La tierra cananea, que es toda la tierra

    La víctima ha sido encargada de operar con el mismo dispositivo con que fue masacrada. El Hombre Blanco, el maestro de ojo azul de Celan, dijo a los judíos: «Cuídame el fascismo. Ejecuté a seis millones de los tuyos y ahora debo guardar las apariencias. Hazte cargo por unas décadas, luego vengo a recogerlo y lo devuelves».

    ¿Dónde podríamos esconder mejor la ideología del exterminio, dónde buscarle un refugio latente, un reducto para que el experimento se mantenga vivo en sus posibilidades más plenas, sino en el cuerpo anteriormente ejecutado, en el sujeto histórico sobre el que hemos cometido un crimen impagable? ¿Quién va a cuestionar a ese sujeto histórico, si la tragedia que le procuramos, una tragedia que clausura la historia, le entrega un salvoconducto y una inmunidad que le permite operar también por fuera de la historia?

    Esa sería justamente la realización del fascismo: actuar de una vez por fuera de la historia, que es actuar por fuera de la civilización y del relato, aun cuando el relato contenga siempre entre sus pulsiones la tentación de interrumpirse de golpe y la civilización prefigure el fin ya en cada una de sus génesis, antes de echarse a andar.

    Hay una letra pequeña, una deuda contraída por parte del pueblo hebreo (el proyecto sionista) con Occidente luego de aceptar la patria del Estado de Israel tras la Segunda Guerra Mundial. Ese contrato dice así: «Eres la punta de lanza del cristianismo, nuestra primera línea en la frontera con el bárbaro y quien ha sido designado para contener la invasión de las bestias».

    Uno no puede desprenderse de la sensación de que se trata de un pueblo, el extraordinario pueblo judío, librando una guerra que no es completamente suya, que está pagando con el crédito de sus vidas, pero sobre todo con la ingente cantidad de vidas ajenas que cobra, el usufructo de la tierra a Roma.

    Los Acuerdos de Oslo se firmaron hace casi treinta años. Por fuera de sus respectivos fundamentalismos y ortodoxias, palestinos e israelíes creyeron encontrar una solución política; inevitablemente laica, por supuesto. Isaac Rabin fue asesinado poco después. En un mundo donde llegó a tener todo el control, el mundo que hubo más o menos por veinte años, desde 1990 a 2010, la euforia neoliberal arrasó con la posibilidad de que Occidente propusiera un pacto civilizatorio a las otras culturas principales.

    Hoy Occidente, asustado, asistiendo con espanto a su repliegue, se desentiende de sus cabezas de hidra, desde Putin a Hamas, como si no fueran en gran medida la respuesta espeluznante a ese infatigable modelo técnico de expansión. El triunfo corporativo último no ya sobre el comunismo y la socialdemocracia, sino sobre el liberalismo, es lo que permite la subversión y la calcificación de cada uno de los significantes y lo que hace que sea la víctima quien expíe la culpa del victimario.

    Porque cuotas de culpa blanca es lo que hay repartido por todas partes ahora en Occidente, con otras identidades aceptando el papel de terapeuta o confesor del capitalismo a cambio de alguna remuneración de algún tipo. La estructura ideológica que premia al negro y al indio y al oriental por padecer, agradeciéndoles por haberle permitido al Hombre Blanco ejercer su piedad y su arrepentimiento para con ellos, es de últimas la misma estructura ideológica que configura al Estado de Israel, un pueblo secuestrado por la derecha ultraortodoxa sionista.

    En el mesianismo judaico opera el capital occidental. La imagen de la bandera de Israel proyectada en la Puerta de Brandeburgo es menos un acto de solidaridad con los judíos que una radiografía de la mala conciencia blanca, una foto de la mente imperial extasiada ante la magnitud de su remordimiento y ante su magnánima capacidad de rectificación.

