Tuve Hambre: comida y abrigo para los indigentes de Santa Clara

    Religiosamente, en viernes alternos, siempre a partir de las 11 de la noche, una pequeña caravana sale a recorrer las calles de Santa Clara. Religiosamente porque sus miembros son tan estrictos en la labor de llevar comida a los indigentes de la ciudad que no hay día previsto en que no salgan, aun cuando no tengan mucho para ofrecer, y también porque todos pertenecen a la parroquia del Carmen, y esto que hacen, aseguran, es un deber cristiano.

    A veces son 19, otras 23, pero nunca más. Casi todos son jóvenes feligreses de entre 15 y 26 años que siempre van acompañados por un hombre de mediana estatura, gafas pequeñas y rectangulares, ataviado con una sotana negra. Su nombre es Maykel Gómez Hernández, y tiene 43 años. Aunque originario de la ciudad de Camagüey, fue designado en 2022 diácono de la parroquia del Carmen. Según él, la idea de brindar apoyo a esas personas vulnerables que pernoctan en los rincones de Santa Clara, ahora concebida como un proyecto llamado «Tuve Hambre», no fue suya, sino de los muchachos y muchachas que escolta.

    «El proyecto Tuve Hambre nació durante la cena de Navidad de 2022 con los jóvenes que apoyan la parroquia. Quisimos tener una acción social que también sirviera para inculcarles el sentido de la Navidad, y acordamos que lo mejor era compartir aquella comida con quienes no iban a tener una cena en esa fecha. Fue un choque de realidad que los muchachos no habían tenido, y fueron ellos quienes se animaron a continuarlo», cuenta Gómez.

    El nombre del proyecto, dice también, se inspira en un versículo de los evangelios, Mateo 25:35, que dice: «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis».

    Ana Carla Morales, joven católica asociada a la parroquia del Carmen, confiesa que, al principio, se involucró por simple curiosidad. Pese a ser natural de Santa Clara, sentía que no conocía del todo su ciudad, no de noche, no aquellos rincones a donde nadie suele mirar.

    «Tenía curiosidad por conocer las calles de Santa Clara, por ver más allá de lo que estoy acostumbrada. Cada salida, cada comida, logra despertarme tristeza, pero también esperanza, haciendo que tenga más fe en el mundo, en el mejoramiento humano. Cuando muchas manos ayudan, todo es posible», dice.

    En la parroquia del Carmen las llaman «salidas de misión». Eligieron hacerlas quincenales para así poder garantizar en cada una de ellas un promedio de 65 comidas, que los muchachos colocan en platitos desechables o de plástico cubiertos con nylon y reparten entre vagabundos y mendigos sin hogar. Antes, cuando apenas comenzaba esta iniciativa, eran menos los participantes y las ayudas. Pasado poco más de un año desde aquella fundacional cena de Navidad, los recursos han crecido modestamente y los jóvenes integrados ya sobrepasan el ámbito de la ciudad. Ahora vienen también de pueblos como Manacas, Iguará y Placetas.

    «A mí me motivó a vivir esta experiencia la necesidad que están pasando muchas personas por las condiciones en las que vivimos hoy. Me ha marcado mucho porque es algo que nunca había hecho. Nunca había visto lo que vemos en las calles», dice Leandra Díaz, también participante en el proyecto.

    Tiene razón. Ni siquiera el diácono Maykel Gómez, mucho mayor que ella, había visto semejante nivel de precariedad en las calles de Cuba. De día, explica, no es tan visible este fenómeno. Los mendigos y deambulantes, aunque presentes a esas horas, suelen confundirse en el ajetreo cotidiano, se pierden en el ir y venir de la gente. Ya de noche, en las avenidas y callejones aparentemente vacíos, emergen sus figuras harapientas. En plazas, parques y portales de establecimientos públicos, se les puede observar mientras escogen, en el suelo, en un banco, el espacio que les servirá de cama.

