’Normalización’: el signo del adiós

    I

    Este 6 de marzo se presentó por última vez en El Ciervo Encantado (La Habana, Cuba) Normalización, un performance en escena de los artistas cubanos Lázaro y César Saavedra Nande que tuvo una temporada inicial a finales del pasado año. 

    Normalización, es un performance sicotrópico sobre el éxodo cubano en que los artistas evalúan y diseccionan la creciente ola migratoria cubana (el irse, peregrinar, separarse) e idean, a través de múltiples acciones que conforman la performance total, un mecanismo de diálogo con el dolor y la ruptura a la que se someten los cuerpos migrantes

    La ruptura de un cuerpo con su país.

    La ruptura de un cuerpo con su idea de la vida.

    La ruptura de un cuerpo con lo que entiende como permanecer. 

    Normalización. Performance (Lázaro y César Saavedra Nande, 2022)  Dirección: Nelda Castillo. 

    II

    En el programa de mano se declara que «hipernormalización» es un concepto que se toma del libro Everything Was Forever, Until It Was No More, de Alexei Yurcach: «sobre la paradoja de la vida en la Unión Soviética durante el último periodo comunista antes del colapso, cuando todo el mundo sabía que el sistema estaba cayendo pero nadie podía imaginar una alternativa al statu quo». 

    Y como quien te ofrece, haciendo una mueca, un cubo de Rubik desarmado para que intentes jugar, darle a cada cara un color completo, la performance muestra una variedad de efectos visuales y sociales que, retomando la condición de sicotrópico, inciden en el sistema nervioso de nuestro contexto: documentales sobre los balseros en distintas épocas, entrevistas a exiliados, testimonios de los cubanos cruzando la selva del Darién y el Río Bravo para llegar a los Estados Unidos de América, reportajes de la BBC… Muchos dedos sobre muchas llagas. Cuadrículas variopintas de nuestra historia nacional que te dejan con el cubo de Rubik aún más distorsionado, viendo los colores, imposibles de juntar, de entender, explotando como burbujas frente a tu boca abierta. 

    Y de fondo una orquesta tenebrosa donde se alternan el desquicio del Zick Zack de Rammstein con las voces de mamá y papá cantando en la cocina aquella canción de Nino Bravo, la del beso y la flor. 

    —¿Cómo era que comenzaba? ¿Cómo era…?

    —Dejaré mis tierras por ti, dejaré mis campos y me iré… lejos de aquí. 

    Normalización. Performance (Lázaro y César Saavedra Nande, 2022)  Dirección: Nelda Castillo. 

    IV

    Estamos los tres sentados a una mesa redonda, un espacio que parece ser el comedor de la casa; en una pared hay cientos de dibujitos, como en los baños de las escuelas. Una gata blanca entra y sale. Huele a condimento, a especias dorándose al fuego, a mediodía. Y lo que haremos es lo siguiente: 1) hablará Lázaro sobre cómo llegó a la performance, 2) hablará César sobre su recorrido, 3) luego van a hablar juntos sobre la génesis de Normalización

    Yo llenaré mientras un post it amarillo tras otro, con palabras y nombres y países que irán diciendo: Peeping Tom, Jérôme Bel, Genndy Tartakovsky, Bélgica, Alemania, Basquiat, Carlos Martiel, Tania Bruguera

    Lázaro: Comencé a estudiar en San Alejandro, en Pintura. Pero antes, cuando estaba en la secundaria, quería hacer las pruebas para entrar a la ENA [Escuela Nacional de Arte]. Estudié esos cuatro años de Artes Visuales, y en el periodo de Servicio Militar, que lo tenía diferido, Nelda Castillo vino a mi casa y me propuso trabajar con ella en Triunfadela. Acepté, y me metí en un mundo totalmente nuevo para mí. 

    Yo no tenía experiencia en cuanto a preparación física; para mí Nelda Castillo fue la escuela. El personaje que hice en esta obra era muchos personajes a la vez; de hecho, tuve que ir a estudiar a un loco, por sugerencia de Nelda y Mariela [Brito]. Iba a observarlo en el Fajardo, pero lo que yo decía en escena era todo lo que me pasaba en el Servicio Militar; lo que decían los guardias y los jefes, que yo lo tenía anotado en una libreta. Y eso fue para mí tremenda experiencia de trabajo, que luego me sirvió cuando comencé a hacer performance en primer año de Artes Visuales. Muchos performers no lo tienen en cuenta, porque la performance clásica no predetermina ni necesita de un entrenamiento físico o sicofísico; entrenamiento que pienso que no es imprescindible, pero sí necesario, porque te ayuda a defenderte. 

