A la madre cubana Balbina Ponce Matías nadie la pudo detener cuando se convenció de que la mejor opción era empujar la silla de ruedas de su hijo parapléjico de 33 años y, como fuera, recorrer los más de seis mil kilómetros que separan a Cuba de Uruguay.
A mediados de 2022, vendió todo lo que poseía en La Habana y, junto a su hijo, tomó un avión hacia Guyana, país con libre visado para los cubanos. Desde Georgetown emprendió una travesía irregular que la llevó hasta Rivera, ciudad uruguaya en la frontera con Brasil. Allí solicitó asilo en noviembre de ese mismo año.
«Valió la pena. Lo volvería a hacer una y mil veces, todo por ver la felicidad de mi hijo, agradeciendo a ese país, a su presidente, a su pueblo, por salvar a los cubanos», escribió Balbina Ponce en redes sociales algún tiempo después.
Luego contaría a Al Jazeera las motivaciones de su decisión migratoria y los desafíos que enfrentó en la travesía por Suramérica. «No tenía cómo alimentar a mi hijo», confesó. También dijo que en Cuba no había medicamentos ni pañales para personas discapacitadas. Igual padecía escasez de ropa y zapatos, además del agobio por los largos apagones.
«No puedes encontrar sillas de ruedas, no puedes encontrar nada. Entonces nos dijimos: busquemos una segunda oportunidad de vivir», explicó, tras recordar que vendió todas sus pertenencias para poder pagar unos cuatro mil dólares a los coyotes que la movieron a ella y a su hijo hasta la frontera uruguaya.
Aunque sus razones para emigrar eran fuertes, Balbina Ponce confesó que «fue terrible» el tránsito por Guyana y Brasil. Tuvieron que viajar en un autobús durante más de 20 horas para atravesar la densa selva de Guyana y llegar a la ciudad fronteriza brasileña de Boa Vista.
«Hubo momentos en los que no pudimos avanzar debido a las difíciles condiciones de la carretera y tuvimos que desembarcar y volver a embarcar, lo cual fue particularmente difícil con la silla de ruedas [de mi hijo]. Algunos traficantes abandonaron a cubanos en plena selva. La gente estuvo enferma y vomitó durante todo el viaje debido a las carreteras en mal estado», recordó en la citada entrevista.
Balbina Ponce dijo además que en Brasil fueron entregados a diferentes traficantes, y que tardaron un mes en atravesar el país; a veces en automóvil, a veces en avión. Otros desafíos aguardaban al llegar a su destino.
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Con 3.4 millones de habitantes, en Uruguay residen más de 62 mil personas nacidas en el exterior. De esa cifra, 12 mil 300 llegaron desde Cuba entre 2012 y 2023, según datos preliminares del censo de población realizado el pasado año. Sin embargo, organizaciones que nuclean a cubanos en ese país estiman que esa cantidad se ha duplicado últimamente y que al menos cinco mil ciudadanos de la isla permanecen allí en un limbo migratorio.
Cuando los migrantes irregulares solicitan asilo en la frontera uruguaya hay un procedimiento que les permite recibir documentos de identidad temporales con los cuales pueden trabajar y tener acceso a los servicios públicos, como educación y salud.
Los solicitantes de asilo que llegan de manera irregular pueden obtener por ley el estatus de refugiados, y después una residencia permanente. Sin embargo, desde inicios de 2023, las autoridades uruguayas exigen que esos recién llegados muestren en sus pasaportes los sellos de entrada y salida de Brasil, requisito que no cumplen aquellos que atravesaron furtivamente el gigante sudamericano.
Esta disposición ha dejado a miles de cubanos en un limbo migratorio, aseguró a Al Jazzeera Alberto Gianotti, miembro de la ONG uruguaya Red de Apoyo al Migrante.
«Entraron y salieron de Brasil de manera irregular, ingresaron a Uruguay, poseen documentos debido a su solicitud de refugio, y cuando quieren cambiar sus estatus migratorios, renunciando al estatus de refugiados, se les pide que cumplan con un requisito que no pueden cumplir», subrayó.
Al finalizar 2023, se acumulaban 24 mil 193 solicitudes de refugio pendientes de resolución, según declaraciones del ministro uruguayo de Relaciones Exteriores, Omar Paganini, difundidas por El Observador.
En el último año, nueve mil 129 personas pidieron refugio en la frontera uruguaya. De esa cifra, siete mil 293 fueron cubanos, de acuerdo con un reporte del mismo diario local sobre el colapso de ese sistema de acogida en el país suramericano.