    «Salimos en un horario en que prácticamente la población no nos ve. Además, a esas horas es cuando más mendigos se perciben en las calles. El proyecto ha tenido buena aceptación entre ellos y ha creado una sensibilidad en los jóvenes frente a esta realidad contundente», dice el diácono, y agrega: «Si algo me preocupa es que lo que no se veía hace unos años, o se veía en una minoría de la sociedad, se ha convertido en algo masivo. En las últimas salidas hemos encontrado agrupaciones, pequeñas comunidades de cuatro personas que se juntan a dormir en un portal para cuidarse de quienes los pueden asaltar, de quienes que a veces son tan pobres como ellos y pretenden quitarles lo poco que tienen».

    Esbozo de la miseria en Cuba

    Los vagabundos y mendigos no son reconocidos como tales por el Estado cubano, que oficialmente prefiere usar el término «personas con conductas deambulantes». Según la Real Academia de la Lengua Española, una conducta es la «manera con que las personas se comportan en su vida y acciones», es un «proceder», un «hábito», una «costumbre». Para el Estado cubano, dormir en las calles, comer de la basura y mendigar es, al parecer, eso; no una condición impuesta por circunstancias terribles.

    Por otro lado, las cifras oficiales que reflejan el comportamiento de este fenómeno en la isla son, cuanto menos, cuestionables: de 2014 a 2020, supuestamente, dos mil 289 personas vivieron en las calles del país; al final de este periodo, habrían quedado apenas 661 «casos sin resolver». Para entonces, existían en Cuba seis Centros de Protección Social provinciales —en Pinar del Río, La Habana, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Granma—, instituciones cuya función es atender temporalmente a estas personas. En las calles del país, sin embargo, se percibía una realidad muy distinta a la oficial.

    Al siguiente año, con la intención de «corregir» malformaciones y malas prácticas en el manejo de la economía nacional, el gobierno impulsó una serie de medidas englobadas en lo que llamó Tarea Ordenamiento. El remedio quizás resultó peor que el mal que se buscaba frenar, pues el paquete fue aplicado durante la pandemia del COVID-19, un periodo ya de por sí nefasto para todas las economías del mundo.

    Para finales de 2023, cuando al fin se reconoció el fracaso de la Tarea Ordenamiento, la economía nacional había experimentado un largo periodo de contracción sostenida, y entre los síntomas más graves se contaban una sensible disminución de las exportaciones, un sector turístico incapaz de recuperarse y una inflación que, respecto a 2022, se había disparado un 30 por ciento.

    De acuerdo con una encuesta realizada a finales del año pasado por la plataforma Cubadata, el 84.5 por ciento de la población consideraba «difícil» o «muy difícil» encontrar productos básicos a precios asequibles. Unos pocos meses después, según estimación del economista Omar Everleny Pérez —catalogada como «conservadora» por su colega Pedro Monreal—, el precio de la canasta básica alimentaria mínima para dos personas en la isla ascendía a casi 20 mil pesos (64 dólares en esas fechas).

    El salario promedio en La Habana, superior al del resto de las provincias, es de cuatro mil 689 pesos, es decir, unos 15 dólares en el mercado informal al momento de escribir este texto; la pensión mínima, fijada en mil 528 pesos, equivaldría a poco menos de cinco dólares. Mientras tanto, el precio de un cartón de huevos en la isla oscila entre los dos mil 800 y los tres mil pesos, aproximadamente diez dólares. Los cálculos son esclarecedores: el Estado cubano es incapaz de garantizar ingresos suficientes a una buena parte de la población para acceder a la canasta básica alimentaria mínima y para consumir al menos un huevo al día.

    En septiembre de 2023, los informes oficiales solo reconocían, desde el año 2014, tres mil 690 casos de «personas con conductas deambulantes», de los cuales habrían sido resueltos dos mil 798. Es decir, para mediados del pasado año, supuestamente, quedaban en la isla 892 casos. Estos, de acuerdo con las autoridades, se concentraban sobre todo en La Habana, Holguín, Santiago de Cuba y Camagüey, provincias que son, casi en el mismo orden, las más afectadas por el déficit de viviendas en la isla.  Según los datos ofrecidos entonces, el 86 por ciento de los casos eran hombres, el 30 por ciento poseía algún tipo de discapacidad físico-motora, el 25 por ciento sufría algún trastorno psiquiátrico y el 31 por ciento padecía alcoholismo.

