La ruta migratoria hacia Estados Unidos que recorre Centroamérica y México es en extremo peligrosa. Anualmente, cientos de miles de personas se aventuran a cruzar selvas, ríos, desiertos, regiones enteras controladas por cárteles de la droga y bandas criminales dedicadas al tráfico de personas y la prostitución. Muchos no logran alcanzar la meta. Muy pocos lo hacen sin haber acumulado traumas en el camino, incluida la pérdida de familiares o amigos, y hasta partes del cuerpo propio. Para escapar de la miseria o de la muerte en sus países de origen, esos migrantes atraviesan una de las zonas más inestables y homicidas del planeta.
Desde el pasado 22 de noviembre, cuando Nicaragua eliminó el requisito de visado para los cubanos, presumiblemente se ha abierto la posibilidad de un nuevo éxodo desde la isla. De momento, se trata solo de eso: una posibilidad. Sin embargo, las crisis migratorias han servido al castrismo, históricamente, como válvula de escape en momentos de tensión política o debacle económica en Cuba. La actual escasez de alimentos, medicinas y otros artículos de primera necesidad, así como la interrupción desde 2020 del habitual flujo migratorio a causa de la pandemia y el aumento de la represión contra disidentes por parte del Gobierno, son factores que elevan las probabilidades de un acontecimiento migratorio importante.
A modo de alerta sobre las complejidades del escenario migratorio, El Estornudo publica ahora esta «ruta informativa» en su sección de trabajos especiales.
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