Reajuste económico en Cuba: Echar el freno de mano y… ¿ahora qué?

    Sin muchas explicaciones, el gobierno cubano decidió suspender la aplicación de un paquete de medidas que supuestamente debía corregir distorsiones y, por fin, impulsar la economía en 2024.

    El gobierno cubano puso en pausa el paquete de medidas económicas aprobado durante el último periodo de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). El mismo debía comenzar a aplicarse entre febrero y marzo, y estaba dirigido, supuestamente, a «corregir distorsiones y reimpulsar la economía en 2024».

    La decisión fue informada hace algo más de una semana en un reporte del diario Granma sobre la más reciente reunión del Consejo de Estado. Allí se acordó frenar por el momento lo que en opinión de muchos sería un «paquetazo» para la ciudadanía, puesto que implicaba aumentos en los precios de combustibles, electricidad, transporte público, así como la eliminación de subvenciones a la canasta básica familiar y la aplicación de algunos impuestos a servicios básicos.

    El citado medio del Partido Comunista de Cuba informó asimismo que, del 15 de enero al 15 de febrero, se estuvo consolidando un sistema de trabajo para el seguimiento y control del proceso de implementación de una estrategia con la que el gobierno pretende reactivar la economía e ir saliendo de la agravada crisis que vive el país.

    De acuerdo con la relatoría de Granma, el primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, ratificó que no se ejecutará el plan «hasta que no estén las condiciones creadas», si bien el presidente de la ANPP y del Consejo de Estado, Esteban Lazo Hernández, insistió en considerar que tales medidas pueden «resolver los problemas existentes» y que son oportunas para «defender la obra y las conquistas principales de la Revolución, y para proteger a la población».

    Previo a esta decisión integral, poco antes de comenzar febrero, ya se había anunciado que se prorrogaba la actualización de los precios del combustible, así como su comercialización en dólares, aunque esto se justificó con un supuesto ciberataque desde el exterior, el cual habría comprometido la seguridad informática de los servicentros pertenecientes a la corporación CIMEX.

    Solo unos días después, el mismo periódico informó sobre una serie de movimientos de cuadros, incluida la inesperada destitución de Alejandro Gil Fernández como viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación; en su lugar fue nombrado Joaquín Alonso Vázquez, de 60 años, hasta ahora ministro presidente del Banco Central de Cuba. Juana Lilia Delgado Portal, de 57 años, asumió el puesto de este último. Por otra parte, también fueron liberados de sus cargos —«por renovación»— los titulares de Industria Alimentaria y de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. 

    La coyuntura cubana

    En un reciente artículo aparecido en Diario de Cuba, el economista cubano Emilio Morales afirmó que el gobierno cubano abortó urgentemente «el paquetazo» anunciado porque tiene «un pánico atroz a que se produzca un gran levantamiento popular». En su opinión, «la situación actual del país es extremadamente crítica» y, de hecho, «la crisis actual supera con creces la del Periodo Especial, a comienzos de los años 90».

    «Esta es una crisis multisistémica a la que el gobierno no acaba de encontrarle salida. La incompetencia de la cúpula gobernante que detenta el poder, sumada a la falta de liderazgo existente en el país, al estado de bancarrota en el que se encuentran las finanzas, al deterioro de las principales industrias, al descenso del 75 por ciento de los ingresos de la economía en comparación con 15 años atrás, han sepultado en los cubanos toda esperanza de una solución a esta crisis. Como consecuencia, más del 80 por ciento de la población cubana hoy vive en la pobreza», razonó Morales, presidente y CEO de The Havana Consulting Group & Tech (THCG & Tech), especializado en economía cubana. «En realidad, el barco está haciendo agua por todas partes, quitar a unos cuantos ministros y caras conocidas no resolverá la crisis, lo que hay que cambiar es el sistema», subrayó. 

    Ciertamente, los dos primeros meses de 2024 no han sido fáciles para los cubanos en la isla (varios cientos de miles han emigrado solo en los últimos años). Según los registros diarios de la plataforma independiente elToque, la maltrecha moneda nacional (CUP) no ha dejado de devaluarse en un mercado informal de divisas —el cual rige de facto las transacciones dentro de la isla— donde el euro y el dólar estadounidense ya han sobrepasado la barrera de los 300 pesos por unidad.

    El jueves 22 de febrero, dos días después del frenazo al plan económico gubernamental, el dólar, el euro y la virtual MLC [Moneda Libremente Convertible; controlada oficialmente] alcanzaban cifras récord de venta. Ese día, el euro se situó en los 314.50 CUP, cuatro pesos y 50 centavos más que la jornada precedente; el dólar amaneció en 307 pesos por unidad, dos pesos por encima del precio de referencia anterior, y la venta promedio de MLC alcanzó 263 CUP por unidad. Actualmente, cada una de esos precios se ha incrementado ligeramente.

