Contra la prisión política, en defensa del diálogo

    A mí nunca me han gustado las canciones del trovador Silvio Rodríguez más que las canciones de Gente de Zona. Nunca fui fanática suya, ni me sumé a ninguna Tropa Cósmica, porque nunca he sido fanática de ningún músico. Asistí a varios de sus conciertos en barrios marginados de La Habana y todavía puedo cantar malamente varios de sus temas más emblemáticos, como mismo puedo cantar malamente La Bayamesa.

    En distintos momentos en los últimos años hemos estado exactamente en lados opuestos del espectro político en algunas cuestiones. Una vez incluso dejé unos comentarios en su blog Segunda Cita que nunca publicó y creo que yo compartí al final en mi muro de Facebook. Si mi memoria no me traiciona, la discusión era sobre el problema de la vivienda en La Habana, a raíz de la muerte de tres niñas en Jesús María por el derrumbe de un balcón.

    Sin embargo, yo creo y confío en el dramaturgo Yunior García: una de las figuras principales del movimiento 27N, una de las voces más lúcidas, críticas y consecuentes de mi generación. Estoy segura de que su decisión de escribir una «Carta abierta al propietario de un unicornio perdido», es decir, a Silvio Rodríguez, para invitarle a dialogar, tuvo que ver con su conciencia de que una de las prioridades ahora es liberar a las personas que fueron detenidas por participar de alguna forma en las protestas del 11, 12 y 13 de julio.

    De acuerdo con datos compilados por activistas, en colaboración con la organización independiente Cubalex, más de 600 personas han sufrido detenciones hasta la fecha y cada día la cifra aumenta un poco más. Algunas de esas personas se encuentran desaparecidas, otras no han podido ver a sus familiares, otras han sido puestas en libertad con una medida cautelar y siguen bajo investigación, otras han sido ya sentenciadas. Lo más siniestro: nueve son menores de edad.

    El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, dijo el 14 de julio que los detenidos «recibirán la aplicación de las leyes en su justa medida, sin abusos» y que tendrán «garantías procesales».

    Seis días más tarde, el fotógrafo de 25 años Anyelo Troya ya era sentenciado a un año de privación libertad en un juicio sumario, bajo el cargo de «desorden público», y sin presencia de un abogado. De acuerdo con su familia, en el mismo juicio sentenciaron a otros 10 jóvenes a condenas similares —entre diez meses y un año—, y solo dos contaron con defensa.

    Sus amigos y colegas han denunciado en las redes sociales que Troya fue detenido por fotografiar las manifestaciones en La Habana. Su madre, no obstante, ha afirmado que solo salió ese domingo a comprar pizzas y llevó, como siempre, su cámara.    

    Amanda Hernández, estudiante de 17 años, también enfrenta una acusación de «desorden público». Fue detenida el mismo 11 de julio, en La Habana, por usar su celular para registrar las protestas, y trasladada a prisión. Nueve días permaneció encarcelada y sin comunicarse con su familia. La soltaron el 20 de julio, solo para que esperara en casa el juicio que le harían dos días más tardes*

    Yunior García es uno de los nombres que figura en la lista de detenidos y desaparecidos. Estuvo preso desde el 11 hasta el 13 de julio y salió bajo una medida cautelar y bajo investigación. Lo detuvieron en las afueras del Instituto Cubano de Radio y Televisión, en el Vedado, adonde había ido en compañía de otros artistas para exigir transparencia y solicitar 15 minutos en televisión a fin de —según explicó en un post en Facebook— «ejercer el derecho a réplica, hacer un llamado a resolver nuestros conflictos por vías democráticas, condenar la represión y encontrar una solución sin sangre a la crisis total que vivimos los cubanos».  

    Al día siguiente, García anunció que renunciaba públicamente a su condición de miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). «No puedo seguir perteneciendo a una organización que le da la espalda a una parte considerable del pueblo y opta por mostrar obediencia a un poder abusivo. No puedo permanecer en un coro que le canta alabanzas a quienes ordenaron la represión contra los jóvenes y el combate entre cubanos. No puedo ser parte de un grupo de artistas e intelectuales que ha preferido el silencio o la complicidad».    

