Ortografía

    La más extraña criatura que vive en Cuba es el lector de Granma que se toma el trabajo de escribir comentarios al final de un artículo. Hay muchas otras raras especies en la isla, como el dirigente, el hijo del dirigente, y hasta el nieto del dirigente, recientemente descubierto en Instagram, pero ninguna es más interesante, desde el punto de vista de la ciencia, que ese apasionado lector de tonterías que siente la efervescente necesidad de expresar su entusiasmo o su indignación después de leer una noticia o un artículo de opinión en el peor periódico del mundo.

    Granma, hay que admitirlo, es un periódico utilísimo, sirve para envolver cualquier cosa, para limpiar cristales, hasta para forrar libros, si no aparece nada mejor. Uno se puede imaginar cuántas cosas puede hacer la gente con Granma, sería una catástrofe que el periódico del Partido Comunista redujera aún más su tirada y su paginación. Granma cumple una función esencial en la vida doméstica cubana, y hasta que no sea posible para todos comprar papel sanitario, o papel de cocina, Granma debería seguir imprimiendo millones de ejemplares cada semana. Su versión electrónica, sin embargo, es completamente inútil, no se puede envolver o limpiar nada con ella. Ni siquiera sirve para azorar las moscas.

    Es difícil entender por qué alguien se tomaría el trabajo de leer Granma online, puesto que, con un simple clic, ese lector podría leer fácilmente un periódico de verdad, The New York Times, The Guardian, La Jornada, Asahi Shimbun. Más difícil aún es imaginar las razones por las que alguien creería que escribir un comentario en Granma sirve de algo, cumple un noble propósito, no es un gesto de escalofriante estupidez. Uno tiende a pensar que ese lector online de Granma es una criatura mitológica, como Nessie o el abominable hombre de las nieves, hay quienes aseguran haberla visto, pero nadie puede aportar evidencia fotográfica de su existencia. Nadie ha logrado encontrar uno de esos enérgicos lectores de Granma, pero ahí están sus comentarios, como huellas en la nieve de un enigmático monstruo que rehúsa todo contacto con la humanidad.

    La mayoría de los artículos de Granma pasan desapercibidos, o casi. La columna de Rolando Pérez Betancourt sobre Parásitos provocó solo cuatro comentarios, dos de ellos de lectores que preguntan dónde pueden ver la tan admirada película sudcoreana. Un artículo de la doctora Graziella Pogolotti titulado «Problematizar la realidad» recibió un solo comentario, de un lector que describió las ideas de la autora como una «versión didáctica del pensar/actuar del Presidente Díaz-Canel», lo cual es un insulto que esa pobre mujer no se merece a estas alturas de su vida. No recibió comentarios la noticia «Perfila Guantánamo dos polos exportadores», ni siquiera de lectores guantanameros. Es probable que el autor de esa noticia tampoco la haya leído, que la haya escrito con los ojos cerrados. Sin embargo, la nota reportando el arresto de dos individuos supuestamente implicados en las acciones de Clandestinos, esos joviales vándalos que arrojan sangre de cerdo a los bustos e imágenes de José Martí, había recibido 427 comentarios hasta la tarde del viernes pasado. Incluso la doctora Pogolotti iba a escribir una nota, y se contuvo.

    El interés que ha despertado Clandestinos no es sorprendente, no ocurre todos los días que alguien se burle tan rampantemente del gobierno cubano, sin que lo atrapen y lo despedacen. Si los cogen, los tribunales de Raúl Castro los van a condenar a varios años de cárcel, los van a tratar como terroristas, agentes enviados por Luis Posada Carriles desde el más allá para atormentar a sus eternos enemigos. Sin embargo, lo que ha hecho Clandestinos hasta este momento es tan simple, tan, si se quiere, pueril, que un juez benevolente en otro país los condenaría tan solo a pagar una gruesa multa por vandalismo y daño a la propiedad pública. La campaña de Clandestinos contra los bustos de Martí es, en sentido estricto, insignificante, y por eso mismo, extrañamente magnífica. No ha puesto en peligro a nadie, no ha causado daño a ningún individuo en particular, pero ha dejado en ridículo al gobierno cubano, cuya reacción contra los pícaros enmascarados ha sido tan efectiva como la de un elefante espantando a un mosquito con la trompa. Actos de repudio a Clandestinos y desagravio a Martí han sido convocados a lo largo del país en escuelas, fábricas y unidades militares, algo que debe haber deleitado a los vándalos, que quizás nunca se imaginaron que el gobierno cubano sería tan estúpido como para darles gratuitamente esa gloriosa publicidad.

    Los lectores de Granma se han sumado a la campaña contra Clandestinos con exquisita virulencia. Leyendo sus comentarios, alguien que no hubiera prestado atención a los rumores sobre Clandestinos creería que los vándalos sacaron el cadáver del Apóstol de Santa Ifigenia y bailaron desnudos alrededor de él a la luz de la luna mientras invocaban a Lucifer y a Donald Trump. Ni un solo lector ha intervenido para advertir que los ataques de Clandestinos no están al parecer dirigidos contra Martí, sino contra el gobierno que se apropió de Martí y lo usó para justificar su ocupación indefinida y tiránica del poder. Ni un solo lector ha pedido compasión o indulgencia para los dos detenidos, o ha argüido que, incluso si hubiera sido el propósito de Clandestinos mostrar su feroz aborrecimiento hacia Martí, y burlarse de él y su legado, eso, en sí mismo, no debería constituir delito, aunque sí lo sea destruir o dañar bienes públicos. A decir verdad, nadie se ha molestado en calcular los daños materiales causados por Clandestinos, que parecen ser muy pequeños, algunos estudiantes de secundaria han hecho ellos solos más daño a sus escuelas en un solo día que Clandestinos en toda su campaña.

    Algunos lectores han llegado a pedir la pena capital, aunque otros, más moderados, solo han pedido para los arrestados, y para los que caigan después, severas penas de cárcel, o lo más que se les pueda dar sin violar el actual Código Penal. Los muy ingenuos, no se han enterado de que el Código Penal cubano es tan flexible que alguien podría ser condenado a treinta años de cárcel por escribir un artículo en El Estornudo, si así lo determinara Raúl Castro. Varios lectores han imaginado juicios públicos para los Clandestinos, en Santa Ifigenia, pidió uno, o en la Plaza de la Revolución, demandó otro. Muchos han pedido que los dos supuestos Clandestinos sean obligados a limpiar y reparar los bustos de Martí dañados en esta revuelta, y todos los demás. No pocos han pedido que, como castigo, los dos hombres sean obligados a leer las Obras Completas de José Martí. «Eso no sería un castigo», tuvo que advertir un lector.  

    Es posible que los comentarios escritos por esos lectores de Granma hayan sido espontáneos, que nadie les haya dado la orden de hacerlo. Lamentablemente, alguien debió al menos corregir su ortografía. Si hubieran escrito estos comentarios en el artículo sobre los dos polos exportadores de Guantánamo, no importaría que lo hubieran hecho con los pies, nadie espera que el potencial de la floreciente economía guantanamera sea debatido en gongorino español. Pero los lectores que escribieron comentarios sobre Clandestinos se ufanaron de la cultura, la educación y la dignidad que la Revolución supuestamente habría traído a Cuba, y muchos dijeron que los enemigos del gobierno de la isla, capaces de orquestar este ultraje a Martí, sin dudas no conocían su obra. La peculiar ortografía de esos lectores sugiere que ellos tampoco han leído a Martí, o a ningún otro autor, o bien no han pasado de «Pulgarcito» y algunos «versos sencillos», estos últimos porque los han oído en la «Guantanamera». El Estornudo, haciendo un somero examen de los comentarios, encontró estas perlas: 

    calucnias

    ofenzas

    deprimento (por detrimento)

    endignamos

    echos 

    a estado

    combiene

    yevar 

    yamarlo

    bandalico

    alcanze 

    orrendo

    proseres

    astruismo

    seberamente

    medrentar

    mersenarios 

    deve 

    resiten 

    lagras

    cemejante

    jusgados

    nombrarce

    reciden

    conosco

    hiso

    cavida

    desonrra

    dirijidos

    dirijentes

    obsena

    inconsevible

    a hecho

    subverción

    bajesa

    mansillaron

    escremento

    desarmados (por desalmados)

    emancillar

    en sima

    liberta (por libertad)

    descencia

    incumpatibles

    idiologico

    gentusas

    palear (por paliar)

    acahesidos

    payasiando

    indinación

    iva a caer

    refleccionar 

    que acer

    perese

    merezen

    arroyar

    delingue

    compadesco

    conoscan

    quizo

    dicnidad

    apostor (por Apóstol)

    guzanos

    compacion

    recidiendo

    nosivo

    pocision

    asecho (por acecho)

    contrarevolucion

    halla pasado

    comiensa

    hizieron

    vastante

    enorgullese

    ay que (por hay que)

    astrocidad

    consecuensias

    desida

    haci (por así)

    dignida

    idiologia Martina

    Y habría que sumar decenas de errores gramaticales, muchos de esos lectores no saben escribir una oración simple, con sujeto y predicado, uno se pregunta cómo pasaron segundo grado. Por supuesto, el problema no es, o no solo, la mala ortografía, cualquiera comete errores, incluso El Estornudo. Seguramente a Martí también se le fue alguna vez una s donde debía haber estado una c, ningún escritor es inmune. La pésima ortografía colectiva de los lectores de Granma, que no podría ser atribuida a la prisa y al descuido de un lector u otro, es solo un síntoma de algo mucho peor, la pobreza de pensamiento, de conocimiento y de carácter de esos lectores. Más escandalosa que los ataques de Clandestinos a los bustos de Martí, es la evidencia de cómo la combinación de una educación muy defectuosa, y la tosca, omnipresente propaganda castrista, ha creado una fracción de la ciudadanía cubana que no solo no sabe escribir, sino tampoco hablar, o pensar. Que habla con bastedad, escribe sin reconocer reglas ortográficas primordiales, y piensa en eslóganes y clichés, sin generosidad, sin imaginación, sin libertad. Y no es que, siendo todos meros lectores de Granma, sean inofensivos. Hay algunos de ellos que ya son ministros. Esa gente, doctores «internacionalistas», militares retirados, estudiantes de la UCI, profesores de tecnológico, quienesquiera que sean, son la inamovible zona residual de apoyo al gobierno Castro-Díaz-Canel en la sociedad cubana. No quieren un cambio, no lo comprenden, la mera idea les parece una abominación. Los comentarios de los lectores de Granma son una muy precisa indicación de la descomposición de la cultura política del castrismo terminal. Quizás, aún más deprimente que el miedo o la indiferencia de la mayoría de los cubanos, sea esto, la paupérrima calidad del discurso político popular, su ilegibilidad, su degeneración en jerigonza, su falta de sinceridad y sentido común, la conclusión inevitable de que muchos cubanos aún hablan y piensan como si se hubieran tragado un editorial de Granma. A pesar de todo, después de tantos años. Nunca, desde Dos Ríos, ha estado Martí más muerto que ahora. Ni el idioma español en Cuba.

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    Juan Orlando Pérez
    Juan Orlando Pérez
    Es, tercamente, el que ha sido, y no, por negligencia o pereza, otros hombres, ninguno de los cuales hubiera sido tampoco particularmente estimado por el público. Nació, inapropiadamente, en el Sagrado Corazón de La Habana. A pesar de la insistencia de su padre, nunca aprendió a jugar pelota. Su madre decidió por él lo que iba a ser cuando le compró, con casi todo el salario, El Corsario Negro. Él comprendió, resignadamente, lo que no iba a llegar a ser, cuando leyó El Siglo de las Luces. Estudió y enseñó periodismo en la Universidad de La Habana. Creyó él mismo ser periodista en Cuba durante varios años hasta que le hicieron ver su error. Fue a parar a Londres, en vez de al fondo del mar. Tiene un título de doctor por la Universidad de Westminster, que no encuentra en ninguna parte, si alguien lo encuentra que le avise. Tiene, y eso sí lo puede probar, un pasaporte británico, aunque no el acento ni las buenas maneras. La Universidad de Roehampton ha pagado puntualmente su salario por casi una década. Sus alumnos ahora se llaman Sarah, Jack, Ingrid y Mohammed, no Jorge Luis, Yohandy y Liset, como antes, pero salvo ese detalle, son iguales, la inocencia, la galante generosidad y la mala ortografía de los jóvenes son universales. Ahora solo escribe a regañadientes, a empujones, como en esta columna. La caída del título es la suya, no le ha llegado noticia de que haya caído o vaya pronto a caer nada más.
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    31 COMENTARIOS

    1. Este artículo es brillante, con un sentido del humor muy inglés pero al final deja un ligero gusto amargo por las futuras y presentes generaciones de Cuba. Felicidades

    2. Excelente artículo. No voy a comentar sobre la aparente contradicción entre «la más extraña criatura […] es el lector de Granma» y que el autor haya, él mismo, leído el Granma digital y sus comentarios, pues el resultado ha valido la pena. Sólo quería recordar que los comentarios de Granma no son publicados automaticamente, sino después de ser revisados y autorizados. Por eso es un tanto injusto decir «Ni un solo lector ha pedido» esto o aquello, cuando sabemos que nunca aprueban ningún comentario que no se ajuste estrictamente a la «linea editorial». Aunque a veces aprueban algunos que exageran tanto en las alabanzas que son claras burlas que los censores dejan pasar… ?por cretinos? Tal vez esto valga otro artículo. Gracias a Juan Orlando, otra vez.

    3. Cuando yo era niño en Cuba, había que tomar un dictado con solo cinco faltas de ortografía para pasar al bachillerato. Si no escribías correctamente tenías que quedarte en primaria y aprender buena ortografía.

    4. Tengo una crítica para su artículo, la muestra de palabras seleccionadas debieron haberse expuesto en orden alfabético para mejor revisión.

      • El tema de la mala ortografía, no se limita solo a los comentarios en Granma, hay que hacerlo extensivo también a Cubadebate, Cibercuba, Cubanet, DDC etc. incluso Facebook o los sitios de anuncios clasificados. No es un tema de ciberclarias o disidentes. Es preocupante el tema de la mala gramática y ortografía.

    5. Bueno, hay que decir que el tema es bien conocido. Se desprende que, si el nivel cultural de una nación va en caída libre, lo mismo sucede con su «ortografía». La lista mostrada de errores ortográficos (más bien barbarismos) son un ejemplo. Es un tema filosófico, la complejidad y profundidad de pensamiento humano son proporcionales a la riqueza del lenguaje … Sin un lenguaje adecuado no solo somos incapaces de comunicar una idea compleja, simplemente somos incapaces de idear. Por lo demás, me esperaba un nivel un poco más alto de un artículo que se llama “Ortografía”. Veo este artículo con algunos problemitas gramaticales y de estilo, y frases un poquitín cursi como “escalofriante estupidez” y “exquisita virulencia”. En fin, se puede siempre mejorar.

    6. ¡Que buen trabajo Ortografía, de L.O. Pérez! Lo que el describe tan exactamente se descubre a diario cuando el NTV entrevista a cualquier cubano sobre cualquier tema. Cuando se compara su dicción, legibilidad, capacidad de expresar ideas, etc. con muchos habitantes de este continente que entrevista el horrendo Telesur y en los de Telemundo de Miami que me alcanza el Paquete semanal, queda en claro la espantosa verdad de la clase de ignorantes con características oligofrénicas de habla ilegible en que se convirtieron muchos cubanos de hoy.
      El otro día una mujer al lado mío hablaba con otra, y toda su capacidad de expresión durante diez minutos la llevó a cabo en jerga gangosa y frases hechas: «No e´ fácil…», «ponte pa tu número…», «se quedó en esa…», etc. inacabable.

    7. Este artículo es pura escatología reaccionaria y a favor de un grupo de vándalos. El autor merece tanto repudio, a pesar de disfrutar de su derecho a salpicarnos a todos con sus heces literarias, como los delincuentes que defiende.

      • Efectivamente, no obstante considero y pongo a consideración de los demás el hecho de que ningún gobierno o ser humano que dirija un país logrará alcanzar tal perfección que satisfaga los intereses de la mayoría absoluta. Siempre habrá quien discienta, nunca será perfecta la obra humana, solo la naturaleza lo ha logrado. Por eso creo que en ninguna parte habrá justicia social suficiente para albergar los sueños de todos y la verdad absoluta no la tiene nadie. Si los gobiernos, sean cuales fueren se dedicaran más a construir y fundar por la simple razón de crear bienes y beneficios para sus pueblos y no emplearan tanto discurso polírico para manipular a sus ciudadanos, ni se dedicaran a echar sobre otros países los resultados de sus culpas y errores, el resultado sería muy diferente, pero se que eso nunca pasará ni ha pasado en la historia de la humanidad, incluso desde la comunidad primitiva.
        De manera amigos que ya sea Trump o Diaz Canel, o se escriba y se edite por el Granma o el New York Time, la verdad verdadera jamás verá la luz

    8. Lo que me asombra es que siendo comentarios a una edición digital que obligatoriamente debieron introducirse mediante un dispositivo electrónico, los comentaristas no hayan reparado en esos errores que los correctores ortográficos de todos esos equipos subrayan.

      • Para ellos la cantidad vale mucho mas que la calidad, ya sabes, que se vea un gran «apoyo». No sería extraño que le hayan pedido a las ciberclarias tomar un desvío hacia ese estercolero del GR, que para empezar no tiene chequeo de ortografía. Y para nadie es secreto que el nivel cultural de ellos, en su gran mayoría, es bastante bajo. Y tiene sentido porque son las personas mas necesitadas, dispuestas a recibir saldos de conexión a Internet o mejorar sus notas (estudiantes de la UCI) a cambio de «trabajar» para el Aparato.

    9. No idiotices a las personas, muchas de las que ustedes señalan como faltas de ortografía son errores al escribir en el reducido teclado de un celular y no tener un corrector de Google. tampoco es muy digno que digamos restar importancia y hasta justificar por criticar a la revolución y su liderazgo, una acción vergonzosa como mínimo, por menos que eso y sin pruebas el poder Español por rayar la tumba de Don Gonzales Castellon fueron fusilados los Siete Estudiantes de Medicina. Y por favor no exagere, que pocos escriben mas mierda que usted y no ha sido condenado, en Estados Unidos matan por mucho menos a un negro. Verdad que en Cuba no existe un Estado de derecho pero en el resto del mundo el derecho que se impone es del capital, el de la riqueza que da todo el poder hasta el de elegir presidentes, seguro que usted no escribe sobre eso porque comparte sus valores o porque carece de cultura para hacerlo y demostrara su diferencia sobre el Periódico de Granma cuando vea publicado mi comentario.

    10. Hace más de 10 años trabajé como profesor de redacción en una escuela de trabajadores sociales en La Habana. Los muchachos, jóvenes adultos casi todos, habían sido en enviados a la capital desde Camagüey. La abrumadora mayoría era incapaz de redactar correctamente una oración simple como «Mamá ama a papá». No podían. Habían pasado la escuela primaria, la secundaria y probablemente el preuniversitario sin aprender a escribir. Casi todos suspendieron el examen final y la revalorización, y el extraordinario. Algunos me dijeron que después los aprobarían en Camagüey. Si alguien quiere un ejemplo del fracaso del sistema educacional cubano, ahí tiene uno.

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