    La bandera de Israel en la Puerta de Brandeburgo y en tu historia de Instagram es entonces, ¡pícara época posmoderna!, la continuación del fascismo mediante otros símbolos, el disfraz del amo con las ropas del esclavo. ¿Qué podría reparar más la memoria del Holocausto que la denuncia de la limpieza étnica del pueblo palestino a manos del Estado de Israel? Son, caídas las ficciones monoteístas, la misma gente, pero nada cambiaría si no lo fueran, puesto que la misma gente es lo que todos somos, al fin y al cabo.

    Esa política de exterminio en tiempo real ocurre con tanta impunidad porque le entrega al Hombre Blanco la evidencia, y con la evidencia el alivio, de que también otros la pueden practicar, pero, aún más importante, posibilita la ejecución de su deseo reprimido a través de un intermediario. ¡Y resulta que él mismo es todavía el intermediario! El fascismo es un asunto exclusivo del Hombre Blanco.

    En el delirio evangelizador de un conflicto que ha visto saboteada cada una de sus soluciones hasta llegar a este callejón sin salida, se expresa no ya el antiislamismo, sino también el antisemitismo occidental. Y Occidente ha encontrado para el antisemitismo un lugar en apariencia inexpugnable, que es el apoyo a los judíos en su derecho a la guerra. ¿Habría el mismo apoyo en su derecho a la paz? Este apoyo no depende de la voluntad de un político de turno, no es Clinton oficiando de garante.

    Se trata de un conflicto que se libra entre aquellos pueblos que la cristiandad ha perseguido o enfrentado. ¿Por qué querría entonces la cristiandad que terminara? ¿Al final quién podría dudar que, mientras más enquistado y prolongado sea el conflicto, mientras más se hunda en la noche fascista el Estado de Israel, más peligra su existencia, atado inexorablemente su destino al margen de protección que pueda aún otorgarle Occidente? ¿Que cuánto es? No mucho. Todo lo que sea, es nada en el tiempo de un hebreo.

    Los civiles palestinos lavan el remordimiento blanco, una culpa inmensurable que no tiene fondo ni hay cifra ajena que la aplaque. No hay un grupo terrorista islámico realmente capaz de plantarle resistencia a la máquina industrial de guerra de Occidente, a la máquina industrial de guerra del capital, y no hay uno que no parezca un resultado suyo. Esa industria ha necesitado la supervivencia de sus enemigos y ha propiciado los climas políticos necesarios para ello.

    ¿Es el fascismo el cadáver insepulto de las teocracias occidentales, la pulsión siempre latente por restaurar aquellos reinos descabezados en 1789? Fascismo y teocracia son trincheras de la Identidad, que es la ficción política que solicita para sí el derecho de matar.

    Al implacable relato monoteísta de la etnia o la raza elegida que reclama su permanencia fija en el tiempo, oponemos la formidable ironía del mundo pagano y las épocas todavía heroicas de la Edad de Bronce. El Mediterráneo Oriental, tierra cananea que fue invadida por el pueblo de Israel desde el Este, viniendo desde lo que es hoy mundo árabe, y por los palestinos, que eran los filisteos, apareciendo por el Oeste, lo que es hoy mundo cristiano.

    Quizá no sea ocioso recordar también que Europa es apenas la doncella que Zeus, transformado en toro blanco, raptó una tarde en la playa de Sidón. Y Sidón queda en el Líbano.

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    Carlos Manuel Álvarez
    Carlos Manuel Álvarez
    Bebedor de absenta. Grafitero del Word. Nada encuentra más exquisito que los manjares de la carestía: los caramelos de la bodega, los espaguetis recalentados, la pizza de cinco pesos. Leyó un Hamlet apócrifo más impactante que el original de Shakeaspeare, con frases como esta, que repite como un mantra: «la hora de la sangre ha de llegar, o yo no valgo nada». Cree solo en dos cosas: la audacia de los primeros bates y la soledad del center field.
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    6 COMENTARIOS

