¿Debe el Banco Central de Cuba seguir devaluando el peso cubano en 2021?

    Las autoridades económicas cubanas tomaron muchos años para preparar la estrategia monetaria que elimina el peso convertible (CUC) de la circulación y unifica las tasas de cambio oficiales en 2021. La estrategia que finalmente se puso en marcha puede calificarse de audaz no solo por la magnitud de la devaluación del peso cubano con que se pone en marcha (24 veces en relación al dólar en el sector empresarial), sino porque va mucho más allá de la política monetaria y cambiaria, al contemplar el rescalamiento generalizado de los salarios y los precios mayoristas en el sector estatal, una reorganización del sistema de subsidios, ajustes de las pensiones, y podría añadir otro grupo de cambios de carácter estructural sobre el aparato productivo en los próximos meses.

    En algún momento en el pasado pareció que se estaba esperando el mejor momento macroeconómico para lanzar la reforma, pero ahora sabemos que la espera fue para organizar y preparar todos los elementos operativos y del marco regulatorio, y, sobre todo, para convencer y poner de acuerdo a una masa crítica de técnicos, empresarios y políticos. Cuando la tuvieron lista, no importó que la economía se encontrara en su peor estado de los últimos treinta años.

    Con un PIB cayendo al 11 por ciento, prácticamente sin ingresos por turismo, con una liquidez en divisas en niveles mínimos y toda la incertidumbre que arroja la pandemia, la reforma monetaria planificada por tantos años no se va a comportar igual que como se diseñó en el papel. En parte el gobierno lo sabe, pero también conoce que avanzar en el ordenamiento monetario es indispensable para que el resto de las reformas den resultado. Además, alberga la esperanza de que los movimientos de los salarios inclinen los ingresos un poco más a favor de los empleados de las empresas estatales y todo el sector burocrático de gobierno, menos favorecido con las transformaciones de la última década.  

    En el deteriorado y desequilibrado entorno macroeconómico de 2021 y con muy pocos dólares entrando a la balanza de pagos, la devaluación de dos mil 300 por ciento del peso cubano en el sector empresarial ha resultado insuficiente para garantizar su convertibilidad a divisas. Es decir, por el momento ni las empresas ni las personas naturales van a poder cambiar libremente en los bancos y en las casas de cambio los pesos cubanos a dólares, euros u otras monedas internacionales.

    Es evidente que la reforma diseñada no ha cumplido todos sus objetivos cuando se requiere seguir utilizando los certificados de liquidez (CL) en el sistema empresarial y la dolarización es la solución para dinamizar determinados mercados y cadenas de producción. Si la reforma monetaria se hubiese comportado como en el papel, no sería necesario tener que especificar que solo las cuentas bancarias empresariales respaldadas con CL son convertibles y pueden emplearse para pagar importaciones y deudas internacionales.

    Tal y como inicia la reforma monetaria, se ha logrado unificar las monedas nacionales y las tasas de cambio oficiales, pero se mantiene el esquema económico dual, donde las empresas y ciudadanos con acceso a divisas mantienen una desproporcionada ventaja sobre los que no se conectan a estos flujos. Por ahora, el ordenamiento monetario sigue sin garantizar la total integración y el progreso de múltiples actores que crean valor en la economía aun cuando no estén conectados a exportaciones, remesas o mercados dolarizados.

    Si el ordenamiento monetario hubiese llegado a asegurar la convertibilidad del peso cubano, tal y como siempre se pretendió, los bienes finales de consumo que hoy se comercializan en mercados dolarizados podrían operar en pesos cubanos, y se podría lograr el mismo efecto recaudador de divisas a través de las casas de cambio y los bancos. En un esquema monetario y cambiario equilibrado, los mercados domésticos de consumo pueden operar en la moneda nacional con normalidad y mantenerse abastecidos (y nadie debe ir a Panamá a hacer compras). Bajo este esquema, los ingresos en divisas siguen llegando, solo que toman otro camino al dirigirse en primera instancia a la compra de moneda nacional en los bancos y las casas de cambio.

    El restablecimiento de mercados de consumo dolarizados desde 2019 no solo es culpa de las sanciones estadounidenses y luego de la pandemia, y mucho menos «obedece a la necesidad que tiene el país de recaudar divisas». Obedece, sobre todo, a los sistemáticos errores que se cometieron en el manejo de la política monetaria y fiscal después de la desdolarización en 2004 (que llevaron a la excesiva impresión de CUC)1 y a la lentitud en aplicar las reformas anunciadas. Los desequilibrios en 2021 son tan profundos y la economía acumula tantas distorsiones, que no se corrigen los desbalances ni con una devaluación de 24 veces del peso cubano.

    Tampoco creo que se resuelvan solamente con una mayor devaluación de la moneda. De hecho, no propondría en el corto plazo mayores devaluaciones. Tal movida aceleraría aún más una inflación que ya está desbordada, y añadiría confusión y desconfianza en momentos en que todavía las expectativas no encuentran un anclaje. Parece preferible dar un tiempo para que el sistema empresarial estatal y no estatal, los diferentes mercados y la población procesen y se ajusten al nuevo vector de precios e ingresos. También parece sensato esperar a ganar un poco más de claridad sobre al futuro de la pandemia y los nuevos equilibrios que deberá transitar la economía.

    Lo que toca ahora es acelerar y profundizar los cambios en el sistema productivo, que al igual que la unificación monetaria, se han venido posponiendo por demasiados años, pero con la diferencia de que no sabemos si ahora puede convencerse y poner de acuerdo a una masa crítica de técnicos, empresarios y políticos. Al menos debe empezarse por las cosas que se anunciaron hace unos meses: flexibilización del trabajo por cuenta propia y autorización de las pequeñas y medianas empresas privadas.

    Con la devaluación del peso cubano en enero, aun cuando sea insuficiente, se gana mucho en cuanto a la transparencia contable de todo el sistema económico. Las correcciones absolutas y relativas de precios, subsidios y salarios ponen más al descubierto las ineficiencias del sistema económico, y revelan lo que cuesta seguir posponiendo las necesarias reformas estructurales. Desde este año podremos visualizar mejor las empresas que efectivamente son competitivas y cuánto implica seguir subsidiando las empresas que no lo son. Las cuentas del presupuesto del Estado cambian radicalmente en el nuevo tejido monetario, lo que facilita tener una conversación más informada sobre el uso de los recursos públicos.

    Las autoridades económicas cubanas han asumido un alto riesgo al poner en marcha un drástico ajuste de la tasa de cambio, los precios y los ingresos reales en un escenario macroeconómico (y social) sumamente enredado. Los efectos financieros positivos asociados a la completa convertibilidad del peso cubano no los veremos por el momento. El riesgo asumido parece que valdría la pena solo si los efectos contables sobre los balances empresariales y el presupuesto del Estado llevan a sumar consensos a favor de los necesarios cambios estructurales.

    El mercado paralelo de divisas en este comienzo de año opera con una tasa de cambio alrededor de 50 pesos por dólar, el doble que la nueva tasa de cambio oficial unificada. En ella se refleja la escasez de bienes y de dólares, el exceso de moneda nacional en circulación y las expectativas sobre la evolución de la economía y las políticas. De cómo evolucionen estos factores dependerá el futuro de la tasa de cambio. El economista Luis Luis ha planteado, con razón, que es preferible dejar que funcione este mercado para que aporte liquidez y reduzca la prima del mercado negro sobre el dólar.2 De la misma manera que en los años noventa, durante la instauración de las casas de cambio (CADECA), el mercado paralelo de divisas le servirá como referente al Banco Central para saber hasta dónde tiene que llevar la tasa de cambio. Pero mi opinión es que sería mejor esperar a que tal mercado pueda procesar todos los cambios que están ocurriendo y los que están pendientes, y el precio de la moneda incorpore mejor información sobre el futuro de la economía cubana.

    *Pavel Vidal es Profesor de Economía en Universidad Javeriana Cali

    Pavel Vidal / Foto: Cortesía del autor

    Notas:

    1Ver «Seis lecciones de la política monetaria cubana», Horizonte Cubano, Columbia Law Shool: https://horizontecubano.law.columbia.edu/content/seis-lecciones-de-la-politica-monetaria-cubana

    2Ver «Monetary Bang and Inflation after the January 2021 Devaluation of the Cuban Peso», blog de ASCE:  https://www.ascecuba.org/monetary-bang-inflation-january-2021-devaluation-cuban-peso/

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