Era, y es hasta hoy, una de las noches en que más perdida me he encontrado. Un año antes había terminado la universidad, cumplía el servicio social en una revista de teatro, ganaba poco más de 250 pesos cubanos al mes, y dormía en un sofá en el comedor de una señora extravagante, que usaba pelucas, labiales rojos y collares de perla, que rentaba otro espacio a una estudiante de Historia. Vivíamos las tres en ese apartamento del municipio Plaza de la Revolución, La Habana. Toda mi vida de ese tiempo se debatía entre estar o no en La Habana. Soy de un pueblo de pescadores en las afueras, y quise irme a La Habana a estudiar, y cuando terminé de estudiar quise quedarme en La  Habana a vivir, y ya viviendo, quise quedarme en La Habana a trabajar, y para todo eso tuve que someterme a más de un invento legal, que finalmente me permitiera permanecer en la ciudad. En la ciudad estaban los teatros, el cine, el malecón, el Coppelia, mis amigos de la escuela: un tesoro que no me permitía desaprovechar. Aquella noche de 2014, ella, una muchacha a quien apenas conocía pero con quien estaba tejiendo en silencio una curiosidad mutua, me dijo que tenía entradas para un lugar nuevo en La Habana, un sitio que me iba a gustar y que se llamaba Fábrica de Arte Cubano (FAC), un espacio que en su primera semana agrupó en cartelera a Silvio Rodríguez, David Blanco, William Vivanco, Sexto Sentido y Harold López-Nussa. Allí nos hicimos amigas la chica y yo, hasta hoy. Ella se fue del país pocos meses después. Tenía la edad de irse definitivamente de Cuba, unos 27 años. Ni menos para perderse la maravilla que también es crecer en el país de uno, ni más para sentirse una fracasada. 

Luego volví en varias ocasiones a la Fábrica de Arte Cubano, marca y concepto del músico de hip hop y afro-rock X Alfonso, autor de álbumes como Delirium tremens o Civilización, y nominado en más de una ocasión a los Grammy Latino. Ahora, el espacio que ha sido catalogado como una de las experiencias más avant garde de todo el mundo, cuyos pasillos recorrieron Michelle Obama, Lady Gaga, Bon Jovi, Mick Jagger o Quincy Jones, ha anunciado que cerrará sus puertas por falta de electricidad. Pero aún no ha sucedido. 

FAC, que se anunciaba como «un gran laboratorio de creación interdisciplinario que expone lo mejor del arte contemporáneo de Cuba, con un marcado enfoque social y comunitario», se convertiría en un destino turístico obligatorio cuando con Obama aterrizaron en La Habana montones de gringos, que llamaban vintage a la miseria y disfrutaban del calor del trópico. Esas cinco naves fabriles, abiertas de jueves a domingo de siete de la noche a dos de la mañana, con ofertas artísticas que van desde la arquitectura, el diseño o las artes visuales, hasta el cine, la danza, la moda, la música o el teatro, aparecería en las listas de viaje de Bucket List Journey, en las recomendaciones de Trip Advisor, en las páginas de The Washington Post, y en la lista de los 100 mejores lugares del mundo en 2019 según la revista Time. 

Todos coincidían en que se trataba de un punto singular, comparable con las mejores experiencias de grandes ciudades como Nueva York o Berlín, donde también las fábricas abandonadas devinieron estudios, galerías, museos, espacios para el arte. 

X Alfonso ha contado que una vez visitó las instalaciones ubicadas en la calle 26 esquina 11 de El Vedado habanero, donde hoy se encuentra FAC, con el fin de buscar una locación para el videoclip Iceberg, que hacía junto a Santiago Feliú. Lo que ahora era un sitio completamente deteriorado, había sido entre 1905 y 1913 la Planta Eléctrica de El Vedado, y de 1930 a 1960 la emblemática Fábrica de Aceite El Cocinero. Con la Revolución en el poder, había terminado siendo almacén de productos farmacéuticos y, hasta 2013, almacén de insumos del Ministerio de la Industria Pesquera. Cuando X Alfonso recorrió el lugar, hacía unos años formaba parte de la inacabable lista de lugares abandonados en el país. 