    Normalización. Performance (Lázaro Saavedra Nande, 2022)  Dirección: Nelda Castillo.

    Los artistas plásticos tienen una disciplina muy sedentaria, me refiero al aspecto físico; algo que a mí no me gustaba porque soy hiperquinético. Y, en mis años del ISA [Instituto Superior de Arte], lo que presentaba eran performances. A finales de primero seguí con las pinturas, las instalaciones, el dibujo…; hasta que lo retomé en tercer año, cuando hice mi propuesta #Onion, que se la presenté a Nelda y a Mariela, porque quería hacer un personaje de todas mis experiencias y salidas nocturnas a los bares de La Habana. Era una época en la que salía mucho. Porque en San Alejandro tenía amigos con familias acomodadas, y salía con esas personas. Y ahí fue donde conocí muchos bares: El Capricho, El Cangrejo, El Copa Room. Y cuando iba a mí no me gustaba eso: era algo súper repartero y timbero. Pero hasta pinté a algunos artistas, como Chacal y Yakarta, en una serie que hice en San Alejandro que se llamaba Faranduleichon

    Era una investigación de pintura con pop art. Que, cuando vamos al pop art, no es un estilo, es una manera en que los artistas vieron una forma de captar la cultura de sobreconsumo para hacer arte, y son diferentes entre ellos:  el pop art norteamericano es diferente del pop art británico, que fue el primero (fueron quienes fundaron eso), y luego vino el pop art latinoamericano, que es súper interesante porque trabajaba con las figuras populares de Latinoamérica, y estas eran figuras políticas. 

    Esto fue lo que hizo Raúl Martínez, que no tenía a Marlon Brando, ni a Marilyn Monroe, ni a Superman; tenía a Fidel Castro, al Che Guevara, a Camilo Cienfuegos, que eran las figuras que estaban en auge en ese momento, las que había que pintar, no por una decisión política de él, ni porque le estuviera besando las nalgas al sistema. Raúl Martínez estaba haciendo pop art con las figuras populares. 

    Y yo lo que quería en esa serie era trabajar con las figuras populares de ese momento. ¿Quiénes…? William El Magnífico, Los Desiguales, Chacal y Yakarta. Y ese proceso de investigación terminó en pintura, y lo retomé como experiencia, lo llevé a escena, y hablaba sobre lo que se decía en esos mundos, en esos bares… 

    Consistía en una discusión entre muchachas, y se iba demacrando… Hasta que sale a relucir el discurso del «hombre nuevo», y el personaje se autoagrede y se termina asfixiando. Eso es algo de #Onion que me dio pie para mi investigación de tesis, Un metro cuadrado de inconformidad. En esta performance, César [su hermano] me delimitaba el espacio, y ahí empezaba con un proceso ritual a lidiar con mi inconformidad, a soltarla o retenerla. 

    Después de graduarme del ISA pasé dos años valorando qué hacer y decidí comenzar en El Ciervo Encantado, que es la compañía con la que trabajo actualmente. Normalización es la primera performance que desarrollo ahí con mi hermano. Y no es solo de nosotros: es un proceso que involucra a otras personas que se han ido del país. 

    César: Empecé a estudiar ballet con seis años, con Rosa Elena, una maestra muy conocida en aquel momento, y a los ocho años entré en la escuela donde pasé ocho años estudiando ballet clásico. Pero desde que comencé me di cuenta que el ballet era muy tedioso. 

    Normalización. Performance (César Saavedra Nande, 2022)  Dirección: Nelda Castillo. 

    Cuando entré a la ENA, una amiga, Selma, actriz del [Teatro] Buendía, me copió una carpeta de referentes, y había un video de un coreano, de una compañía belga que se llama Peeping Tom, donde yo vi por primera vez qué era la danza contemporánea. Y luego descubrí Pina, de Win Wenders, y lo veía, lo veía… ¡Yo quería bailar como esa gente! Danza expresionista alemana. ¡Como Isadora Duncan! Y me presenté a un concurso con un solo, y gané un premio a mejor interpretación. Fue una recompensa emocional, porque yo no había entrado del todo a la ENA en La Habana, y estaba fundido con la escuela; solo me habían aceptado en Camagüey y había tenido una parálisis facial por estrés. Porque entre lo teórico y el estrés que provoca el ballet…, era muy fuerte. Ese solo, ese concurso, fue una forma de que la gente viera que podía hacer otras cosas, no solo ballet. Comencé a ver muchos videos de danza. Me gradué con un solo contemporáneo, y pude poner un audiovisual de los que había hecho en ese momento; porque había descubierto la edición y comenzado a hacer videos. 

