Fernando Fraguela: «Hay que cortar la mano que mueve los peones, y eso no lo hace ninguna obra de arte»

    El pasado 10 de junio el programa Espectador Crítico de la Televisión Cubana transmitió el documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar. El material era una versión pirateada, y la acción se llevó a cabo no solamente sin la autorización del equipo de realización, sino con la previa advertencia de este de no hacerlo. Estamos ante el último de los numerosos eventos de exclusión tácita, censura y represión que han sufrido cineastas y profesionales vinculados al mundo del audiovisual cubano. El parteaguas generado por la reacción del gremio preparó el terreno para debatir nuevamente sobre la injerencia de instituciones como el ICAIC, la vulneración de la propiedad intelectual y del derecho de autor por parte del Ministerio de Cultura, así como acerca de los límites reales del cine independiente en Cuba.

    Las acciones derivadas de este suceso no han estado exentas de polémicas, pero todas tienen en común la denuncia del uso indebido del material por parte de las autoridades culturales, no solamente como un ejercicio ilegal, sino también como una represalia deliberada de la institución para atentar contra una obra incómoda a la narrativa oficial cubana. Sobre todo, ha sido el detonante para que se rearticule el gremio de cineastas en la isla, quienes han convocado a varias reuniones y encuentros con los comisarios involucrados. Sobre el alcance real de este espacio en pugna, el desarrollo del gremio audiovisual y la salvaguarda del patrimonio cinematográfico, el ODC conversó con varios intelectuales y creadores haciéndoles siempre las mismas preguntas. Hoy presentamos la conversación que sostuvimos con Fernando Fraguela.

    En los años recientes el espacio cultural cubano se reubica en pugna con la administración cultural de la Isla. Actualmente es el gremio audiovisual el que ha retomado demandas y exigencias frente al inmovilismo y la censura institucional. ¿Cómo calificas la salud de este nuevo espacio de interlocución? ¿Qué ventajas y desventajas consideras que tiene respecto a otros emplazamientos realizados por artistas en tiempos recientes como el 27N?

    Desde la distancia me es difícil calificar el espacio de diálogo y no he estado al tanto de los detalles del mismo, pero no es para nada alentador.

    ¿Qué ventajas y desventajas consideras que tiene respecto a otros emplazamientos realizados por artistas en tiempos recientes como el 27N?

    A diferencia del 27N, en que los artistas tomamos la iniciativa haciendo uso del derecho a la protesta en espacios públicos, me parece que esta vez es más de lo mismo. Si bien no conozco estas reuniones en específico, dan la impresión de que son como decenas en las que he participado antes. Ocurren en los espacios institucionales y los funcionarios/comisarios son los que llevan la voz cantante, ya que los cineastas no tienen ninguna carta de peso a su favor. Es más un monólogo o diálogo sordo, que da más pena y vergüenza que otra cosa, porque no van a resolver absolutamente nada, pudiera ser distinto si en vez de quejarse y pedir «reformas» a una dictadura realizasen acciones concretas.

    En respuesta a la denuncia pública en defensa de Juan Pin Vilar, el Ministro de Cultura cubano ha dicho: «Muy interesante el debate acerca de la exhibición en la TV pública y gratuita de Cuba de La Habana de Fito. Es un soliloquio. Los mismos 4 gatos que en nombre de la libertad gritaban una censura inexistente, ahora, en nombre del mercado, se pronuncian contra la exhibición.» ¿Cuál es tu opinión sobre esta postura institucional?

    Es una falta de respeto total con los artistas en general. Aunque ahora haya sido Juan Pin el chivo expiatorio, demuestra una vez más que son una institución con prácticas mafiosas, que actúan por sobre sus propias leyes tratando de justificarse con las más absurdas excusas. No me sorprende en lo absoluto, si tratas con ese tipo de personas e instituciones no puedes esperar menos. Lo que me sorprende es ver a personas que llevan veinte, cuarenta o más años en esta historia y recurren a las mismas acciones que ya está demostrado son fallidas. Habla muy mal de su inteligencia o de su servilismo para con la institución, que no hace otra cosa que representar una dictadura.

    Fernando Fraguela y el sonidista Carlos Ernesto Villate, en la filmación de El Matadero (2021) / Foto de cortesía

    ¿Cómo valoras el tratamiento que la institución actualmente le da al artista y a su obra en Cuba? 

    Pésimo, nunca les hemos interesado en lo más mínimo, solo eres útil cuando respondes a sus intereses y, cuando dejas de hacerlo, aunque sea porque te retiras o te haces mayor, te desechan como a un trapo viejo. Con suerte podrías serles útil de nuevo dándote algún premiecillo que solo va a servir para hablar más bien de ellos que de ti.

    ¿Qué recursos crees que le quedan a los artistas e intelectuales cubanos dentro y fuera de Cuba ante esta dinámica de poder?

    La protesta real, la acción, la creación de obras que expongan y ataquen directamente a la dictadura y a su aparato propagandístico, incluso creo son más útiles afuera que dentro, porque cada vez quedan menos personas en Cuba que se tragan el cuento de la Revolución. No ocurre así en el resto del mundo, donde su aparato propagandístico funciona muy bien y está muy bien financiado, y que cuenta con el visto bueno, además, de grandes medios y plataformas. Invito a cualquiera a buscar la lista de películas sobre Cuba que exhibe Amazon Video o Netflix y podrá sacar sus propias conclusiones. Y ni hablar de toda la publicidad asquerosa que diariamente te bombardea (por lo menos acá en España) de los rones, las mulatas, las playas y los hoteles de la dictadura en Cuba. Hay mucho dinero, influencias y corrupción detrás de eso.

    ¿Es la tan discutida Ley de Cine uno de estos recursos, por ejemplo?

    No lo creo, cuando algo no sea del interés del MINCULT o de organismos superiores que lo controlan, se pasarán la ley por el forro, con ley o sin ley continuarán censurando cuando lo necesiten. Es muy ingenuo esperar otra cosa.

    El documento es un intento pobre (aunque nunca deja de ser válido disentir en todos los espacios posibles) de mejorar la situación precaria del cine y los cineastas en la Isla. Solo que en mi experiencia personal hace años dejó de interesarme mejorar mi situación como cineasta obviando la de ciudadano, cosa que nunca fui, ni son ellos, en ese país.

    ¿En su defecto, qué garantías reales consideras que tiene la Ley 373/2019 del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente? 

    Ninguna, si ya han censurado más de un material producido por el Fondo de Fomento. En lo personal no me interesa tener todo el dinero o apoyo institucional (en ningún país) para hacer una película, me interesa la libertad de expresarme libremente como artista, fuera de eso no tiene cabida ningún debate.

    Desde el 2020 el ICAIC publica la convocatoria al Fondo de Fomento del Cine Cubano, destinado a «promover el crecimiento y la diversidad de las artes cinematográficas, como base del proyecto social cubano». ¿Qué lecciones nos deja la administración y asistencia legal de este financiamiento en las obras que compitan? 

    Lo desconozco, porque nunca formé parte de ese fondo ni me acogí al carnet del creador audiovisual. Ambos son una gran falta de respeto, una limosna que yo no iba a aceptar. Estamos pidiendo libertad de creación y te dan dinero, me parece más un chantaje que otra cosa, un chantaje que la mayoría del gremio aceptó.

    ¿Hasta qué punto podemos hablar de cine independiente en Cuba?

    El cine independiente es el que se hace al margen de las instituciones que sirven a la dictadura en Cuba, o sea, todas. Tenga o no ese cine un statement político, hacerlo en esas condiciones ya lo politiza y constituye, sea cual sea su temática, una amenaza para la dictadura porque es algo que se escapa de su control. Ahora, si bien pueden censurar su proyección al monopolizar todos los espacios de exhibición, no pueden controlar el discurso de la obra ni su recorrido fuera de Cuba y eso es una victoria de la libertad, ante todo, la palabra que más le temen ellos y al parecer algunos cineastas también.

    ¿Cuáles son, a tu modo de ver, los requisitos y límites del cine independiente en un contexto sociopolítico como el cubano?

    No tener país, no pertenecer a nada, ser unos exiliados incluso desde que estábamos dentro de Cuba y solo podíamos aspirar a fondos externos o al poco financiamiento del GoCuba y a veces de la embajada de Noruega. Estar fuera es incluso peor, porque estos fondos dejan de apoyarte o te apoyan menos, y a los fondos extranjeros no les interesa un cineasta radicado fuera de Cuba que intenta hacer cine «cubano». Además, si tu obra está en contra de la dictadura, es muy difícil que recibas apoyo de una industria que es movida por los hilos de la izquierda mundial, que por desgracia sigue viendo en Cuba el espejismo de una revolución social. Por ende, atacas sus propios intereses y no recibes apoyo de ningún fondo o industria.

    La Muestra Joven fue otro evento que tuvo su culminación debido a la censura sostenida por parte del ICAIC, un espacio insignia en la divulgación del patrimonio cultural y en el desarrollo del audiovisual joven. ¿Qué lección crees que nos deja el divorcio entre creadores e instituciones que debieran velar por los derechos de creación de los primeros? 

    Si bien la muestra nació en un contexto que, dicen, fue el propicio y necesario, para mí murió después del primer acto de censura, y los artistas, idealistas y soñadores como siempre, intentaron preservarla. Por suerte ya murió por completo, pero los tiempos de Cuba son lentos y el de los artistas idealistas parece que aún más, no acaban de soltar la teta de la institución a pesar de que ya ni leche da. Justo cuando la clausura de la muestra yo me movilicé e intenté movilizar a otros cineastas para crear un espacio alternativo, pero eso nunca cuajó. Por suerte han nacido algunos como el Festival de Cine INSTAR, pero no es suficiente, necesitamos más espacios independientes y los necesitamos dentro de Cuba.

    ¿Qué tipos de espacios crees que se necesitan para revitalizar el mundo audiovisual cubano?

    Espacios independientes, autofinanciados, o con financiamientos externos, que nos den la libertad de proyectar y curar las películas que merezcan participar respondiendo a criterios artísticos y cinematográficos, organizados por cineastas o curadores independientes. No es algo imposible y sí emplaza directamente a la institución. Crear un espacio, proyectar cualquiera de las centenas de películas censuradas por la dictadura y llenarlo de cineastas y artistas, eso sí revitalizará el cine, el arte y la protesta cívico/artística en el país. Pero estamos hablando además de un acto ilegal según el nuevo código penal de la dictadura.

    En los últimos años ha aumentado la cantidad de creadores audiovisuales emigrando para buscar nuevas oportunidades. En su mayoría son artistas que sufrieron eventos de censura en Cuba, en torno a la Muestra Joven, por ejemplo, y cuyas obras actualmente engrosan eventos y festivales internacionales. ¿Cuán responsable consideras que es la administración cultural cubana de que la mayor parte de la producción cinematográfica joven no esté realizándose ni exhibiéndose en Cuba? 

    Es el único responsable. Si nunca apoyaron a los artistas independientes dentro de Cuba, nos obligan al exilio o a la prisión. Si un artista preso genera muy poca obra o casi nula, un cineasta menos.

    ¿Qué consecuencias crees que esto trae para el patrimonio nacional?

    Se harán menos películas, pero tal vez las más necesarias. Habrá que abrir el espectro de lo que constituye cine cubano. En cambio, para los cineastas hay varias consecuencias, aunque creo que existen dos principales, la más triste es que la vorágine de la vida en el capitalismo no te permite coger más una cámara en tus manos, pero hay otra alternativa, y en ellas es necesaria la unión y el apoyo dentro del gremio exiliado. Buscar y crear nuevas narrativas, conexiones, modos de hacer, etc. Evolucionar nuestro cine, nuestra obra, trazar nuevos caminos de búsqueda de fondos y exhibición, lejos de la tara del ICAIC y de la sombrilla de artistas exiliados y sin país. Esto es difícil pero no imposible, ya hay varios de nosotros intentándolo, algunos incluso con resultados. Creo que como gremio necesitamos apoyarnos más entre nosotros sin esperar a agentes externos o al gran financiamiento. Disfrutar lo que hacemos, volver a los inicios donde con una mala cámara, cuatros amigos y una idea hacíamos un corto y éramos felices, sin importarnos tanto el tema de la distribución.

    ¿Qué medidas son para ti las más urgentes que el gremio del cine, o en general todos los profesionales vinculados a la cultura cubana, debieran tomar?

    La única medida urgente luego del 11J para mí es la libertad de Cuba, no existe otro diálogo, ni otra acción real. Todo lo demás se queda en una actitud reformista que no lleva nada más que a la perpetuación del sistema. Toda la sociedad independiente, donde incluyo a la mayoría de los artistas, tiene que dejar esa mentalidad atrás. Sé que es difícil porque además es la mentalidad de nuestros padres y abuelos, que aún son vistos como agentes de opinión (el mismo Juan Pin, por ejemplo). Pero ya su tiempo pasó, son el pasado, son la generación que no pudo lograr la libertad de Cuba, y manteniéndose en el medio y con esa mentalidad solo dilatan lo inevitable y actúan de cómplices de la dictadura, aunque ellos no lo sientan así. Yo les pediría por favor, apartarse y dejar hacer, o por lo menos apoyar. En sus 50-60 años ya hicieron lo que pudieron, ahora nos toca a nosotros llevar esto al próximo nivel y actúan de lastre, como los mismos agentes de la dictadura que critican.

    El ICAIC acaba de anunciar la salida de Ramón Samada de su presidencia y el nombramiento de nuevos dirigentes culturales a cargo del Instituto y de la EICTV. ¿Cuál sería su interpretación de tales movimientos?

    Ni Samada, ni el anterior Smith, ni Alpidio pueden tomar decisiones, se limitan a levantar un teléfono y escuchar órdenes. Son piezas de cambio en este juego de las instituciones con el pueblo (en este caso los artistas). Peones: quitan uno y ponen a otro para seguir jugando con uno. Lo que hay es que cortar la mano que los mueve y eso tampoco lo va a hacer ninguna obra de arte, ni reunión ni carta.

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