Su creador también ha dicho que el Ministerio de Cultura le cedió el espacio, y que desde el primer momento FAC «contó con todo el apoyo del Ministerio de Cultura y el Instituto de la Música», además de la colaboración del Instituto Superior de Diseño (ISDI).

La idea que X Alfonso comenzó desarrollando en Pabexpo, el recinto ferial ubicado en Siboney, ahora cobraba fuerza en El Vedado. FAC, de acuerdo con la información que brinda su página web, tiene acreditación internacional asentada en el Registro de Marcas y Patentes, un organismo español adscrito al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (MINCOTUR) al que puede acceder cualquier persona física o jurídica con nacionalidad española. 

«Fábrica de Arte Cubano no ha recibido ningún tipo de subvención, ni cubana ni externa», especifica la página. «Y todo lo que existe actualmente fue construido poco a poco y gradualmente con el esfuerzo personal de X Alfonso y de todos».

En la misma página, los dueños de FAC aseguran que el emprendimiento «ha sido la primera experiencia exitosa de simbiosis entre el sector público y el sector privado». En 2008, con Raúl Castro en la Presidencia, la isla comenzó a ensayar reformas económicas, entre ellas un plan de reducción del sector estatal y la incorporación de 1.8 millones de trabajadores cubanos al sistema económico privado. Florecieron algunas microempresas, los llamados emprendedores y el sector cuentapropista, que ayudaron a diversificar un tanto la economía y, en particular, las ofertas de empleos. En 2021, el gobierno de Miguel Díaz-Canel lanzó una lista donde especificaba qué actividades estaban destinadas al sector privado y cuáles no. Todo, siempre, bajo el control máximo del Estado. 

FAC asegura ser un centro cultural autofinanciado de forma sostenible, y alquila espacios a cuentapropistas. Ahora también participan algunas Mipymes, las empresas pequeñas o medianas que han venido a ser una de las últimas estrategias del gobierno para paliar la difícil crisis económica del país. La gestión financiera de las entradas, el alquiler de espacios, y la contratación artística están a cargo del Centro Nacional de Música Popular del Instituto Cubano de la Música, según detallan.

Desde sus inicios, se ha criticado el precio de las bebidas y el precio de dos dólares por la entrada, que a algunos les parece accesible pero que muchos no se pueden permitir. De acuerdo con su web, FAC no es lugar para salsa «porque ya existen en Cuba disímiles espacios para disfrutar de este género musical», y tampoco se programan presentaciones de reguetón. Hay quienes lo tildan de ser un sitio para cierta «intelectualidad». Amparado bajo la sombrilla de las instituciones culturales cubanas, tampoco suele abrir sus salas y escenarios para el arte disidente en el país. Por eso el reciente anuncio sobre la falta de electricidad para mantener sus servicios ha tomado por sorpresa a tantos. ¿Será que nadie se salva en Cuba, ni la Fábrica de Arte?

En un comunicado del pasado 15 de octubre, sus directivos informaron que «habían conocido la determinación de cerrar la Fábrica de Arte Cubano por cuestiones de consumo energético». Los Ministerios de Energía y Minas y de Cultura informaron que el plan energético asignado al lugar es insuficiente para mantener su funcionamiento habitual. El 5 de octubre, FAC reanudó actividades con una asignación de electricidad reducida al 20 por ciento de su consumo regular. 

El mes pasado comparecieron en la Televisión Nacional los ministros cubanos de Economía y de Energía y Minas para confirmar que el país estaba en una de sus peores crisis. Vicente de la O Levy, titular de Energía y Minas, aseguró que «no están en cero de combustible», pero que habría apagones en octubre por déficit de hasta 700 MW. «Esto no va a ser un tiempo largo, no va a ser para toda la vida, esto va a ser un periodo», dijo. Recientemente, Cuba habría dejado de recibir combustible de México, y se sabe que le llega menos desde Venezuela. 