    En septiembre de 2023, durante una reunión de trabajo del Consejo de Ministros, la titular de Trabajo y Seguridad Social, Elena Feitó Cabrera, se refirió al problema de las personas económicamente vulnerables que viven en las calles. Por supuesto, Feitó Cabrera elogió la inversión en asistencia social del Estado cubano. Sin embargo, apenas un año antes, hasta el 45 por ciento de las inversiones estatales habían sido destinadas a la construcción de hoteles, lo que representó un volumen muy superior al destinado a sectores como salud, vivienda, educación y asistencia social. Por otra parte, la ministra echó mano al nuevo Código de las Familias para recalcar la responsabilidad de las familias respecto a las «conductas deambulantes» de sus miembros.

    Según lo establecido, los consejos de administración provinciales cuentan con cierta autonomía para tratar este asunto en sus respectivos territorios, con procedimientos que deben quedar por escrito en manuales titulados «Procedimientos para la atención a las personas con conductas deambulantes». Fue en ellos donde se dieron por primera vez definiciones claras sobre lo que significa «conducta deambulante». El manual correspondiente a la capital indica que se trata de: «Personas en situación de vulnerabilidad social con ausencia de productividad, afectadas por problemas de vivienda, relaciones familiares deficientes y/o un estado de salud mental deteriorado, que se manifiesta como: depresión, carencia de alimentación, vestuario deficiente, patrones desajustados de conducta social, falta de aseo, conducta migratoria, mendicidad, pérdida de la autoestima, afectaciones toxicómanas que pueden o no desencadenar en una conducta disocial».

    En febrero de 2024, un reportaje aparecido en Cubadebate volvió sobre el tema, aunque sin actualizar los datos. Yurisdaisy Bustamante Pérez, subdirectora de Trabajo Social del Centro de Protección Social de La Habana, declaró a ese medio oficialista que los casos de personas con «conductas deambulantes» habían aumentado, algo que achacó principalmente al desarraigo familiar, los «problemas sociales» y el envejecimiento poblacional. En la entrevista se refirió además a una nueva circunstancia que abona este fenómeno: la situación de quienes vendieron sus hogares y demás pertenencias para emigrar y luego terminaron deportados a la isla, donde entonces no les queda un techo bajo el que vivir. Durante 2023 fueron deportados cinco mil 253 cubanas y cubanos, mientras que en los dos primeros meses de 2024 se reportaron 276 casos.

    De acuerdo con Bustamante Pérez, la mayoría de los deambulantes pertenecen a la tercera edad, por lo que el fenómeno podría agravarse aún más mientras continúe la migración de los miembros más jóvenes de las familias cubanas. Según datos de 2018, por entonces vivían solos en Cuba el 17.4 por ciento de los ancianos. Sin embargo, aclaró la funcionaria, no todas las personas en situación de calle son adultos mayores.

    «La situación económica actual ha llevado a muchos abuelos a estar en la calle, revendiendo algún producto o buscando con qué alimentarse, y eso da la imagen de mayor cantidad de personas con conductas deambulantes», señaló Bustamante Pérez, quien también contradijo el discurso triunfalista de la ministra Feitó Cabrera cuando admitió que «las ayudas para los ancianos no son suficientes».

    Actualmente, existen en el país nueve Centros de Protección Social, pues entre 2021 y 2023 se inauguraron los de Matanzas, Ciego de Ávila y Santiago de Cuba. En promedio, cada uno tiene capacidad para 250 personas, aunque el de La Habana, el mayor, puede albergar hasta 500. En todo caso, existe la percepción de que cada vez son más comunes las estampas de indigencia en las calles cubanas.

    Tuve Hambre: labor religiosa, pero también social

    El desentendimiento del Estado respecto de sectores vulnerables ha dado pie a iniciativas filantrópicas nacidas de la sociedad civil (dentro y fuera de la isla) y de algunas comunidades religiosas; especialmente, a partir de los difíciles tiempos de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, como suele ocurrir, la solidaridad y la caridad son insuficientes para cubrir las necesidades del considerable segmento de la población que enfrenta condiciones precarias.