    1. Carlos Manuel Álvarez me debe un libro, me debe un libro hace tres o cuatro años. ESTADOS DE NEGACIÓN: Ensayo sobre atrocidades y sufrimiento, del autor STANLEY COHEN, si lo robó o lo perdió no me ha hecho llegar ni las disculpas. El libro es un regalo del amigo querido Gabriel Salvia, y era un ejemplar único porque se agotó la edición existente en la Universidad de Buenos Aires.
      Este artículo es un bodrio. Montado en la teoría poscolonial, Manuel ALVAREZ, demoniza al HOMBRE BLANCO, que de paso es judío también y no menciona Hamas y su responsabilidad en la miseria en la FRANJA de Gaza desde que surgió en el 2009.Tampoco la guerra de 7 países árabes contra Israel, inmediatamente después de ser creado por NACIONES UNIDAS ese país en 1947. Este autor se monta también en la neolengua poscolonial, en la cual el fascismo es cualquier cosa, el neoliberalismo es cualquier cosa y las teocracias un verdadero disparate. Resulta que según él, lo que domina occidente son las teocracias religiosas, porque las teocracias no pueden ser definidas de otra forma que gobierno de una casta de sacerdotes representantes de dios en la tierra. El análisis político no es crear poesía.
      Lo terrible del asunto es que clama por las víctimas de los dos bandos, pero parece que el HOMBRE BLANCO, es el responsable es decir OCCIDENTE.¿DONDE ESTARÍA HOY CARLOS MANUEL ALVAREZ para hacer este discurso disparatero, sesgado, castrador y desinformador?, pues está en Occidente. En la franja de GAZA sería una victima más, o militante de HAMAS, en Irán ya lo habrían colgado por solidarse con las mujeres iraníes, y en ISRAEL, podría ser un opositor al actual gobierno sin que le costara la cabeza como toda la oposición israelita que goza de buena salud.
      Este bodrio disparatero del excelente escritor Carlos Manuel Álvarez demuestra que uno puede ser un muy buen escritor y seguir siendo ignorante y desinformador, porque el ensayo político no necesita poesía ni metáforas, sino formación e información. El autor es otro colonizador salvo que al revés.

    2. De acuerdo con Marlene Azor-Hernandez. Carlos Manuel Alvarez, estupendo escritor: dejese de complejitos tercermundista y de confundir lo inconfundible.

    3. Marlene Azor Hernadez tan soberbia como siempre,y Tomas,podria estar de acuerdo con Tomas,hasta con su tono.Me intriga que usted no le responda a ninguno de los dos.Pienso que podria ser soberbia suya.No se atreve a defender usted los argumentos del articulo o no considera a ninguno de estos dos dignos de discutir con ellos o contestarles.Eso de bodrio y de complejitos tercermundistas yo lo contestaria,pero yo no siy un gran escritor.Bueno,tampoco soy un soberbio antropologo.Pense escribir;Gracias Fidel,pero no lo voy a hacer.

    4. Tomas,me parece notar en su respuesta tan categorica y paternalista una carga, ideologica,podria equivocarme,y Marlene tan agresiva y soberbia defensora de toda la razon y toda la verdad,cuestiona el montaje poscolonial suyo demonizador del hombre blanco,.Y que sentido tiene escribir el articulo,la tesis,si no la defiende usted.?Sigo sin entender de que se trata.Un bodrio montado en la tesis poscolonial?Usted se que no va a contestar.Un capitulo mas de la novela del aire

    5. Bueno,deje un largo comentario y no me lo publicaron,y me parece bien.No coincido con el articulo de Carlos Manuel.Quiero anadir que no entiendo aun de donde saco sus argumentos y a donde se dirige con ellos.Como decia un anuncio estadounidense de una empresa de vender hamburguesas sonbre la hambueguesa de su competidor:»where is the beef?»Lo mismo pienso del articulo yo.

    6. El autor se enredó en un tema que le queda grande. No sé si lo que escribió aspira a ser filosofía, o si quiso hacer poesía con la desgracia. Coincido plenamente con Marlene Azor y con Tomás. Sí confirmé una vez más que a este bebedor de absenta el racismo se le escapa de cuando en cuando.

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