Según la nota de FAC, con el nuevo plan solo podrían abrir dos de los 16 días de funcionamiento habitual en un mes. Actualmente, el espacio ofrece al año unos 300 conciertos, cerca de 70 exposiciones, 60 presentaciones de danza, 40 de teatro, 40 desfiles de moda, además de conferencias, talleres y clases magistrales. 

El cierre de FAC no solo significaría la pérdida de uno de las más importantes plataformas para las artes en Cuba, sino el desempleo de unos 300 trabajadores. El Estornudo trató de contactar al equipo de FAC para obtener declaraciones sobre esta situación, pero no recibimos respuesta. 

A pesar del panorama, FAC dijo que mantendría sus puertas abiertas con la energía que permitan sus generadores propios, e invitó a los asistentes a llevar «su propia luz», lo que equivaldría a cargar en sus bolsos con linternas, faroles, lámparas, velas, o sencillamente la luz de sus celulares. 

 

 

 

 

 

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Aunque ninguna de las personas entrevistadas para este trabajo dijo haber tenido noticias de que FAC se esté alumbrando con linternas, faroles, velas o celulares, y el espacio sigue promocionando en sus redes sociales conciertos, actividades danzarias o performances, lo cierto es que a algunos esta petición les ha parecido risible. 

«Yo a esa gente no les creo nada, son una fábrica de hacer dinero», dijo una cubana que suele trabajar en proyectos en el lugar y pidió permanecer en el anonimato. «Ellos son personas con recursos, con accesibilidad a paneles solares, a personas con poder, a los mejores arquitectos, diseñadores, a la tecnología que entra a Cuba. Por eso la alternativa yo la vi como una burla. Lo que sí puedo decirte es que si ellos hicieron esa declaración pública, es que la cosa está muy mala, hasta para ellos que son una gran potencia. Ellos son gente poderosa». 

Oniel Santana, un joven de 36 años de Marianao que visita a menudo la Fábrica y que en una ocasión ofreció allí una charla sobre el sector privado, dice que el anuncio no le sorprendió del todo. «Ya esa semana varios gobiernos municipales se habían reunido con dueños de negocios para pedirles que ahorraran energía», señaló. «Nunca pensé que FAC sufriera esto, debido a lo que representa a nivel internacional. Cerrar sería triste, pero es solo un reflejo más de la realidad que estamos viviendo los cubanos». 

Por su parte, Belsy Acosta, de 54 años, dice que todo lo vivido en FAC han sido momentos inolvidables. «Esa noticia me causó malestar a mí y a todo el que conoce ese gran proyecto cultural, pues es inadmisible tomar una decisión tan superficial sin negociar soluciones que permitan mantenerla abierta siempre. Su cierre significaría una derrota para los que defendemos y amamos el buen arte». 

El compositor y rapero de 32 años Víctor León, quien visita FAC desde sus inicios y en una ocasión cantó en sus escenarios, cuenta que la noticia le causó «desánimo porque ese es uno de los sitios que me apetece llevar a amigos que visitan Cuba. Si cierra se va a sentir mucho la ausencia de este hermoso lugar, ya que es uno de los sitios más auténticos que tiene Cuba para ofrecerle a los cubanos y a [la gente de] los países que nos visitan”.

Por su parte Alejandro Almaguer, máster en Turismo, asegura que FAC es una de las experiencias más importantes dentro de cualquier programa turístico en la isla. 

«Para los turistas es un shock entrar a ese lugar y ver la creatividad, el arte, la vida que hay ahí», dijo. «Yo diría que FAC se convirtió en un símbolo de Cuba y del potencial que tiene el país para hacer cosas interesantes. Los turistas siempre dicen que no hay nada así en sus países. Es algo que me daba orgullo como cubano. Cerrar FAC sería matar cualquier ilusión de que Cuba pueda mejorar. También sería una gran pérdida para los artistas cubanos».

Por el momento, Fábrica de Arte sigue abierta a su público. Y si cierra, si mañana se suma a la larga lista de lugares abandonados en Cuba, sabremos que ni el prestigio, ni las influencias, ni el arte habrán salvado FAC. Y que nadie escapa a la crisis, o casi nadie.