    En opinión del diácono Maykel Gómez Hernández, ello ha obligado a la Iglesia católica a hacerse sentir más en la isla luego de haber sido «diezmada» y «mutilada» durante varias décadas.

    «La Iglesia está resurgiendo. No es un secreto para nadie que en los años setenta y ochenta ser católico en Cuba era no tener derecho a muchas cosas. Cosas del pasado que, luego de la visita de San Juan Pablo II, fueron cambiando», dice, aunque lamenta que hasta ahora esta institución no tenga en Cuba «otra manera de proveerse económicamente que no sea mediante ayudas, casi siempre del exterior», y que además sea «controlada desde la Oficina para la Atención de los Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba». Esto, a su entender, maniata su capacidad de acción. 

    Para Gómez Hernández, este resurgir de la Iglesia católica en Cuba se debe al fortalecimiento de su función social y su acercamiento a «los problemas terrenales» de la población. Durante los últimos cinco años, por ejemplo, aunque su misión ha ido más allá, no pocos miembros del clero cubano se han posicionado en favor de la liberación de los presos políticos y de libertades políticas en la isla.

    «Una de las misiones de la Iglesia, aparte de sostener la fe, es sostener la caridad», dice el religioso camagüeyano. «Y ayudar al prójimo no solo debe hacerse por la salvación, sino por sentirnos hermanos de todos. La Iglesia debe estar para tender puentes hacia donde el más pobre, el más humilde, no puede llegar. Es misión de la Iglesia socorrerle».

    Después de estudiar Filosofía en República Dominicana y Teología en Guadalajara, México, Maykel Gómez Hernández regresó a Cuba en 2019. En 2022 fue designado diácono de la parroquia del Carmen, perteneciente a la diócesis de Santa Clara, la cual comprende las provincias de Villa Clara y Sancti Spíritus, y donde, recuerda él con orgullo, en 1998 hizo una de sus paradas el papa Juan Pablo II durante su visita pastoral a la isla.

    «La parroquia del Carmen», explica, «está regida actualmente por los salesianos, quienes nos dedicamos, sobre todo, al trabajo con los jóvenes de clases populares, aquellos que tienen poco acceso a la educación y otras oportunidades, que viven en zonas vulnerables. También atendemos a niños y adolescentes con discapacidad a través de nuestro proyecto Príncipe Enano».

    El lugar, en sí, es pequeño, y dentro de la ciudad atiende a feligreses que viven en un radio de seis kilómetros desde su ubicación. Pero con los años ha extendido su presencia en los campos: siete comunidades rurales adyacentes a la carretera que va hacia Maleza y otras tres en la que va hacia Sagua.

    Después de aquella noche de Navidad en que salieron a repartir comida a los indigentes de la ciudad, los participantes han intentado que el proyecto sea autosustentable. Entre todos no podían aportar lo suficiente para comprar mayor cantidad de alimentos. Entonces comenzaron a viajar a fincas y comunidades campesinas aledañas, donde compraban yogurt fresco a muy bajos precios para luego revenderlo en la ciudad. Durante algunos meses, las ganancias apenas cubrieron las comidas repartidas, pero no la compra del yogurt. Pasado un tiempo, con el agravamiento de la crisis económica en la isla y la caída de productividad en los campos, se vieron obligados a buscar otras alternativas.

    «Entonces tuvimos que recurrir a aportes de la gente, desde un poquito de arroz hasta una viandita. Lo que se pudiera. Aunque no era suficiente, el proyecto se volvió más formal y comenzamos a recibir apoyo desde el exterior, lo que nos ayudó a darle forma a una cocina», relata el diácono.

    Los platos que preparan cada viernes en la tarde constan de arroz, pollo (o picadillo) y algo de vianda. Si las últimas donaciones superan ligeramente a otras, ofrecen también jugo o yogurt. Así aseguran que más de 60 personas sin hogar ni dinero para mantener una dieta mínimamente adecuada se benefician de esta acción. La parroquia cuenta también con un taller de corte y costura donde se tejen mantas y edredones que también son ofrecidos a los indigentes de Santa Clara. Las ayudas, a veces, incluyen igualmente ropas.