    Y, el 21 de julio, publicó la mencionada carta para invitar a Silvio Rodríguez a un diálogo sobre las protestas, a pesar de que el cantautor había dicho en su blog, par de días antes, que no había visto un solo video que mostrara el momento en que una manifestación pacífica era agredida por la policía.

     «Yo no te pido que renuncies a ninguna de tus convicciones», dijo García en un momento de la misiva. «Eso sería absurdo de mi parte. Tú eres (con todas tus contradicciones) una pieza imborrable en este rompecabezas donde nacimos y que seguimos llamando Patria. Pero mis amigos y yo (con las nuestras) también estamos en esa imagen de Cuba que no acaba de armarse. Y no permitimos, Silvio, que nadie nos arroje de la mesa.

    »Si todavía me queda, después del 11 de julio, una mínima esperanza de diálogo, quiero que sea contigo. No te imagino lanzándonos a un camión de basura ni defendiendo tiendas con un palo en la mano. No te imagino pateando a un joven socialista de 22 años en una estación de policía ni apoyando las condenas de aquellos a los que has regalado tantos conciertos en sus barrios».

    Ese mismo día el diálogo tuvo lugar en los estudios Ojalá. De acuerdo con el dramaturgo y director escénico, el encuentro duró 70 minutos y concluyó con el compromiso de que el cantautor abogaría por «la liberación de todos los presos que participaron en las protestas»; asimismo, coincidieron en un proyecto —«en su momento se hará público», apuntó— que «podría servir para el comienzo de un debate verdaderamente plural, inclusivo, cívico, respetuoso y amplio, que encuentre los consensos entre la diversidad que hoy nos caracteriza como cubanos».

    «El encuentro de hoy», agregó, «no se trataba de un combate para encontrar un ganador. Se trataba de Cuba. Y creo que salimos de allí con la certeza de que se necesitan cambios reales, impulsados por vías no violentas, sin injerencias y donde ningún cubano se sienta excluido».

    Por su parte, Silvio Rodríguez publicó en su perfil de Facebook un recuento que coincidió esencialmente con el de su contraparte: «Me pidieron que llamara a alguien y que pida amnistía para todos los presos. Recuerdo la última vez que pedí una amnistía. Fue en la Tribuna Antimperialista. Un segundo antes de subir una autoridad me dijo que no lo dijera. Si no digo eso, no digo nada, respondí. Y pude llegar al micrófono. Y entre otras muchas cosas pedí la libertad de aquella gente con quienes no estaba de acuerdo. Y un par de semanas después (no por mi culpa) 70 vidas fueron libres. No sé cuántos presos habrá ahora, dicen ellos que cientos. Pido lo mismo para los que no fueron violentos y cumplo con la palabra empeñada. Ellos no tienen nada que cumplirme porque nada pedí».

    Yo no creo que Yunior García sea un ingenuo por hablar de unicornios. No creo que haya sido ingenuidad lo que le impulsó a apostar por el diálogo con funcionarios el 27 de noviembre en el Ministerio de Cultura, ni a pedir 15 minutos en Televisión Nacional, ni a renunciar a la UNEAC, ni a dialogar con Silvio Rodríguez. En su discurso a mí me queda claro que él entiende la naturaleza y complejidad del poder al que se enfrenta. El mismo Silvio Rodríguez reconoció que «lo más doloroso» había sido escuchar «que ellos, como generación, no se sentían ya parte del proceso cubano sino otra cosa». Yo creo que, simplemente, Yunior García, al igual que tantas otras mujeres y hombres jóvenes, se imaginan y perciben como seres libres y andan a la busca de su propio unicornio azul.

    El primer espacio en que la libertad se ejerce es la imaginación. Quien no logra imaginarse libre, no será nunca libre. Por eso los sistemas opresivos históricamente han tratado de controlar el imaginario popular. Cuando el discurso oficialista dice que las calles son de los revolucionarios, por ejemplo, está ejerciendo una violencia simbólica que busca excluir y criminalizar a los sujetos que considera que no caben en su esquemático y retorcido concepto de revolucionarios.  