Al respecto, el canciller uruguayo explicó en marzo último que «un número muy alto de solicitudes de refugio está siendo rechazado […] porque mucha gente viene por razones económicas, sobre todo de Cuba, solicitan el refugio por razones políticas [como lo exige la ley] y no corresponde otorgárselo».
Se trata de una «situación delicada», dijo también Paganini, quien aseguró que el gobierno uruguayo resolvería esta situación «muy a la brevedad».
«Estamos trabajando para encontrar una solución para aquellos que no les corresponde el refugio», agregó el canciller, «pero están viviendo entre nosotros y deberían ir a un proceso por la residencia. Las condiciones legales hoy no están claras y quedan en una situación de limbo».
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María del Carmen Pupo Martínez también lo tuvo claro cuando decidió vender todo lo que poseía, incluida su casa, para irse en 2020 a Uruguay. Obtuvo un visado que le permitió viajar con su familia —esposo y dos hijos en común— y entrar de manera legal en la nación suramericana. Cuatro años después, ya son ciudadanos uruguayos.
«Mucha gente en Cuba no sabe que hay formas legales para venir a Uruguay. Está tan normalizado venir de manera irregular por fronteras, que la gente no se para a pensar que hay procesos legales. Este país tiene habilitado para los cubanos procesos de visas de trabajo, de estudio, visas humanitarias. También está el mito de que el cubano usa a Uruguay como trampolín hacia Estados Unidos. Durante un período fue cierto. Sobre todo, después de la pandemia, cuando se fueron muchos a través de la selva del Darién, y hoy todavía hay casos de gente yéndose a través de Nicaragua… Pero cada día pasa menos», razona María del Carmen Pupo en diálogo con El Estornudo.
De hecho, ella considera que «cada día más, el cubano ve a Uruguay como destino y no como tránsito, porque este es un excelente país», dice. «Cuando se saca el patrón de emigración hacia Estados Unidos, porque el cubano tiene ese modelo en su ADN».
Pero insiste: «Cuantos más cubanos aquí se establecen y empiezan a lograr cosas, este país se va convirtiendo más en un destino final. Sobre todo, para familias», sostiene a partir de su propia experiencia. «El mayor miedo de los cubanos a la hora de emigrar son los niños, pero para venir para acá no hay que dejarlos atrás. Se puede venir con ellos».
María del Carmen Pupo, su esposo y sus dos hijos le han tomado el pulso a su nueva realidad: «Este país tiene una estructura social de vida y de trabajo [en] que los niños no son un impedimento. Aquí todos los centros de trabajo, privados o estatales, abren a las nueve de la mañana, por lo que te da tiempo de llevar al niño a la escuela. Y, si vives en una ciudad del interior, puedes volver a tu casa, alistarte e irte para tu trabajo», detalla. «A las 12 del mediodía cierran los trabajos, algunos por una hora, otros por dos y hasta por tres horas, y usted puede recoger a su hijo en la escuela, darle el almuerzo, hacer una siesta y de nuevo regresar al trabajo».
La familia llegó a Uruguay casi al inicio de la pandemia de COVID-19. Durante el encierro, aunque se había graduado de Comunicación Audiovisual en la universidad de su Holguín natal, ella se enfocó en estudiar y superarse, además de atender su situación migratoria.
«Uruguay es un país maravilloso para crecer, para emprender, para formarse», afirma. «Ese año estudié gratuitamente un montón de cosas. Comencé también a hacer mis trámites y a ver los obstáculos que había en el camino. Los contaba en mi página de Facebook, y mucha gente empezó a consultarme sobre lo mismo».
Ella supo del programa de ONU Migraciones, que tiene muchos cursos gratuitos online. «Arranqué por ahí y pasé varios cursos de gestión de migrantes», cuenta. «Estudié una serie de temas que me fueron llevando hasta estudiar Gestoría Legal y Asistencia a Migrantes, y, a finales de 2020, abrí mi empresa Gestoría MPM, enfocada en servicios para trámites y regularización migratoria, solicitud de visa, trámites de reunificación familiar, procesos de inscripción de empresas, entre otros servicios relacionados».
María del Carmen Pupo comparte gratuitamente buena parte de esos conocimientos a través de sus canales de YouTube y Telegram. Según ha explicado, la comunidad cubana en Uruguay se concentra principalmente en los departamentos de Montevideo (que incluye la capital), Canelones y Maldonado.
