Derroteros del football contemporáneo: ¿dinero vs. grandeza? 

    ¿Crees que eso cambiará el sentido de la moral, 

    el hecho de que no la podamos usar como medio para juzgar…?

     ¿Y que estamos cambiando todo nuestro sistema moral para adaptarlo

     al hecho de que vivimos ridículamente? […]

     ¿De qué sirve que creas en cosas buenas? 

    Phillip Jonhson a Susan Sontag

    Lo pretendía el Napoli, actual campeón de la Serie A italiana, y le proponía un sueldo de dos millones al año, pero Gabri Veiga, canterano y mediocampista del Celta de Vigo y uno de los talentos más prometedores en España y del planeta football, se decantó por Ah-Ahli, club de la Saudi Pro League, con un contrato hasta 2026.

    Acto seguido, la respuesta del veterano alemán Toni Kroos se hizo viral en un post de Instagram donde el gurú del mundo futbolero Fabrizio Romano anunciaba la noticia. Escribió el jugador del Real Madrid, lacónico y lapidario: «embarrassing» («vergonzoso»). En el club saudí Ah Ahli, el joven Veiga tendrá un salario de entre 12 y 15 millones por temporada. 

    Hasta el momento los fichajes de la Saudi Pro League no pasaban de ser gestos de reciclaje pregeriátrico, pues aun estando en activo y, en algunos casos, siendo pretendidos en Europa, no es menos cierto que básicamente las carreras deportivas de los predecesores de Veiga ya van en declive. Jugadores en la última fase de sus vidas profesionales como futbolistas pero que aún rendían en clubes europeos. Tal era la pauta. Debo confesar que siempre fue chocante para mí. Veía cierto patetismo en los traspasos de CR7, Sadio Mané o Karim Benzema, por citar tres jugadores inmensos que habían conocido lo que es ganar títulos en Europa. Es decir, conocen la grandeza y esta no los abandonará…, por ahora. 

    Con el fichaje de Gabri Veiga, la Pro Saudi League acaba de desbloquear otro nivel. El hecho de que los saudíes hayan reparado en un joven y que este joven aceptara su contrato encendió las alarmas de analistas y aficionados, y ha incrementado la polémica en torno a la llamada «tentación de los petrodólares». Muchos consideran que, con solo 21 años, Veiga tenía reservado un grandioso destino, que debía cumplirse en el football europeo de élite.

    El propio Kroos comentó para Sports Ilustrated: «Se ha llegado a comentar que allí se juega un fútbol ambicioso, pero todo gira en torno al dinero. Es una decisión por dinero y contra el fútbol, el fútbol que conocemos y amamos».  

    Hay quien dice que la leyenda alemana no se refería puntualmente a Veiga, sino al fenómeno de fuga de talentos que está sufriendo el football europeo hacia la liga saudí. Espera: lo mismo sucedió con Europa y el football latinoamericano, arguyen algunos usuarios de Twitter. Hay quienes afirman que el Celta no le dio otra opción al joven y que el contrato de Napoli era truculento. Los románticos no dudan en tildar a estos jugadores de mercenarios y corean: «Más Tottis, Unáis y Puyols y menos Veigas, Mbappes y Neymars». 

    Rafa Benítez, director técnico del club gallego, salió en defensa del joven y pidió a todos que pensáramos en el bienestar y el futuro de su familia. El club se beneficiaría. Otros, por su parte, señalan que Gabri Veiga es un trabajador y que no hay dilema moral en ir a donde mejor le paguen, que la gloria debía ser reservada para las selecciones nacionales. 

    La suerte de cinismo y crudeza instrumental encapsulada en esta última reflexión fue la que me hizo reparar en un asunto que hasta ahora había visto en blanco y negro, y que daba como cerrado antes de manifestarse siquiera. ¿Qué es eso intangible que nos lleva a amonestar la decisión del jugador gallego? ¿Cuál es ese football que conocemos y amamos al que se refiere el crack alemán? ¿Qué es la gloria y por qué se le opone al dinero? ¿Son incompatibles grandeza y dinero? 

    El ser humano posee una relación más que ambigua con el tema dinero. En La iniciación del tratamiento, Freud observa cómo «los temas de dinero son tratados por la gente civilizada de la misma manera que los temas sexuales —con la misma inconsistencia, mojigatería e hipocresía». Otros especialistas afirman que el tabú respecto al dinero es más profundo que el del incesto. El fetiche del dinero, su naturaleza abstracta que a su vez resuelve cuestiones concretas, genera la impresión de que es algo inseparable de cierta corruptela, de lo vicioso y lo pecaminoso. El dinero lleva un aura de osogbo moral a cuestas, está «cargado» de un no sé qué oscuro que provoca rechazo generalizado. El dinero está asociado a conflicto en todas las instancias, incluso y sobre todo a nivel personal.