    No hay mejor manera de conquistar derechos humanos negados por un sistema que ejerciéndolos. Si los periodistas independientes hubiéramos esperado por que hubiera libertad de prensa para hacer nuestro trabajo, todavía estaríamos esperando. Los cambios sociales significativos no llegan por sí solos, ni de la noche a la mañana. Para que en Estados Unidos se eliminara la segregación racial, tuvo que existir una Rosa Parks.    

    Todo esfuerzo pacífico y democrático en favor de una causa justa, incluso los simbólicos, cuentan. Corren un poco más los límites y dinamitan los mitos opresivos que existen en nuestra imaginación.  

    Yo no pienso que hablar con Silvio Rodríguez sea hacer una concesión sino explorar una alternativa en un contexto que es sumamente hermético y hostil. Por supuesto que el autor de «Ojalá» no será quien decida si se liberan o no esos cientos de manifestantes. Sin embargo, su voz podría influir en quienes tienen el poder.

    Un diálogo con Silvio Rodríguez no es incompatible con la opción de volver a las calles. No es incompatible con las gestiones que alguien quiera hacer en Naciones Unidas, la Casa Blanca o el Parlamento Europeo. No es incompatible con las protestas alrededor del mundo para reclamar solidaridad y visibilizar lo que pasa en Cuba. Lo importante es que cada persona que sienta un compromiso con la libertad y los derechos humanos haga algo donde esté y de acuerdo con sus capacidades.

    Yo también quiero que en Cuba todos los presos políticos, no solo los encarcelados a partir del 11 de julio, sean liberados, porque nadie debería sufrir prisión por motivos políticos. Por querer, quiero mil cosas. Quiero que dejen de acosar y reprimir a todas las personas que están en libertad. Quiero libertades civiles, políticas y económicas. Quiero refugios para las víctimas de violencia de género. Quiero paz. Y quiero —¿por qué no?— un unicornio violeta. Todo el mundo debería tener derecho a buscar su propio unicornio. 

    Pero jamás se me ocurriría decir que, si no liberan a todos, no quiero que liberen a ninguno, que todo o nada. En primer lugar, porque estaría jugando a decidir sobre vidas ajenas; no soy yo quien está en la cárcel. En segundo lugar, porque estaría cayendo en la misma bajeza del régimen: utilizar presos políticos para presionar y negociar; estaría instrumentalizando vidas humanas con fines políticos. Y, en tercer lugar, porque estoy convencida de que la historia del 11 de julio y la búsqueda de libertad no terminará con una amnistía; que ciertamente nunca debió existir porque protestar en el espacio público y documentar esa protesta no deberían constituir delito en ningún caso.

    El deseo de cambio que escuchamos en tantos videos de las manifestaciones no se apaciguará con 120 kilogramos de medicinas y alimentos, ni con una amnistía, ni con una compensación de ETECSA por interrumpir los servicios, ni con tres ferias agropecuarias. Pero respeto a quienes quieran usar los 120 kilogramos, salir de la cárcel, aceptar la compensación de ETECSA y comprar malangas en cualquier feria agropecuaria, porque la vida continúa y en la isla es extremadamente difícil.

    El pueblo cubano no necesita más golpes que los que ya ha recibido para graficar la narrativa anticastrista de nadie. No necesita más miseria que la que el gobierno impone. No necesita más razones que las que observa a diario para seguir luchando por cambios. Creo que lo que más necesitamos es fortalecer nuestra autoestima y mostrar confianza y respeto hacia los miles de cubanos que en todo el país salieron a protestar. Ni el hambre ni la represión empoderan: solo humillan.

    Ahora, hay algo que me inquieta acerca del actual pedido de amnistía, y es el hecho muy probable de que hay personas injustamente acusadas de cometer violencia. Cito dos casos: el artista Luis Manuel Otero, líder del Movimiento San Isidro, está acusado de atentado, resistencia y desacato; Sayli Navarro, hija del opositor Félix Navarro, una de las pocas víctimas de la Primavera Negra que decidió permanecer en Cuba tras su excarcelación, está acusada de atentado y desórdenes públicos.

