Una filtración publicada el 18 de septiembre último en el portal financiero Bloomberg, acerca de inminentes medidas por parte de la Casa Blanca para aliviar las sanciones hacia las Pequeñas y Medianas Empresa(MIPYMES) en Cuba, generó una inusual esperanza en el sector privado de la isla, a la vez que reavivó el debate entre los cubanos que consideran esto una concesión al régimen comunista y quienes defienden que consolidaría el caballo de Troya del sector no estatal dentro de la controlada economía del país.
Pasadas dos semanas de la filtración, continúan sin ser anunciadas oficialmente unas medidas que, principalmente, consentirían que los dueños de MIPYMES puedan abrir cuentas en bancos de Estados Unidos, manejarlas desde Cuba, y acceder a los créditos que ofrecen dichas entidades.
Una de las fuentes citadas por Bloomberg, proveniente del Departamento de Estado, dijo que las autoridades detrás de esa decisión creen que «el sector privado es la mejor esperanza de Cuba para generar desarrollo económico y empleo para mejorar los niveles de vida del pueblo cubano y reducir los altos niveles actuales de migración». Insistió, asimismo, en que cualquier disposición se implementará «restringiendo en la mayor medida posible cualquier beneficio para el ejército cubano».
El mensaje filtrado por el gobierno estadounidense ofrece dos justificaciones a la opinión pública; parece evidente que es la segunda de ellas, si bien indirecta, la que decantaría la decisión: frenar la emigración masiva de cubanos a Estados Unidos.
De cualquier forma, el apoyo estadounidense al sector privado cubano no parece suficiente por sí solo en un contexto donde las empresas privadas se encuentran sumamente limitadas por las regulaciones del gobierno, y donde la falta de independencia judicial provoca que la mejor garantía para sus dueños consista en mantener vínculos estrechos con quienes controlan el país.
Es precisamente en esos pactos más o menos secretos —que a todas luces constituirían una condición sine qua non— donde radica una de las principales fuentes de escepticismo y recelo hacia dichas empresas por parte de expertos y otros interesados en la materia: más allá del reducido grupo de cubanos que contaba con ahorros, algún patrimonio o ayuda económica del exterior, y que decidió invertir en una de estas asociaciones, el interés fundamental del régimen sería utilizar MIPYMES como tapadera para los negocios privados de la cúpula cubana, y por supuesto serían estas las únicas con verdadera libertad para crecer.
Aunque comenzaron a florecer en 2021, las MIPYMES han ganado protagonismo más recientemente en vida diaria de los cubanos, facilitando la compra de alimentos que difícilmente se encuentran en los mercados. Por otra parte, si bien a precios muy elevados, al menos estos productos se comercializan en moneda nacional.
Otro de los temas a debate en torno a las MIPYMES, y por consiguiente a las medidas de Biden, es el impacto que pueden tener en la economía del país. Mientras los más optimistas creen que pueden transformarla considerablemente, otros se muestran más suspicaces al respecto, teniendo en cuenta la naturaleza limitante de las regulaciones actuales y el historial del gobierno cubano que, del mismo modo en que las promueve un día, al siguiente puede borrarlas de un plumazo.
Sobre cuánto podrían impactar las probables medidas de Biden para que las MIPYMES adquieran un papel aún más protagónico en la economía isleña, conversamos con Omar Everleny Pérez Villanueva, exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana.
Apartando el hecho de que aún no se conoce a ciencia cierta cuáles serán las disposiciones de la Casa Blanca, y ateniéndose a las filtraciones antes mencionadas, el economista consideró que «tendrían una buena influencia en la economía cubana, teniendo en cuenta que una de las áreas más dinámicas en la actualidad es el desempeño que tienen las MIPYMES».
En su opinión, si se aplicaran las medidas divulgadas por Bloomberg, se evidenciarían beneficios específicos: «Las MIPYMES podrían aumentar las importaciones de un mercado más cercano, teniendo además mayor facilidad en los pagos por el uso de bancos de Estados Unidos; incluso podrían pedir ciertos créditos, basados en los depósitos bancarios que los mismos han realizado», señaló Pérez Villanueva. «Una mayor oferta de productos en Cuba provocaría una disminución de la inflación, como ya ha sucedido en los casos de ciertos productos como aceites, pollo, cervezas, entre otros».
Consultado por El Estornudo, el también economista Pavel Vidal, quien trabajó en el Banco Central de Cuba (BCC) y actualmente se desempeña como profesor en la Universidad Javeriana de Cali, Colombia, dijo que «las MIPYMES son la principal transformación estructural que ha tenido la economía cubana en décadas». Aunque reconoció que «faltan elementos por mejorar del marco regulatorio e institucional y del entorno financiero y cambiario en que operan», subrayó que «esta apertura encamina la economía en la dirección correcta: menos monopolio del sector empresarial estatal y más participación de la iniciativa privada».
Para Vidal, «el principal problema de la economía cubana ha sido identificar socialismo con el predominio de la empresa estatal, lo cual ha generado unas ineficiencias y distorsiones enormes». En ese sentido, afirmó que «todo lo que apunte a desmontar, aunque sea parcialmente, ese modelo económico fallido, se debería apoyar».
No obstante, agregó que ese apoyo «no implica que debamos dejar de proponer acciones y políticas para que el sector privado contribuya mucho mejor al desarrollo económico y social. Antes no existía, y las propuestas y discusiones eran todas en abstracto, pero al menos ahora ya tenemos emprendimientos, capital, mecanismos de mercados, inversiones privadas que se pueden potenciar con medidas como las que ha anunciado la administración Biden».