«Pero en Uruguay se vive bien en cualquier lugar. Aquí hay buenos médicos en todo el país. En cualquier rincón vas a encontrar médicos, farmacias, alimentos…», aclara a El Estornudo. «Nosotros desde que llegamos vivimos en el interior. En estos momentos estamos en Colonia del Sacramento, que es la ciudad más antigua del país. En el interior, los servicios funcionan mejor que en la capital. Aquí la vida es mucho más tranquila. Mis niños llevan cuatro años en este país y el nivel de apego y arraigo que tienen es importante. Para ellos esta es su casa. Se adaptaron perfectamente al país, que tiene una educación y una salud públicas excelentes, con la opción privada, si quieres, también. Aquí hay una estructura social de servicios básicos bastante satisfactoria».
Sobre la comunidad cubana en el país suramericano, María del Carmen opina que todavía es «desordenada», pero que ya hay muchos emprendimientos cubanos: restaurantes, peluquerías, manicuras, agencias de viajes, y de envío de paquetería y dinero a Cuba. «Este es un país con grandes posibilidades para emprender, solo le falta al cubano creérselo», enfatiza.
«En la rama de la Salud lo que ha venido ha sido una invasión de médicos, enfermeras y personal de la salud cubanos, lo cual es muy positivo porque en este país hay mucha necesidad en esa área. Aunque aquí los procesos de homologación demoran», explica la gestora legal.
Asegura, en todo caso, que los uruguayos valoran mucho que el migrante tenga una formación y quiera ponerla a disposición de su país.
«Siempre digo que yo cumplí con mis hijos al sacarlos de Cuba, y si el día de mañana ellos quieren irse para Alemania, España o Estados Unidos, que lo hagan… Pero ya yo cumplí», comenta finalmente. «Ellos están en un país libre. Y, como nosotros, hay muchas más historias de cubanos que han decidido permanecer aquí».
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«Yo vine por visa de estudio», cuenta a El Estornudo Aniabet AV, según se identifica en su perfil de Facebook.«Y se puede pensar que por no haber cruzado fronteras la historia fue más fácil; pero no lo fue para nada, por todos los trámites e impedimentos por parte, fundamentalmente, de la Embajada de Panamá en La Habana para la autorización de la visa de tránsito».
Ella debía comenzar el 19 de abril de 2022un máster en Dirección de Comunicación y Marketing en la Universidad ORT, «pero gracias a la Embajada de Panamá», dice «tuve que comenzar por Zoom, y a través de una VPN, a recibir las clases».
«Llegué el viernes 3 de junio en la madrugada, y, si no estaba antes del martes de la semana siguiente, perdía el máster y todos los esfuerzos. En una de las materias tuve que hacer un examen conectada por video. Mi ordenador no tenía batería, y pude hacerlo gracias a una planta eléctrica que hay en casa de mi hermana. La planta tenía fallos y se me apagó el portátil 20 veces (las conté). Terminé muy estresada y llorando, pensaba que había desaprobado», recuerda Aniabet.
La universidad hizo «todo lo posible» para que ella pudiera llegar a tiempo, aunque «no entendían cómo una embajada que no fuera la de Uruguay podía influir en mi viaje. Son cosas que como ciudadanos uruguayos no entendían y nunca van a entender», dice. «Muchas veces pensaron que era yo la que no quería venir y que les estaba haciendo perder el tiempo».
«Fueron momentos difíciles y estresantes; así vivimos un montón de situaciones más», afirma. «Mi motivo para viajar: quería superarme. Además, mi novio en ese momento (ahora esposo) estaba acá, y la forma más segura que encontramos fue esa, honestamente. Mis padres no querían que viniera cruzando fronteras y él tampoco, aunque ya había venido así tiempo antes».
Para la joven cubana el proceso de legalización en Uruguay no resultó «muy complicado», aunque tardó algún tiempo: «Imagínese que llegué el 3 de junio y mis antecedentes penales se vencieron el 26 de mayo; o sea, tuve que volverlos a sacar desde acá, y esperar por ellos para poder finalizar el proceso de residencia. Actualmente ya soy residente legal».
Luego el reto fue encontrar trabajo. «Tardé dos meses de NO y entrevistas fallidas para comenzar a trabajar. Depender de mi novio fue horrible, porque venía acostumbrada a ser independiente, a tener mis cosas y mi dinero, y acá no podía hacerlo», resume Aniabet ese momento inicial de incertidumbre.