    En cuanto a Otero, hasta ahora no se conocen detalles sobre su detención. Pero si se tienen en cuenta los antecedentes, es imposible confiar en que recibirá un trato justo por parte de las autoridades cubanas. En el caso de Sayli, Cubalex ha explicado que la acusación se basa en que ella golpeó con un casco a un oficial que la sujetó por la espalda para impedirle socorrer a su padre, de 68 años, mientras era agredido por un agente de la Seguridad del Estado.

    A la petición de amnistía o, simplemente, libertad para los manifestantes, habría que agregar una petición de que organizaciones no gubernamentales defensoras de derechos humanos entren al país, ayuden al esclarecimiento de los hechos y fiscalicen los procesos judiciales. Las escenas de violencia más terribles que circulan en las redes sociales, de hecho, no las protagonizan quienes participaron en las protestas antigubernamentales sino policías, militares y grupos de civiles defensores del régimen. Hay incluso testimonios de torturas en estaciones de policía. ¿O acaso la violencia perpetrada por «revolucionarios» no es delito?

    Y si soy absolutamente sincera… para mí no deberían ir a prisión ni quienes saquearon las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC), que más que tiendas son monumentos a la desigualdad, el clasismo y la exclusión. Yo dudo mucho que ahí se pueda encontrar un unicornio azul o de cualquier otro color.

    *Al momento de publicar este trabajo, se conoció la noticia de que Amanda Hernández ha resultado absuelta.

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    11 COMENTARIOS

    1. Cuando veía al periodismo como una profesión de ensueño era a esto a lo que me refería. Ole a ti Mónica, a vuestra valentía y a la salud de ésta que considero la mejor revista del acontecer sociopolítico cubano.

    2. Monica tengo 81 años y esta situación de lis presos y desaparecidos
      me parece un Deja Vu ,de lo que vivimos en 1961 cuando se esperaba, la invasion de Giton y familias enteras eran encarceladas , unos desaparecidos y también fusilados.Stafiums y teatros no daban a basto. Han pasado exactamente 60 años y que triste que al cabo de este larguísimo tiempo ,una vida, la historia vuelve a repetirse .
      Celebró que todavía tengas fe ,en que un diálogo pueda producirse… Ojalá así sea .Yo por mi experiencia en lo vivido no la puedo compartir contigo.

    3. Con el gobierno-partido no se dialoga por la sencilla razón que ellos no lo admite.Para mi Silvio no representa al pueblo de Cuba.

    4. En mi adolescencia me atrajo la músicqa de Silvio. Yo tengo ya 70 años. Nos llegaban sus textos porque tocaban temas que estaban excluidos de lo que transmitía la radio y la TV en los 60. La juventud es inconforme por naturaleza y gusta de cuestionar lo establecido más en estos tiempos. Pero cuando el cantautor asumió la postura de comulgar con una Revolución que cada vez iba representando menos para mi, ahí se acabó mi admiración por él hasta el punto que escucharle enla radio o la TV era motivo suficiente para cambiar de stación o de ccanal. No obstante, no está mal que se haya tratado de dialogar con este individuo que si bien no es parte del poder, sí en cierta forma lo representa, para mi al menos. Siendo pariente político e los Castro Espín pueede ser que su opinión sea escuchada. Veremos.

    5. Monica te felicito por tu escrito, preciso,inteligente, oportuno y ademas por tu valentía! Abrazo desde la otra orilla
      PATRIA Y VIDA❤️

    6. Soy un español que ha vivido muy joven el final del Franquismo. La transición pacífica en España fue posible gracias al diálogo. Hasta Mandela dialogó con el gobierno racista de Sudáfrica que le había encarcelado veinte años.

      Tienen miedo y hay que tranquilizarles. Se imaginan que si Cuba llega a ser libre acabarían en la cárcel y serían tratados tan mal como ellos tratan a los «gusanos». Hay que convencerles de que tienen un sitio en la Cuba del futuro, y que en esa Cuba ellos también saldrán ganando.

      Mientras hay que evitar excesos verbales y hay que expresar las cosas sin alzar la voz y siendo muy pedagógicos.

    7. existe algún tipo de texto de Mónica Baró que no empiece y termine hablando de ella entrándose a pescozones con su ego todo el tiempo? ya no puedo pasar de la segunda línea de su eterno YOÍsmo

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