pueblo. Protestar se está volviendo una respuesta cada vez más natural e instintiva hacia los desmanes, abusos de poder, injusticias e ineficiencias del sistema y sus dirigentes. Ese «mira lo que tuvimos que hacer para que aparecieran los mandados» es, ante todo, un aprendizaje que esa persona no va a olvidar.

    Pero si a Pedro le sorprendió la manifestación del domingo, más le sorprendió la manifestación del lunes, cuando el pueblo volvió a salir a la calle y se dirigió a la estación de policía para demandar la liberación de dos manifestantes detenidos esa mañana: Karel Artiles Hernández y Oriesel García Isaac, ambos pertenecientes a la Respetable Logia San Juan de Wilson. El primero, Maestro Masón, y el segundo, Aprendiz Masón, de acuerdo con una fuente de la comunidad masónica cubana consultada.

    Es posible que en ese momento estuviera igual detenido Yoensy García Isaac, un hermano de Oriesel conocido como «El mellizo», porque tiene otro hermano mellizo. Dice que pudieron haberlo detenido el lunes o el martes.

    Pedro los conoce, a uno mejor que otro, pero de ambos comparte el mismo criterio: padres de familia, trabajadores y humildes. En uno de los videos facilitados por Pedro, puede a verse a Karel el domingo, en las afueras del gobierno, intentando dialogar con un funcionario, en primera línea de la manifestación. No se puede escuchar lo que dice y, a los pocos segundos de iniciada la grabación, rompen los gritos de libertad.

    «Trajeron el arroz, trajeron la leche, para contentar a la gente, y la gente dijera que todo estaba bien y se fuera para su casa, pero no fue así. Al otro día la gente estuvo ahí peleando por los muchachos y dando apoyo a los familiares. No tenían la necesidad de hacerlo y lo hicieron porque ya uno se va identificando y sabe de la injusticia que cometen aquí y eso te mueve el alma». Dice Pedro. 

    Pero todavía la Seguridad del Estado sigue insatisfecha y continúa su cacería en El Cobre. La fuente de la comunidad masónica antes referida informó que otro Maestro Masón de la misma logia de Karel y Oriesel fue detenido este 20 de marzo por su presunta participación en las protestas. Su nombre es Alexis Núñez Rodríguez. 

    Ninguno de los familiares de los detenidos ha dado, hasta el cierre de la nota, declaraciones a la prensa. Pedro dice que están esperando que sus casos se resuelvan pronto y sean excarcelados. Como tantos otros familiares de los más de mil presos políticos que hay en Cuba, en medio de su desesperación, quizás dan un voto de confianza al régimen y apelan a un sentido de la justicia, bondad y compasión que nunca han demostrado de manera convincente; salvo en las circunstancias excepcionales en que han podido sacar algún provecho de ello. Si quedara alguna fibra de humanidad en el régimen, tanta gente no necesitara salir a las calles con sus calderos a pedir corriente, comida y libertad, en primer lugar.

    spot_img

    Newsletter

    Recibe en tu correo nuestro boletín quincenal.

    Te puede interesar

    Similares / Diferentes

    Similares, diferentes… Gemelos como incógnita y confirmación de la...

    «Un país se construye desde sus comunidades»

    Cuando los activistas cubanos Marthadela Tamayo y Osvaldo Navarro hablan, usan palabras como «ciudadanía», «articulación», «comunidad», «barrio» o «sociedad civil». Cualquiera diría que son términos válidos solo para las sociedades en democracia, y no para un país cerrado, donde parece que todo el mundo se marchó.

    No hay frenos para la inflación en Cuba

    La inflación oficial en Cuba se aceleró durante marzo...

    Pedro Albert Sánchez, el profe, el predicador, el prisionero

    Pedro Albert Sánchez es abiertamente «cristiano». Algo de mártir tiene. Y también de profeta. Cada una de sus acciones, consideradas «exitosas» solo en un plano simbólico, tributa al orgullo de haberse mantenido fiel a sus ideas. El profe condensa en sí mismo todo el imaginario cristiano. El sacrificio es su satisfacción.

    Economía cubana: crisis de productividad, inversión deformada, falta de divisas, descontrol...

    El gobierno cubano reconoce que aún no se concreta la implementación de las proyecciones acordadas para la estabilización macroeconómica del país. Igual admite el fracaso de la política de bancarización y que las nuevas tarifas de los combustibles aumentaron el valor de la transportación de pasajeros, tal como se había predicho.

    Apoya nuestro trabajo

    El Estornudo es una revista digital independiente realizada desde Cuba y desde fuera de Cuba. Y es, además, una asociación civil no lucrativa cuyo fin es narrar y pensar —desde los más altos estándares profesionales y una completa independencia intelectual— la realidad de la isla y el hemisferio. Nuestro staff está empeñado en entregar cada día las mejores piezas textuales, fotográficas y audiovisuales, y en establecer un diálogo amplio y complejo con el acontecer. El acceso a todos nuestros contenidos es abierto y gratuito. Agradecemos cualquier forma de apoyo desinteresado a nuestro crecimiento presente y futuro.
    Puedes contribuir a la revista aquí.
    Si tienes críticas y/o sugerencias, escríbenos al correo: [email protected]

    spot_imgspot_img

    Artículos relacionados

    «Un país se construye desde sus comunidades»

    Cuando los activistas cubanos Marthadela Tamayo y Osvaldo Navarro hablan, usan palabras como «ciudadanía», «articulación», «comunidad», «barrio» o «sociedad civil». Cualquiera diría que son términos válidos solo para las sociedades en democracia, y no para un país cerrado, donde parece que todo el mundo se marchó.

    Los días sin luz

    En la sala de mi casa de La Loma,...

    Camila Rodríguez y Justicia 11J, o cómo sobrevivir a la represión y el exilio

    En el perfil de Facebook de Camila Rodríguez (1991), lo primero que resalta es una frase tomada, y ligeramente modificada, del dramaturgo latino Publio Terencio Afro. «Nada sobre cárcel me es ajeno», dice, y se adelantan un par de datos biográficos: Camila Rodríguez es licenciada en Filología por la Universidad de La Habana; es, además, una activista que ha dedicado los últimos años a la causa de los presos políticos del régimen cubano a través de la organización Justicia 11J.

    La conga de la protesta en Santiago de Cuba: «No hay comida, no hay corriente / P…, pal presidente»

    Las protestas por la escasez de alimentos y los prolongados apagones se replicaron este lunes 18 de marzo en la provincia de Santiago de Cuba, aun cuando el presidente Miguel Díaz-Canel se apresuró a dar por cerrado el episodio de indignación ciudadana

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí