«Su fervor patriótico lo llevaría a trabajar días y noches, infatigablemente, haciendo bustos con sus propias manos… para sobrecumplir las metas. Y obsesionado con la idea de que para el próximo año las metas debían permitir que cada familia cubana tuviera un rincón patriótico en su casa, se puso a trabajar en lo que habría de ser su obra más importante: una maquinaria para hacer bustos, con tal rapidez, en cantidades no sospechadas hasta entonces… Francisco J. Pérez fue un Miguel Ángel para los humildes…» (4.52-5.50 minutos). La muerte de un burócrata (1966). Comedia. Director: Tomás Gutiérrez Alea.
Martí, el ícono