Pérez Villanueva señaló, a su vez, que «aún hay ciertas trabas que entorpecen el desarrollo del sector no estatal», pero consideró que «las regulaciones actuales dan cierto margen para que se concreten algunas de las medidas que se pongan en vigor, y eso potenciaría el papel activo que están jugando las MIPYMES en la actualidad en la generación de empleos mejor remunerados, en ofrecerle a la población productos que el Estado no garantiza en los montos necesarios».
Justo por ello, Vidal razonó que «las cuentas en el exterior le facilitarían al sector privado cubano operar transacciones internacionales y les permitiría acceder a diferentes plataformas de comercio electrónico. Le hace la vida más fácil a la hora de importar bienes o insumos, gestionar el capital de los socios externos o recibir pagos por ventas en el exterior. Tener y operar una cuenta en bancos estadounidense les reduce el riesgo financiero y de tasa de cambio en sus flujos de caja, y es una forma también de proteger sus saldos monetarios de la inflación galopante que experimenta la economía cubana».
Aunque pocos creen a estas alturas que Joe Biden vaya a aplicar una política de «deshielo» hacia Cuba semejante a la de Barack Obama, una de las promesas de campaña del presidente estadounidense consistía en eliminar las sanciones impuestas a La Habana durante el mandato de Donald Trump. Ciertamente, que no lo haya cumplido a estas alturas pudiera estar más relacionado con el aumento de la represión estatal en la isla durante los últimos años que con la hoja de ruta inicial de su administración con respecto a Cuba.
En todo caso, ese camino resulta ciertamente arriesgado, si se considera sus probables efectos al interior de la influyente comunidad de cubanos en el sur de la Florida. Los próximos comicios presidenciales, a las cuales Biden ha manifestado su intención de presentarse, tendrán lugar en poco más de un año, y ningún candidato querrá renunciar demasiado fácilmente a un estado pendular con tantos «votos electorales» (30).
Al respecto también dialogamos con Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU, por sus siglas en inglés), quien indicó que «el tema de las MIPYMES en Cuba ha generado posturas encontradas dentro de la comunidad cubanoamericana en el sur de la Florida».
«Por un lado», dijo, «algunos ven con buenos ojos que Cuba haya legalizado las empresas privadas desde 2021 y que el sector no estatal de la economía haya crecido vertiginosamente desde entonces, tanto en términos de la fuerza laboral como del volumen de actividad económica», mientras, por otro, «algunos desconfían profundamente de las MIPYMES, alegando que están controladas por el Estado cubano y que no representan una verdadera transición hacia una economía de mercado en la isla».
El investigador consideró que «es probable que la flexibilización de sanciones a las MIPYMES por parte de la administración Biden no complazca a un sector considerable de la opinión pública cubanoamericana, que de todas maneras tiene una percepción desfavorable del presidente y así lo ha expresado en las encuestas. No obstante, muchos cubanoamericanos apoyan las políticas que ayuden a mejorar el bienestar económico de la población cubana».
Según encuestas comparadas, si bien en 2016 la comunidad cubana no veía con malos ojos una política de acercamiento entre ambas naciones, en los últimos años ha crecido la percepción favorable a una política de sanciones.
«Biden está cumpliendo con una promesa de su campaña presidencial, la de revertir las medidas tomadas por su predecesor, Donald Trump, que buscaban poner la máxima presión posible sobre el régimen de La Habana», observó Duany. «Sin embargo, las protestas masivas del 11 de julio de 2021 obligaron a la administración Biden a asumir una postura más cautelosa hacia Cuba de lo que muchos esperaban, dado que había apoyado la política de acercamiento hacia la isla, iniciada por Barack Obama entre 2014 y 2017».
«Actualmente, tal parece que la estrategia de incentivar el sector privado en Cuba está motivada primordialmente por el deseo de frenar la emigración masiva desde la isla hacia Estados Unidos. En ese sentido, forma parte de un paquete más amplio de acciones (como la extensión del programa de parole a los emigrantes cubanos o la relajación de las restricciones de los viajes y las remesas de los cubanoamericanos a la isla) para disuadir a los cubanos de salir de su país sin la debida autorización», explicó el académico de origen cubano.
«A mi juicio», añadió Duany, «el control de la migración cubana hacia la frontera sur con México es la primera prioridad en la agenda bilateral entre Estados Unidos y Cuba en estos momentos. Además, muchos funcionarios públicos vinculados con la política estadounidense hacia Cuba piensan que la única manera efectiva de promover un cambio democrático en la isla es facilitar el desarrollo de la empresa privada y su relación con sus contrapartes en Estados Unidos».
Como una buena parte de lo que ocurre entre Washington y La Habana, lo que se presumía inminente se ha visto retardado, y ahora mismo no se sabe cuándo ni cómo llegará el anuncio oficial de las presuntas medidas.
Algunos especularon con que tendría lugar durante la visita de Miguel Díaz-Canel a Nueva York con el propósito de participar en el 78 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Durante su estancia esa urbe, el gobernante cubano aprovechó para realizar algunos encuentros fuera de la agenda oficial. Para uno de ellos convocó a parte de los empresarios cubanoamericanos interesados en hacer negocios en Cuba, quienes se quedaron esperando noticias sobre una reforma de las regulaciones que les permita invertir sin tropiezos en el país caribeño. En cambio, lo que escucharon del mandatario fue una suma de lamentaciones.
Uno de los concurrentes, Ralph Patiño, abogado radicado en Miami, dijo a El Nuevo Herald algo que podría resumir la situación actual: «este es el perro que se muerde la cola, porque Estados Unidos está esperando que ellos den el primer paso, y ellos están esperando que Estados Unidos dé el primer paso».