    Si por un lado la pobreza puede ser entendida como síntoma de un fracaso cultural, por otro el dinero está irremediablemente ligado al engaño y a la desigualdad, y genera un sentimiento de culpa tanto en aquellos que carecen de él como en los que lo poseen. «Vergüenza de la riqueza», le dicen a este último grupo, y los gabinetes de sicoanalistas están llenos de pacientes con tal complejo. Otros, y aquí demos gracias a la filosofía postsocrática, entienden la pobreza como categoría moral, enfrentando así virtud y dinero. De modo que, por asunción, la grandeza —areté— estaría desasociada a la riqueza financiera, aunque no son excluyentes. Desde siempre y de alguna manera ha estado implícito aquel slogan binario de Chibás: «Vergüenza contra dinero».

    La ética homérica del amor a la gloria, el honor, el decoro y la dignidad, hasta cierto punto, prevalece todavía en el cada vez más rentable mundo del football. Hay mucho de mística y épica en el mundo deportivo; mucho de grandeza que el ecosistema football se ha encargado de manufacturar y reproducir. Hay también, a qué negarlo, mucho de enajenación. 

    La gloria no existe en abstracto; está relacionada con todo un sistema de automatismos celebratorios y, por qué no, a los media. Me refiero a la configuración del tema de la pertenencia unido a la «teatralización del patrimonio». Todo ello genera un aura y una mística que se pasa de generación en generación. Ahí estarían presentes, en primer lugar, la localía y la lealtad (ahora mismo el legendario central Sergio Ramos acaba de rechazar una oferta saudí para irse al club del que fue canterano, el Sevilla FC). Nótese que cuando un club juega de local se dice: «hoy jugamos en casa», o match home. Ya sabemos que la noción de casa es, en cualquier ámbito, sagrada. Nos sentimos identificados con X o Y club más allá de la estrella de turno y los tropezones deportivos porque somos parte de una orgullosa comunidad que comienza por ser local y termina siendo global. 

    Suele haber todo un andamiaje donde símbolos tales como escudo, lemas, insignias, himnos y colores instaurados se encargarían de afianzar el amor verdadero de la fanaticada. Así vemos, en las celebraciones de goles, el ritual de besarse el escudo en la camiseta, o la cita con gestos a jugadores queridos de otros clubes —y hasta de otros deportes, como de la mismísima NBA— en cuerda de tributo o guiño de admiración. Y aunque los clubes anhelan el título de la liga local —dador de infinita grandeza—, existen además premios individuales y competencias internacionales que trascienden lo local y funcionan como telos, esto es, como aspiración y consumación de la gloria deportiva: Balón de oro, Golden boy, Guante de oro… o la Champions, la Copa del Mundo

    A diferencia de los equipos árabes, los clubes tradicionales poseen un pedigree, forjado a partir de la elaboración de todo un conjunto de códigos distintivos cuyo sedimento e identidad solo es posible con el paso de los años. Muy parecido a las invenciones modernas del patrimonio para afianzar el estado-patria-nación, que funcionan como elemento emotivo-unificador: se nos erizan los pelos al escuchar el himno de la UEFA, por ejemplo, o el «You´ll never walk alone» del Liverpool y el Borussia Dortmund. No falta quien quiera experimentar la rocosa y atractiva rivalidad entre River Plate y Boca Juniors. 

    En la liga árabe no existe un patrimonio para ser administrado, e inventarlo llevaría un milenio. Expresiones como «desde chico soñé con jugar en este club», «este es el club de mis amores», o «estoy cumpliendo un gran sueño», no aplican a los clubes árabes. Salvo por los táleros que parecen caídos del cielo, ellos no son tu meta ni fueron tu aspiración. No poseen ese halo utópico de realización que te exige ser mejor cada día.

    Además, el football, como lo vemos hoy, es un escenario idóneo para el activismo; ahí han estado las pancartas de solidaridad con la jugadora de la selección española Jenni Hermoso: no solo de jugadores como Borja el Panda Iglesias, sino incluso de la hinchada del Union Berlin; el «Justice for George Floyd» del jersey de Jadon Sancho, o la solidaridad antirracista hacia Vinicius Jr. El propio Panda se pinta desde 2020 las uñas de negro en apoyo a la lucha contra el racismo y la homofobia. Son gestos simbólicos de increíble alcance global. Por esta y otras razones resulta tan chocante que jugadores que brillan en el football de élite hayan optado por los clubes árabes. 

    Sadio Mané, quien recientemente se incorporó a la Saudi Pro League, ha sido muy sincero: «Me voy por pasta, con eso voy a hacer de mi aldea y Senegal algo digno». Mané, conocido además por sus proyectos en su aldea natal, decidió en 2021 que un porciento de su salario en Liverpool y Bayern Munich, respectivamente, sería destinado a otorgarle una vida digna a los habitantes de Bambali. Construyó un hospital de 600 mil euros; invirtió 300 mil en una escuela; otorga mesadas de cien euros a cada familia de la comunidad; ha equipado su aldea con Internet 4G, y ahora está construyendo una oficina de correos. Tanto Mané como Cristiano Ronaldo o Benzema lo han ganado todo con sus clubes anteriores y, aunque no son descartes, ya no están en su prime, pero…

    También está el hecho político. Más allá del par dinero versus rendimiento deportivo, esto tiene que ver con la no implementación del fair play financiero en el football y, especialmente, con el hecho de que yendo a clubes árabes de alguna manera estás aceptando y «blanqueando» las políticas dictatoriales y las violaciones de derechos humanos que regulan la vida en países como Qatar o Arabia Saudita. 