    Un contexto de incertidumbre e inestabilidad económica, sin proyecciones gubernamentales concretas, hace que «persistan las condiciones que impulsan la demanda de divisas y que la oferta se mantenga restringida», ha señalado el Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (OMFi). Y, en específico —según análisis publicado en elToque—, «la incertidumbre generada por medidas poco claras o no transparentes podría también reflejarse en la tasa de cambio, que se convertiría en un indicador de las expectativas de la población».

    A la escalada en el mercado informal de divisas, con valores que duplican lo visto durante el llamado Período Especial, se ha sumado en estos primeros meses del año la recurrencia de apagones eléctricos por «déficit en la capacidad de generación» de hasta más de mil 300 megawatts (MW) en un día.

    El director técnico de la Unión Eléctrica (UNE) de Cuba, Lázaro Guerra Hernández, admitió a principios de febrero, en entrevista para el Sistema Informativo de Televisión Cubana, que ese déficit se debía principalmente a la falta de combustible en el país. «Sí, efectivamente, de tener combustible las afectaciones serían mínimas. Y tenemos un nivel de indisponibilidad [de combustible] importante, sobre todo en la generación distribuida y en parte de las centrales flotantes…».

    Sin embargo, un reporte de Reuters (13 de febrero) señaló que los datos de importaciones de crudo a que tuvo acceso esa agencia de noticias «arrojan dudas» sobre tal explicación oficial, no solo para los apagones, sino también la falta de transporte público, las largas colas de autos en las gasolineras e incluso la suspensión de eventos deportivos en el país.

    El análisis de ese medio señala que Cuba estaría recibiendo alrededor de 129 mil barriles de petróleo diario (bpd), es decir, «más que suficiente para cubrir [las] necesidades declaradas» de la economía cubana, que rondarían los 125 mil bpd —incluidos generación de electricidad, gasolina, diésel y fueloil.

    Como es habitual, las autoridades de la isla no han ofrecido aclaraciones al respecto. Pero el director del Programa de Energía para Latinoamérica y el Caribe de la Universidad de Texas, Jorge Piñón, sugirió a Reuters que esa incongruencia en las cifras podría explicarse por dificultades internas de infraestructura, logística y capacidad de refinación.

    Termoeléctrica de Felton, en Holguín, Cuba
    Termoeléctrica de Felton, en Holguín, Cuba / Imagen: YouTube/Canal Caribe (captura de pantalla)

    Por esos mismos días, el Ministerio del Comercio Interior (MINCIN) de Cuba justificaba en un comunicado los faltantes y retrasos en la cuota normada de víveres correspondientes a la canasta básica aludiendo a «afectaciones climatológicas» ocurridas entre finales de enero y principios de febrero. Entre los productos afectados se incluían arroz, frijoles, azúcar, leche en polvo, aceite, huevos, carne de res o pollo para niños; todos alimentos que, por otra parte, han alcanzado precios muy elevados para los bolsillos de los cubanos de a pie, tanto en el mercado informal como en el comercio minorista emergente de las empresas no estatales. 

    A principios de febrero, un video compartido en redes sociales por ADN Cuba mostraba los precios de algunos alimentos básicos a la venta en una MIPYME en La Habana. En un país donde el salario medio no alcanza los cuatro mil pesos cubanos, un cartón de huevos (30 unidades) se vendía a dos mil 700 pesos; un kilo de arroz, a 500 pesos; un kilo de frijoles, a 700 pesos; 200 gramos de mantequilla, a 350 pesos, y dos libras de azúcar blanca, a 700 pesos.

    En un hilo de X sobre el Índice de Precio al Consumidor (enero de 2024), de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), el economista cubano Pedro Monreal hizo notar que los precios de los alimentos siguieron liderando durante ese el primer mes del año, «por amplio margen», la escalada general de los precios al consumidor. «Sin aumento de oferta de alimentos es difícil asumir que se reduciría sustancialmente la inflación», enfatizó el experto.

    Indicó también que la inflación, que «sigue descontrolada», entró desde noviembre de 2023 en «una meseta» ubicada entre el 31 por ciento y 32 por ciento de crecimiento, si se mide en términos interanuales. «Es el tipo de dato que haría “pensar dos veces” a quienes deben “planificar” incrementos de precios y tarifas», advirtió.

    Fuera de «Alimentos y bebidas no alcohólicas» (y especialmente la carne de cerdo), las divisiones que más contribuyeron al incremento general de precios en enero fueron «Transporte» (algunas actividades) de «Hoteles y restaurantes» (principalmente la gastronomía), resumió Monreal.

    «¿Por qué tanta incoherencia?»