    Ya después que termino la escuela, que me gradúo… Nelda me había hablado sobre la posibilidad de irme para Danza Contemporánea. Y cuando voy a hablar con Miguel [Iglesias, director de la compañía], de parte de Nelda, él me dijo que sí. Y aprendí mucho: cómo moverme, eso lo aprendí ahí; el piso lo aprendí ahí, cómo entrar y salir del piso. 

    Eso para un bailarín clásico es muy difícil, porque trabaja del medio para arriba, saltando siempre; el piso nunca lo toca, y si lo toca se ve muy torpe. El ballet busca ir hacia arriba todo el tiempo. 

    Lázaro: Es como el karateca; cuando a un karateca tú lo tiras al suelo, no sabe qué hacer. 

    César: Y perdí una limpieza que tenía del ballet, y luego, por mediación de Philippe Murcia, me pongo en contacto con una compañía francesa que se llama El Ballet Preljocaj. Y vieron mis videos y me ofrecieron trabajar con ellos; me fui a Francia, como parte de una colaboración entre El Ballet Nacional y Danza Contemporánea de Cuba. Siendo un coreógrafo acabado de graduar, trabajé con ellos e hice una performance en el Museo Granet, en Aix-en-Provence, donde está la montaña que pintó Paul Cézanne 60 veces, la montaña Sainte-Victoria. E hicimos una performance basada en la obra de Fabienne Verdier, que trabaja con píxeles grandísimos. También fui a Barcelona a una audición para trabajar en Peeping Tom, que es la compañía que me encanta. Y luego volví La Habana, donde pasé la pandemia y estuve una temporada en Mi Compañía, donde me evalué como primer bailarín. Actualmente formo parte de El Ciervo Encantado. 

    Katherine Perzant: ¿Cuál es la génesis de Normalización? ¿Cómo surge esta investigación tan necesaria en nuestro contexto?

    César: Mi hermano vio varias veces el documental de Adam Curtis, HyperNormalisation, y se ponía a hablarme del concepto, de que quería hacer algo con eso. Y, en 2022, cuando comenzó en El Ciervo me propuso hacerlo, porque ya veníamos de hacer unas presentaciones en Fábrica de Arte y en Galería Taller-Gorría. Yo soy muy de hacer las cosas solo: edito mis videos, bailo solo… Todo yo. Pero el día de la performance en la Gorría me di cuenta de que nos veíamos bien juntos. Muchas de las cosas que hicimos en Normalización ya venían de otros videos míos. 

    Lázaro: Es que incluso trabajamos con mi tesis, y aprovechamos la forma de superposición en que concibo el sonido. Poniendo todo en una sola pista. Audios sobre audios, y también la imagen con el logo de Netflix, algo que está implícito…

    César: Normalización también surge porque yo estaba lesionado y no podía hacer cosas en Mi Compañía. Pero me di cuenta de que puedo hacer cosas con el cuerpo sin tener que usar el piso, por ejemplo. Y en la performance puedo hacer lo que quiera sin tener que bailar todo el tiempo. Y, bueno, empezamos a trabajar, a investigar, con músicos, guitarristas, con David Valera del Ciervo, y con Yindra Regüeiferos. Y ellos nos hicieron sus propuestas, trabajando a partir del documental. Después algunos emigraron, Yindra quedó embarazada, y nos quedamos nosotros solos. Y descubrimos que podíamos hacerlo nosotros. 

    Lázaro: Empezamos a trabajar en los días en que El Ciervo Encantado viajó a la Documenta, en Kassel. Nos grabábamos en la búsqueda de lo que queríamos, y así salió la idea de documentarlo todo. Y en esa búsqueda, mientras la compañía estaba afuera, probamos muchas cosas; hasta que ellas regresaron y les mostramos la propuesta. Y aunque es difícil que algo les guste a Mariela Brito y Nelda Castillo, nos dijeron que querían hacer una temporada. Y nos asesoraron, nos pulieron. 

    V

    Dice Roberto Juarroz en un poema: A veces comprendemos algo/ entre la noche y la noche./ Nos vemos de pronto parados debajo de una/ torre/ tan fina como el signo del adiós. A la salida del teatro una muchacha lloraba frente a una gran pared repleta de nombres que se fueron. Si esta performance fuera un signo, sería el de una torre muy fina. Un poco más fina que el signo del adiós. Tan fina, tan fina, como el adiós mismo.

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    Katherine Perzant
    Katherine Perzant
    Ha sido funambulista y chainsmoker. Como el Paterson de Jarmusch, escribe poemas que nunca publica. Posee una debilidad alarmante por los puentes y las boyas. La toman, tan a menudo por extranjera, que se siente así en todas partes. Quisiera creerle a Issa, que le sobrevive, le sobrevive a todo, la frialdad.
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