Reflexionar la rosa 

    Ay no ni, ay ay ay no ni.
    Adiós, querido mío. Adiós. 

    William Shakespeare. Hamlet

    Dos muchachas de mi trabajo me llamaron y me preguntaron qué me venía a la mente cuando escuchaba la frase reflexionar la rosaYo pensé en Gertrude Stein, pero respondí́ otra cosa. Les dije que me imaginaba tirada en la yerba mirando al cielo, rodeada de rosales, respirando aire puro. Ya me habían enseñado a reflexionar la rosa, aquel día lo hice más de cien veces.

    Reflexionar la rosa es abrirla a la fuerza. Primero se le quitan los pétalos malos y, con cuidado, se van doblando los pétalos hacia afuera, uno por uno. Después se le mete el dedo en el centro y se mueve de manera circular y, si se desea, por último, se sopla. 

    El primer contacto que tuve con las rosas en mi trabajo fue para limpiarlas. Las rosas llegan en cajas, y dentro de las cajas están los bonches envueltos en cartón. Se quita todo, se cortan las ligas que sujetan el ramo, y se limpian una por una las rosas. Limpiarlas es arrancarles las espinas y las hojas con un limpiador de rosas, que consiste en un plástico en forma tubular con unas cuchillas a la redonda que abrazan el tallo y que, cuando uno lo jala hacia abajo, y a veces hacia arriba, se llevan todo. Siempre me parece demasiado violento. He llegado a pedirle perdón a la rosa mientras lo hago. Cientos de ellas; a veces miles. 

    Cuando la rosa está limpia se le corta un pedacito de la punta del tallo antes de meterla al agua. A todas las flores, antes de meterlas al agua, hay que cortarles un pedacito del tallo. El tallo cicatriza y eso evita que la flor tome agua. Hay que abrirle la herida para que la flor no muera… tan rápido. 

    En mi trabajo he visto muchas variedades de flores que nunca miré con detenimiento. 

    La protea que es buena para las dolencias del pecho… Y las peonías, que los son para la ansiedad. Aquí hay tulipanes para ti y rosas amarillas para ti también, y esto poquito es para mí. Nosotras podemos llamarla corazón de mar. Este es un clavel. Bien te quisiera dar algún baby breath pero su traducción es aliento de bebé. 

    Aquel día en la boda tuvimos que alambrar renánculos, porque estaban como desmayados. Renánculosranúnculosranunculus. Para eso utilizamos alambre floral. La muchacha nos explicó que debíamos enterrar el alambre en el centro de la flor por todo el tallo hacia abajo, despacio, para no rajar el tallo. Con una mano lo aguanté y con la yema de los dedos fui guiando y manteniendo dentro el alambre, mientras con la otra mano lo empujaba. Sentía cómo lo iba hundiendo y pensé en Vlad Tepes.

    Todo es violento y delicado. La muchacha a mi lado dijo: «Lo pude enterrar completo, salvé una». 

    Nada supera la belleza de la orquídea.

    Nos deja, se va, y no ha de volver. 

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