    «Toda medida que tenga corte transversal, que toca toda la economía, termina al final pagándola el consumidor», comenta en diálogo con El Estornudo el economista cubano, Omar Everleny Pérez Villanueva, quien valora, en todo caso, que «la decisión del gobierno de frenar las medidas anunciadas para febrero y marzo demuestra inteligencia».

    «Veo que por primera vez se acercan a la realidad. Un aumento al que usa más energía, sobre todo a las MIPYMES que utilizan más de 500 MW, va a subir los precios, porque van a ponerle a sus mercancías ese aumento en la electricidad y al final lo paga el consumidor», explica el exprofesor de la Universidad de La Habana y exdirector de su Centro de Estudios de la Economía Cubana. «En un momento de máximo deterioro del poder adquisitivo de las personas, de los salarios que están muy bajos, […] de jubilaciones que rondan los mil 528 pesos en el 48 por ciento de los casos, ¿cómo permitirse el lujo de incrementar unos nuevos precios?».

    Pérez Villanueva, quien reside en la isla y es actualmente asesor académico del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, considera esto bastante obvio para quien observa los hechos económicos en Cuba. «Realmente eso era una cosa más que demostrada», dice, «pero la pregunta mía es: ¿por qué tanta incoherencia?, si eso se analizó tan bien en la ANPP. ¿Nadie de esa Asamblea se pudo dar cuenta de que era una medida de corte transversal? Después se analizó en el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, en el Consejo de Estado, en todas las reuniones que hubo en enero. Incluso, todavía el 28 de enero el ministro de Economía [Alejandro Gil] estaba diciendo que “las medidas” eran necesarias. ¿Cómo es posible que de un día para otro se haya dado ese frenazo?». 

    El economista incide —si bien con menos vehemencia que su colega Emilio Morales— en el malestar general de la ciudadanía: «La causa de tomar esta decisión [el frenazo del paquete económico] es que la situación de la población es muy agobiante. Entonces, apagones, poco poder adquisitivo…; la decisión estaba muy clara. No se podía agregar un nuevo incremento de precios —aunque [con todo] sí se produjo, porque en el transporte, al menos en La Habana, se adelantaron y subieron el peaje, las tasas a pagar […] por diferentes tramos, y ya eso se quedó así; no se ha retrocedido, a pesar de que se paró la medida [general de ajuste de precios al alza]», agrega. 

    Desde su punto de vista, «la gente está [ahora] en una situación mucho más difícil, porque a mediados del año anterior, aunque los precios eran también muy altos, había una cierta estabilidad en la cuota normada, que siempre ha sido poca y disminuida, pero siempre se daba. […] Te digo todo esto, porque las personas necesitan comer a diario. No es que tú me entregues el arroz el [día] 17, es que yo tengo que comer también del día uno al 16 [de cada mes]. Y, ¿a qué precio estaban pagando el arroz? A 250 pesos la libra. Entonces, las personas ya no tenían recursos para poder alimentarse. Y, en medio de eso, ¿ibas a tomar ese tipo de medidas? Creo que el frenón fue superimportante», opina Pérez Villanueva sobre unas circunstancias que, básicamente, no se han modificado desde entonces.

    Sobre ese aplazamiento de las medidas «hasta que las condiciones estén creadas», atribuido al primer ministro cubano en la nota de Granma, el académico supone que se trataría entonces de «un futuro muy largo», puesto que es necesario, primero, incentivar la producción en el país, algo que no se conseguirá, evidentemente, «de hoy para mañana».

    «Creo que donde debe haber más incentivos es en la agricultura», sostiene, «porque algo pasa más allá del sinnúmero de medidas que ahí se han tomado. La producción no aumenta y Cuba sigue importando los principales alimentos que consume. Entonces, el problema de Cuba más que inflacionario es un problema productivo».

    En lo inmediato, parece al menos que se han evitado males mayores. «Lo positivo de todo esto es que se dieron cuenta y no tomaron esta iniciativa», recapitula Pérez Villanueva, «porque imagínense cuál hubiera sido el chasco si se hubiera aplicado [por ejemplo] la medida del aumento de la gasolina el día primero [de febrero] y el cinco se hubiera dicho que no iba a seguir, que volvían los precios anteriores. Por lo menos, fue a tiempo, y es de sabios rectificar. Esperemos ahora a ver si lo que le hace falta al país se va a trabajar con el pragmatismo que se ha dicho», concluye.

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    Katia Monteagudo
    Katia Monteagudo
    Nació en el centro de Cuba, pero es ya chilanga por adopción. Pertenece a la generación del linotipo, a la mismísima era del plomo, pero sigue en el oficio por puro deseo casi 40 años después de haberse licenciado en la Universidad de La Habana.
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