El cine, los cineastas y los dinosaurios

    El cine lo hacen los cineastas, no los funcionarios. Es el cuarto viernes de junio, son las nueve de la mañana, y la acera del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en 23 entre 10 y 12, comienza a llenarse de cineastas. Uno de los problemas del cine cubano es, sin dudas, que hace años dicha acera está más poblada de funcionarios que de cineastas. 

    Hay ahora, en cambio, un ambiente en que los cineastas son mayoría: los de gran obra —aquellos con el Premio Nacional de Cine y películas clásicas o de gran popularidad— conversan con quienes juntan los pesos para hacer su primer largometraje y vibra con fuerza lo que escribió Gastón Baquero para el número fundacional de la revista Encuentro de la Cultura Cubana (valdría la pena volver una y otra vez a Encuentro, cuya lucidez colectiva posee una actualidad que espanta): «Los encuentros de artistas, escritores y demás elementos ligados a la actividad cultural, ofrecen el más seguro y el mejor de los caminos».

    Dialogar ha sido siempre el mejor de los caminos, el más seguro, el más perdurable, el que se ha escogido muy pocas veces a lo largo de la Revolución cubana. 

    Es, en un escenario de crispación ante la censura, que funcionarios del gobierno escucharán por fin los reclamos de un gremio que se ha unido contra injusticias recientes y que ha reflotado viejos sufrimientos, interdicciones y otros malos ejercicios de la política cultural. Habrá diálogo y sucederá en la misma sala en la que hace 20 años se estrenó esa gran película que es Suite Habana, de Fernando Pérez, presente ahora en esta reunión que, nadie lo sospecha al entrar, se prolongará hasta poco más de las seis de la tarde. Una jornada de fuertes y profundas reflexiones sobre el modelo social cubano, el funcionamiento de las instituciones, las libertades de expresión y de creación, el velo ideológico que gravita sobre la cultura cubana.

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    «Lo que está en juego es el derecho de cualquier artista a, sin mentir, expresar su punto de vista», dijo Juan Pin Vilar, director del documental La Habana de Fito, detonante de un encuentro que, como la asamblea del 15 de junio en el cine 23 y 12, no tardó en superar ese tema específico para concentrarse en la dicotomía entre libertad y censura que mantiene en tensión al gremio.

    Son mil 472 las butacas del cine Chaplin y muchas de ellas no estarían vacías si las complejas circunstancias económicas y políticas del país no hubiesen obligado a emigrar a buena parte de los jóvenes cineastas cubanos. «Nuestro cine está dañado», dijo Fernando Pérez, y agregó, con autoridad moral, lo que debe ser la esencia de cualquier empeño artístico contemporáneo: «Nunca más el caso Padilla».

    Al frente, escuchando las verdades de un gremio que bulle, hay decisores gubernamentales de peso, cuya implicación en este asunto —más allá de la lectura de algún informe y de las mismas palabras de siempre— está por demostrar. La viceprimera ministra del país, Inés María Chapman, así como el jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista, el ministro de Cultura y sus viceministros, los presidentes del ICAIC y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), escucharon al director Ernesto Daranas cuando dijo: «Lo que estamos discutiendo aquí abarca a toda la nación, y es el derecho a disentir».

    Escucharon también al director Enrique Álvarez cuando repitió, ahora frente a autoridades responsables de muchos de los asuntos por los que ahora protestan los cineastas: «Este país tiene que superar una política cultural que está basada en un principio excluyente, una política que tiene a la cultura fracturada». 

    «Tendríamos que tener», dijo también Álvarez, «al menos una sala de cine libre de censura, para ver todo lo que se ha censurado durante muchos años y todo lo que se censura ahora… Ojalá esa sala se llamara PM: sería un gesto de justicia poética».

    «Hay que hablar también de las oscuridades de la Revolución», dijo la directora de casting Gloria María Cossío, y el clamor fue unitario: «Sí». No hay cómo negarlo; hay censura y siempre la ha habido. También hubo aclamación tras preguntarse: «¿Hasta cuándo? ¿Cuántas reuniones y asambleas son necesarias? Nos decimos las mismas cosas una y otra vez y no pasa nada».

    «¿Quién decide lo que está dentro y lo que está fuera de la Revolución?», preguntó el actor Luis Alberto García, y lanzó varias advertencias a las autoridades: «Ustedes existen porque existimos nosotros»; «las instituciones no deben pastorear a los artistas»; «tienen que parar de censurar». «Todos los años hay un petate diferente con el cine», dijo. «Yo quiero vivir en un país en el que tenga libertad como creador, en el que yo no sienta que me estoy ahogando».

