Jorge Rodríguez, el deformante

     Y dicen que cuando llegó la primavera, todos los árboles dieron hojas, 

    pero a este le salieron plumas, de extraño tono y patrón.  

    G. K. Chesterton, ‘El árbol del orgullo’

    Desde el pasado mes de agosto y hasta octubre, en Galería Galiano de La Habana (Galiano No. 256, entre Neptuno y Concordia), se puede ver Theratos, una muestra personal del artista cubano Jorge Rodríguez (Holguín, 1991) compuesta por 22 pinturas y 36 dibujos. 

    «Theratos» significa «monstruo» en griego antiguo, y es la raíz etimológica de teratología: «disciplina científica que, dentro de la zoología, estudia las criaturas anormales, es decir, aquellos individuos naturales en una especie que no responden a un patrón común». O sea, la teratología explora lo monstruoso, lo descomunal. Aquello que no entra en el patrón que entendemos como «normal» o predeterminado. La teratología estudia los cuerpos inesperados, enfoca los seres que han adoptado una forma distinta a la que se esperaba de ellos como exponentes de una especie determinada. Los cuerpos disidentes.

     fig. 273. Sultán bin Salmán.

    Jorge Rodríguez es algo así como un dibujante de monstruos, un deformante. Lo demuestran sus necesidades de trastornar facciones, las formas que debían ser. El resultado es una pintura absorbente, donde el ojo ocupa el lugar del cachete, y la frente es una baba de colores, cayendo, cayendo…

    El artista define así esta serie: «pinturas y dibujos enfocados en el retrato histórico espacial, en donde abordo el tema ideológico, específicamente la competencia espacial desarrollada entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética en plena Guerra Fría». Pinturas y dibujos donde los rostros se alejan completamente de lo «bello» o «armónico». 

    “Theratos”, inauguración de la exposición personal de Jorge Rodríguez, (Galería Galiano, agosto-octubre, 2023). 

    Los rostros desfigurados remiten a las descripciones de lo feo —según anota Humberto Eco— en el Tratado del bien y del mal de Guillermo de Auvernia: «aquellos a los que les falta un miembro, que tienen un solo ojo».

    Es esto lo que está pintado en Theratos: el desencanto. 

    Rodríguez imaginó un bestiario, un catálogo de seres imperfectos y desnaturalizados, perjudicados por el exceso o la falta de proporciones, y eso te invita a reparar en las categorías «bello» y «feo» como las pensó Eco en su Historia de la fealdad. Y terminas preguntándote cómo en ese rostro descarnado donde hay vacíos, y una película putrefacta de grises y verdes en el lugar donde debería estar pintada la piel, donde hay ojos colgantes y mandíbulas deshechas hasta mostrar los dientes, puede ser un motivo de atracción, incluso algo que te resulta horrorosamente bello. 

    “Theratos”, exposición personal de Jorge Rodríguez, (Galería Galiano, agosto-octubre, 2023)

    A Jorge Rodríguez le interesa mostramos que lo aterrador puede llegar a ser también sumamente excitante, que en la rareza hay una seducción, algo que nos atrae. Y nos encontramos en un muestrario de diferencias, de alteraciones, cara a cara con el resultado de la desintegración. 

    En Theratos uno termina confirmando que además de estudiar las anomalías, Jorge Rodríguez las potencia. Pues no es un replicador, no es el tipo de artista que pinta la destrucción tal cual; él la crea, la origina desplazando por el lienzo el lugar que debían ocupar ciertas formas, haciendo un amasijo de líneas, llevando los rostros a un extremo visual en que sistemáticamente se difuminan, dejando lugar a lo horrible, a lo que consterna. 

    fig. 272. Kathryn D. Sullivan. 2023 / Óleo sobre lienzo / 100 x 100 cm./ Jorge Rodríguez. 

    He terminado encontrando en estas pinturas el misterio, la punzante agudeza de las profecías. Todo lo que fue bello, perfecto e inalcanzable puede terminar derruido. Todo lo sólido, como diría Marshall Berman, se desvanece en el aire. Todo lo que fue promesa de un sueño, de otros mundos, puede acabar en la deformación, reflejo demacrado de una esencia. Todo pierde su forma porque… ¿qué es lo imperecedero? Se acaban los grandes amores, las guerras, las revoluciones, las vidas y las novelas perfectamente escritas y, de esa forma, también terminan extinguiéndose, volviéndose espectros, hasta los rostros de los pocos seres que han visto la tierra desde el mismo lecho donde refulgen y mueren las estrellas. 

    La belleza es tan apacible que termina creando un éxtasis aburrido, un embeleso. Pero lo feo, lo terrible, es infinito. Tan lleno de probabilidades y extensiones que uno termina fascinado. 

    El sueño es tranquilo y feliz. 

    Las pesadillas son asfixiantes, morbosas. 

    Un rostro normal tiene dos ojos; un rostro anormal puede tener cien ojos, mil, o ninguno. 

    En su evocación de lo infinito a través de lo divergente y lo terrible, Jorge Rodríguez, el pintor deformante, nos lleva por un bosque en el que crece la excitante consternación ante las diferencias y los prodigios.

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    Katherine Perzant
    Katherine Perzant
    Ha sido funambulista y chainsmoker. Como el Paterson de Jarmusch, escribe poemas que nunca publica. Posee una debilidad alarmante por los puentes y las boyas. La toman, tan a menudo por extranjera, que se siente así en todas partes. Quisiera creerle a Issa, que le sobrevive, le sobrevive a todo, la frialdad.
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