    Hasta ahora la FIFA, que no ha estado exenta de responsabilidad, solo ve cómo se le va de las manos un asunto que tiene tela por dónde cortar: la peligrosa formación de los clubes-estados (Chelsea, PSG, Man City, Newcastle United), cuya especulación en los mercados de fichajes crea desbalance y deja fuera de competencia a clubes históricos; la cesión, rodeada además de escándalo por corrupción, de la sede de la Copa del Mundo 2022 a Qatar, bajo la miradas espantadas de unos y cómplices de otros: «la copa de la vergüenza», la llamó Amnistía Internacional. Y ahora la movida de jugadores hacia el Medio Oriente (hay quien prevé que dentro de cinco años algún club de estos competirá en la Champions League). 

    En lo personal, no me interesan los números de Messi con el Inter de Miami ni los de Cristiano con el Al-Nassr. Sin embargo, no estoy ciega. Otros agentes están colándose en la geopolítica futbolera. Con esta imparable y letal avalancha tipo ejército blanco bañado en petróleo y regia cofia, cabría preguntarse si estaremos presenciando el ocaso del football tal y como lo conocemos hoy. ¿Podría el dinero arrebatar el sueño y la mística del football europeo tal y como ha logrado perfilarse a lo largo de todo el siglo XX y hasta nuestros días? No lo descartaría, pero solo a muy largo plazo. ¿Cuánto tarda en construirse-inventarse una identidad en los tiempos actuales? Tipo Zion en Matrix, ¿se resistirán los rebeldes a tanta ficción? Habría que ver cuántos canales «globales» trasmiten la liga árabe y cuántas personas estarían dispuestas a seguirla partido tras partido. Esto es hablando en clave optimista, pues ya sabemos que por dinero canta el perro y se aceleran procesos. 

    spot_img

    Newsletter

    Recibe en tu correo nuestro boletín quincenal.

    Te puede interesar

    Maykel Osorbo: «A mí tienen que asesinarme de frente»

    El pasado jueves 18 de abril, el rapero Maykel Osorbo, preso político en la cárcel de máxima seguridad de Kilo 5 y Medio, Pinar del Río, y condenado a nueve años de privación de libertad, casi pierde de una mordida la hélice de la oreja izquierda luego de que cuatro reos comunes lo agredieran en complicidad con las autoridades de la penitenciaría y la Seguridad del Estado cubano.

    Similares / Diferentes

    Similares, diferentes… Gemelos como incógnita y confirmación de la...

    «Un país se construye desde sus comunidades»

    Cuando los activistas cubanos Marthadela Tamayo y Osvaldo Navarro hablan, usan palabras como «ciudadanía», «articulación», «comunidad», «barrio» o «sociedad civil». Cualquiera diría que son términos válidos solo para las sociedades en democracia, y no para un país cerrado, donde parece que todo el mundo se marchó.

    No hay frenos para la inflación en Cuba

    La inflación oficial en Cuba se aceleró durante marzo...

    Pedro Albert Sánchez, el profe, el predicador, el prisionero

    Pedro Albert Sánchez es abiertamente «cristiano». Algo de mártir tiene. Y también de profeta. Cada una de sus acciones, consideradas «exitosas» solo en un plano simbólico, tributa al orgullo de haberse mantenido fiel a sus ideas. El profe condensa en sí mismo todo el imaginario cristiano. El sacrificio es su satisfacción.

    Apoya nuestro trabajo

    El Estornudo es una revista digital independiente realizada desde Cuba y desde fuera de Cuba. Y es, además, una asociación civil no lucrativa cuyo fin es narrar y pensar —desde los más altos estándares profesionales y una completa independencia intelectual— la realidad de la isla y el hemisferio. Nuestro staff está empeñado en entregar cada día las mejores piezas textuales, fotográficas y audiovisuales, y en establecer un diálogo amplio y complejo con el acontecer. El acceso a todos nuestros contenidos es abierto y gratuito. Agradecemos cualquier forma de apoyo desinteresado a nuestro crecimiento presente y futuro.
    Puedes contribuir a la revista aquí.
    Si tienes críticas y/o sugerencias, escríbenos al correo: [email protected]

    spot_imgspot_img

    Artículos relacionados

    Víktor Korchnói, el temible

    Víktor Lvóvich Korchnói fue uno de los más fuertes...

    Leinier Domínguez, el gran sucesor cubano de Capablanca

    El gran maestro internacional (GM) Leinier Domínguez concluyó en cuartos...

    Alcaraz y las variaciones de lo imposible

    No me gusta Wimbledon. Siempre fue así. No sé...

    Mijaíl Botvinnik, el patriarca

    Mijaíl Moiseyévich Botvinnik, el sexto titular mundial de ajedrez,...

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí