Estas fotos callejeras reafirman el talante de cronista que el joven Manuel Almenares ha exhibido en sus series Ciudad heterogénea y Miradas de extramuros.

La estampa social parece ser lo suyo. Y esta breve selección de «aguafuertes» viene con ácido extra (también algo tendrá que ver en ello la editora de fotografías de El Estornudo).

  • Manuel Almenares. La Habana. Fotos callejeras.
    Manuel Almenares. La Habana. Fotos callejeras.

Almenares solo nos muestra esta vez efigies extremas: viejos y niños, o sea, el pasado y el futuro zapateando las calles de La Habana; un busto de José Martí y una cabeza de puerco.

La secuencia de las imágenes dispara además cierta narrativa sobre el comercio diario entre lo profano y lo sagrado, entre el discurso de la autoridad y el inevitable «rebumbio» cubano.

Manuel Almenares. La Habana. Fotos callejeras.

Manuel Almenares. La Habana. Fotos callejeras.

Un anciano vende periódicos ¿Granma? y otro se pone de boina un paquete con su mercancía. Una abuela atisba detrás del abanico casual que forman unos cucuruchos de maní y otra espera a que el Apóstol por fin le despache los huevos de la libreta. Unos niños interrogan al Martí del billete de un peso y otros niños despiden, sonrientes, a un par de chivos expiatorios.

Cada rostro aquí es absolutamente hermoso. Sin que importen las circunstancias.

  • Manuel Almenares. La Habana. Fotos callejeras.
    Manuel Almenares. La Habana. Fotos callejeras.

(Fotografías autorizadas por Manuel Almenares).

2 Comentarios

  1. […] Manuel Almenares camina por las calles de Centro Habana en estos días de coronavirus. Retrata lo que andaba buscando: esta mezcla dudosa que consiste, por el lado viral de las circunstancias, en una pizca de miedo y cinco gotas de displicente cautela, y por el lado crónico, esa veta —al parecer, estéticamente inagotables— de sensualidad y decadencia que tantos fotógrafos han explotado con fruición. […]

  2. […] Manuel Almenares camina por las calles de Centro Habana en estos días de coronavirus. Retrata lo que andaba buscando: esta mezcla dudosa que consiste, por el lado viral de las circunstancias, en una pizca de miedo y cinco gotas de displicente cautela, y por el lado crónico, esa veta —al parecer, estéticamente inagotables— de sensualidad y decadencia que tantos fotógrafos han explotado con fruición. […]

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