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De acuerdo con un estudio de WOLA, organización que investiga y promueve los derechos humanos en las Américas, casi medio millón de migrantes cubanos llegaron a Estados Unidos en los años fiscales 2022 y 2023. Sin contar otros 36 mil que presentaron solicitudes de asilo en México, entre enero de 2022 y noviembre de 2023. «En conjunto, estas cifras representan más del cuatro por ciento de la población cubana, lo que equivale a vaciar provincias enteras de la isla en solo dos años».
Y esos alarmantes números no tienen en cuenta a los miles que se han dirigido hacia otros destinos, principalmente Brasil, Uruguay y Rusia, apunta la organización en su análisis sobre las «Cinco tendencias clave de la migración cubana en 2023».
Se explica ahí que, ante las restricciones para que los cubanos puedan ingresar en Estados Unidos, otros países de la región latinoamericana también han cerrado sus puertas a los ciudadanos de la isla, quienes suelen viajar con destino a Nicaragua en vuelos con escalas en Costa Rica (comenzó a exigir visas de tránsito desde febrero de 2022), Panamá o República Dominicana (ambas naciones impusieron igual medida en marzo de 2022). En tanto, Jamaica y México piden documentos de tránsito aeroportuario a los cubanos desde marzo y octubre de 2023, respectivamente.
Junto a Nicaragua, Guyana es de los pocos países del hemisferio que tienen libre visado para los cubanos. Durante años (antes de noviembre de 2021), ese país fue la entrada principal en tierra firme para la tortuosa ruta migratoria hacia Estados Unidos que atravesaba el Tapón del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, y luego continuaba por Centroamérica hasta México.
En el último año, solo unos cientos de cubanos atravesaron la peligrosa selva del Darién. Sin embargo, Guyana se mantiene como la alternativa más expedita para los migrantes irregulares cubanos que van hacia Brasil y Uruguay, según el estudio de WOLA.
Por su parte, la asesora migratoria María del Carmen Pupo señala que antes de la COVID-19 predominaba la vía legal para viajar a Uruguay. «Desde 2016 y 2017 están llegando cubanos, pero en ese momento eran poquitos. Realmente, llegaban 200, 300 al año. La mayoría lo hacían mediante un proceso de visado ante el Consulado uruguayo en La Habana», explica. «Pero en 2020 esos procesos comenzaron a demorarse y llegó un momento en que los tiempos de espera por una visa eran de un año y medio. Todo eso, además de lo que pasó en Cuba con la pandemia y la crisis económica, detonó que las personas comenzaran a mirar al Uruguay como un destino migratorio a través de fronteras».
El dinero disponible —ya sea en propia mano o bien gracias a parientes o amigos que costean el viaje— suele ser también un factor decisivo en la elección de la ruta migratoria: hacia el norte o el sur… «El que no tiene mucho dinero o prefiere emigrar con toda la familia, toma a Uruguay como destino migratorio, a través de fronteras, porque el tránsito es menos costoso [entre tres mil y cuatro mil dólares por personas], en comparación con otras rutas migratorias por Centroamérica y México», puntualiza la consultora asentada en la nación sudamericana. Y justamente esto ha disparado —teniendo en cuenta la escala del país— «una migración que ha enloquecido al sistema migratorio uruguayo».
«En estos momentos, Uruguay tiene un atraso de más de 24 mil solicitudes de refugio. Los que llegan por la frontera entran por una categoría que no es migratoria; es más bien humanitaria. Son admitidos como solicitantes de refugio y tienen que hacer un proceso ante la Comisión de Refugiados, y demostrar que son admisibles, pero la mayoría no lo son porque no pueden demostrar que su vida corría peligro en Cuba o que eran perseguidos políticos. Por eso ahora mismo han quedado en un estatus muy complicado más de cinco mil cubanos que no tienen la posibilidad de hacerse residentes», insiste María del Carmen Pupo, quien de todos modos no descarta una vía para la esperanza.
Desde su punto de vista, una solución pudiera llegar tras la muy reciente decisión aprobada por el gobierno para establecer la figura de «residencia por arraigo». Por el momento, el programa solo beneficiará a “aquellas personas extranjeras que, a la fecha de publicación del decreto, sean solicitantes de refugio y hubieran ingresado regularmente al territorio nacional y tengan una permanencia en el país superior a 180 días”. Miles de migrantes irregulares, incluidos todos esos cubanos, esperan en el limbo una oportunidad.
Doy fe que a la gran mayoria de los cubanos en mi pais les ha ido bastante bien, tengo contacto diario con varios que viven al lado de mi comercio alquilan habitaciones y de los 6 que hay, 5 son profesionales, a algunos les ha costado mas, otros menos pero todos han conseguido trabajo, los profesionales, bien pagos, bienvenidos sean.