    «¿Qué le hace más daño a este país? ¿La libertad de expresión, la libertad de creación, o los grandes errores de las instituciones?», preguntó el joven productor Manuel Alejandro Rodríguez Yong. «Nosotros no somos un problema para la seguridad nacional de este país», agregó. «Díganle a la Seguridad del Estado que nosotros no somos el enemigo». 

    «No hay país que avance mientras el discurso ande por un lugar y la realidad por otro», dijo también Rodríguez Yong. «No hay país que avance mientras ustedes anden por un lugar y nosotros por otro».

    «La censura es muestra de ignorancia y la ignorancia no puede señorear en nuestras instituciones culturales», dijo la directora Magda González Grau. Y concluyó así la sesión matutina de la larga reunión.

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    «Soy hija de unos padres que me pidieron que no hablara. Me lo dicen porque tienen miedo, porque saben de la violencia institucional hacia los artistas», dijo la productora y directora Rosa María Rodríguez. «No voy a permitir, como mujer y como obrera del cine, que me quiten el derecho a filmar en mi país las historias que yo decida». En su voz resonó, otra vez, el imperativo que une a los cineastas presentes: «Tenemos que reconstruir el cine cubano».

    «Si toca a la puerta la intolerancia, seguiremos defendiendo nuestras películas, y lo haremos sin miedo», dijo el veterano director Jorge Luis Sánchez. En consonancia, el documentalista Jorge Fuentes afirmó, en su larga y vehemente intervención, que «esto no puede ser un hecho extraordinario; los funcionarios deben acostumbrarse a las protestas gremiales». «La UNEAC debe parecerse menos al gobierno, menos al Partido y más a los creadores», dijo también Fuentes.

    Hubo intervenciones impactantes, libres; un oasis en medio de las pesadumbres cotidianas de esta isla. Hubo rostros anonadados de los funcionarios. Hubo muchas butacas vacías; un intento de pelea a golpes, rápidamente sofocado… Y hubo, en particular, una exigencia por parte de los cineastas: «Necesitamos que no existan represalias por lo expresado aquí».

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    Hacia el final de la tarde hablaron los funcionarios, y fue como si, algunos de ellos, no hubiesen escuchado nada de lo dicho hasta entonces. La misma retórica de siempre; el mismo escenario de guerra que están acostumbrados a dibujar. Entendimos entonces lo que ha pasado: mucho ruido y pocas nueces. Es justo decir, con lo anterior, que la viceprimera ministra Chapman, más allá del discurso habitual, envuelto en palabras amables, pareció una persona inteligente, capaz de enfrentarse a los problemas sin la prepotencia del resto de dirigentes que la acompañaban en la mesa. Ella se comprometió a seguir reuniéndose con el gremio, aunque los cineastas, como la nación toda, no necesitan reuniones: necesitan soluciones.

    El cine y los cineastas cubanos no desaparecerán…  Siempre hubo en ellos, y habrá, ideas valientes y transformadoras. Uno siente que en la jornada del 23 de junio de 2023 vibró la Cuba del futuro; no importa el viejo poder de los burócratas, sus prejuicios y sus muecas al escuchar las verdades. Buenas películas se seguirán haciendo, aun en las más difíciles circunstancias. Ya sabemos, porque lo canta Charly García, qué va a pasar con los dinosaurios.

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    7 COMENTARIOS

    1. Los cineastas a la vanguardia en defensa de la libertad en la creacion y las instituciones oficialistas hablando sin soluciones. Mas de lo.mismo con lo mismo

    2. «No emprendas lo particular sin haber esclarecido lo general, pues lo general habita en lo particular.»

      Los cineastas pretenden resolver lo particular del gremio sin que se haya resuelto lo general de la nación: que cualquier cubano, sea cineasta, panadero o peluquero, pueda disentir sin temor a la violencia (ya no instituicional sino) gubernamental que hoy se ejerce contra ciudadanos indefensos.

    3. Debate de sordos. Estrategia que siempre utiliza el régimen para apaciguar y dividir ciertos gremios y sectores más levantiscos que otros . Dilatar la solución de los problemas. El Régimen sabe que la libertad es su muerte….Pero es un paso de avance esta Asamblea, espetarle en la cara de los burócratas del PCC estos argumentos reivindicativos es reconfortante, pero si se queda a este nivel, la reprensión y la censura no van a desaparecer jamás……Hay que llevarle a toda Cuba el mensaje de esta maravillosa Asamblea….

    4. Seguimos en la Teoria del Pan con Croqueta.
      Lo triste es que después de mas de 4 décadas, la gente sigue optando por olvidar. El cine Cubano esta dañado de hace muchos años, los cradores siempre se han marchado, lo que pasa es que ahora el morbo de resaltar el problema y no la raíz vende y se hace trending fácilmente. Buena suerte.

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