    «Hay mil formas de ayudar», dice Maykel Gómez Hernández. «Pero lo interesante de esto es que la inquietud por hacerlo nació de los jóvenes y su choque con esta situación. Ha sido una experiencia muy conmovedora y reconfortante. Es lo que me dice que no todo está perdido en la sociedad, a pesar de que la indigencia en Cuba es una realidad contundente, latente y urgente».

    *Nota: Las donaciones al proyecto Tuve Hambre pueden coordinarse con el diácono Maykel Gómez Hernández a través del teléfono +53 59069306. También pueden realizarse a través de las siguientes cuentas: CUP: 9205 1299 7815 9151; MLC: 9235 1299 7933 7503.

    spot_img

    Newsletter

    Recibe en tu correo nuestro boletín quincenal.

    Te puede interesar

    Similares / Diferentes

    Similares, diferentes… Gemelos como incógnita y confirmación de la...

    «Un país se construye desde sus comunidades»

    Cuando los activistas cubanos Marthadela Tamayo y Osvaldo Navarro hablan, usan palabras como «ciudadanía», «articulación», «comunidad», «barrio» o «sociedad civil». Cualquiera diría que son términos válidos solo para las sociedades en democracia, y no para un país cerrado, donde parece que todo el mundo se marchó.

    No hay frenos para la inflación en Cuba

    La inflación oficial en Cuba se aceleró durante marzo...

    Pedro Albert Sánchez, el profe, el predicador, el prisionero

    Pedro Albert Sánchez es abiertamente «cristiano». Algo de mártir tiene. Y también de profeta. Cada una de sus acciones, consideradas «exitosas» solo en un plano simbólico, tributa al orgullo de haberse mantenido fiel a sus ideas. El profe condensa en sí mismo todo el imaginario cristiano. El sacrificio es su satisfacción.

    Economía cubana: crisis de productividad, inversión deformada, falta de divisas, descontrol...

    El gobierno cubano reconoce que aún no se concreta la implementación de las proyecciones acordadas para la estabilización macroeconómica del país. Igual admite el fracaso de la política de bancarización y que las nuevas tarifas de los combustibles aumentaron el valor de la transportación de pasajeros, tal como se había predicho.

    Apoya nuestro trabajo

    El Estornudo es una revista digital independiente realizada desde Cuba y desde fuera de Cuba. Y es, además, una asociación civil no lucrativa cuyo fin es narrar y pensar —desde los más altos estándares profesionales y una completa independencia intelectual— la realidad de la isla y el hemisferio. Nuestro staff está empeñado en entregar cada día las mejores piezas textuales, fotográficas y audiovisuales, y en establecer un diálogo amplio y complejo con el acontecer. El acceso a todos nuestros contenidos es abierto y gratuito. Agradecemos cualquier forma de apoyo desinteresado a nuestro crecimiento presente y futuro.
    Puedes contribuir a la revista aquí.
    Si tienes críticas y/o sugerencias, escríbenos al correo: [email protected]

    Darío Alejandro Alemán
    Darío Alejandro Alemán
    Nació en La Habana en 1994. Periodista y editor. Ha colaborado en varios medios nacionales e internacionales.
    spot_imgspot_img

    Artículos relacionados

    Alberto, de casi cura a actor porno

    La primera vez lo hizo por diversión. Iba por...

    Indigencia como primer apellido

    Desde 2022, a Nancy se le puede encontrar diariamente en un banco del Parque de la Fraternidad, a dos cuadras de donde duerme. Allí se sienta con sus piernas hinchadísimas, como dos inmensas columnas griegas, que le impiden recorrer largas distancias. Allí también solicita la ayuda de quien le pase por delante.

    Fragmentos de una carta jamás enviada

    Quizás este modo de ver la realidad (el mío)...

     Juan Pablo II en Cuba: del silencio eclesial a la mediación política

      Acompaño con la oración mis mejores votos para que...

    2 COMENTARIOS

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí