El dramaturgo Yunior García Aguilera y su esposa, la productora y profesora Dayana Prieto Espinosa; la curadora Claudia Genlui Hidalgo; el rapero Eliécer Márquez Duany, conocido como El Funky; la artista Camila Ramírez Lobón; la poeta Katherine Bisquet Rodríguez y el artista Hamlet Lavastida tienen en común no solo el arte. Todos le han plantado cara al poder político en el transcurso de este año, y todos han sido expulsados del país en fechas recientes.
Algunos, como García y Prieto, recién acaban de salir, en circunstancias todavía por esclarecer. En la primera conferencia de prensa que diera desde España, el jueves 18 de noviembre García dijo haber dejado el país motu proprio para escapar al acoso estatal que sufriera en días previos a la marcha pacífica que la plataforma Archipiélago, un proyecto cívico de ideología diversa que alega buscar la reconciliación y unión de los cubanos para lograr un cambio político en la isla, y de la cual García Aguilera era la cara más visible, convocara para el pasado 15 de noviembre. Se trataba de la primera marcha política organizada abiertamente desde la oposición, amparada en un derecho reconocido en la Constitución vigente, aprobada en 2019, y sin embargo declarada ilegal por las autoridades, que además hicieron, con éxito, cuanto estuvo a su alcance para impedir la realización de esta, incluido un extenso despliegue policial a lo largo del país.
Este mismo mes, el 3 de noviembre, viajó a Estados Unidos vía México Genlui Hidalgo, pareja del artista opositor Luis Manuel Otero Alcántara, quien desde el pasado 11 de julio, en medio de un estallido popular de magnitud y cariz político inéditos en la historia contemporánea cubana, fue detenido por la policía y enviado a una prisión de máxima seguridad, donde todavía permanece prácticamente incomunicado. Según Genlui Hidalgo, si bien su viaje tiene como objetivo «acompañar a su madre, enferma de cáncer», «la Seguridad del Estado estuvo con ella en el aeropuerto ‘todo el tiempo’ hasta el momento en que se montó en el avión». Apenas cuatro días antes, el 31 de octubre, el cantante Yotuel Romero recibía en el aeropuerto de Miami a El Funky, con quien, entre otros músicos, colaboró en la realización de la canción «Patria y Vida», nominada a los Grammy Latinos como mejor canción del año. Maikel Castillo Pérez, alias Osorbo, colaborador también de «Patria y Vida» y uno de los dos músicos participantes en el proyecto que residen en Cuba —el otro es El Funky—, guarda prisión desde el pasado mes de mayo. El 17 de ese mismo mes, Camila Lobón publicó en su perfil de Facebook: «Vine para recuperar un poco de la libertad vital que sobre mi cuerpo y espíritu, más en los últimos dos años, ha requerido una energía excesiva mantener». El 25 de septiembre, Bisquet Rodríguez y Lavastida también fueron escoltados por agentes de la Seguridad del Estado hasta el aeropuerto José Martí, de La Habana, y embarcados en un vuelo con destino a Polonia, con la advertencia de no regresar al país, tras haber permanecido Lavastida secuestrado en las instalaciones de la Seguridad del Estado por casi tres meses.
La lista de expatriados, expulsados, exiliados y emigrados es larga y dolorosa. Según el Pew Research Center, tan solo en Estados Unidos viven 2.3 millones de hispanos de origen cubano, poco más de un millón nacidos en Cuba —estos datos son de 2017—. Lastima, sobre todo, repasar los nombres de cubanos expulsados de su país en los últimos 62 años por interés del gobierno, personas que al partir tuvieron que dejar atrás hijos, padres, abuelos, amigos y todo lo que hasta ese momento habían sido sus vidas. Lastima más, sin dudas, escuchar sus historias, que tanta falta hace comenzar a compilar.
Con su expulsión, el régimen cubano ha buscado sacarse un problema inminente de encima. Y lo ha logrado, entre otras cosas porque quienes han elegido el exilio como alternativa al orden político establecido en Cuba el primero de enero de 1959 no pueden regresar a vivir en su país —de ahí la promulgación, en 1966, de la llamada Ley de Ajuste Cubano, dirigida a regularizar el estatus migratorio de los cubanos admitidos en territorio estadounidense—, a menos que se sometan a un largo y azaroso proceso llamado «repatriación», durante el cual deben demostrar ante las autoridades cubanas, en particular los funcionarios del Ministerio del Interior, que no albergan antipatías políticas hacia el gobierno de la Isla. La ley establece la inadmisibilidad en territorio nacional de toda persona que se dedique a «organizar, estimular, realizar o participar en acciones hostiles contra los fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado Cubano», con independencia de su ciudadanía.
Cancelada la posibilidad del regreso, el exilio político ha hecho de ella bandera de lucha, al tiempo que ha fungido como cheerleader y patrocinador de gran parte de la oposición interna. Animadas por el «yo no pido permiso para regresar a mi país» o «hasta que el régimen cubano no caiga yo no regreso a Cuba», los exiliados han organizado marchas y protestas frente a misiones diplomáticas cubanas y sedes de organismos intergubernamentales, y mediado ante estos últimos para obtener apoyos políticos para la oposición en Cuba, además de escribir columnas de opinión y contribuir al rescate de parte de la memoria histórica silenciada por el gobierno cubano.
El exilio también ha pagado, y continúa pagando, las costosas recargas de ETECSA, la compañía de telecomunicaciones propiedad del Estado cubano, única posibilidad de que la sociedad civil tenga acceso a aplicaciones de mensajería instantánea, foros y video chats, entre otras. Ha comprado a precios exorbitantes los ridículos combos de comida que ofertan portales de internet de dudosa procedencia, muy posiblemente conectados con el gobierno cubano, para que los familiares de los disidentes que se encuentran en prisión o que han sido expulsados de sus centros de trabajo por sus ideas políticas tengan un plato de comida que ofrecerles a sus hijos. Ha comprado medicamentos y primeros auxilios, o donado dinero para adquirir estos, y pagado boletos de avión a precios aún más ridículos para llevar estas donaciones a un pueblo azotado por el COVID, o para sacar del país y garantizar la subsistencia en el extranjero a otros tantos perseguidos políticos y necesitados. Todo eso, mientras ha apoyado económicamente a sus familiares y amigos en la Isla.
Nadie más que Bisquet Rodríguez y Lavastida, El Funky, Genlui Hidalgo y, ahora, García Aguilera y Prieto Espinosa conoce a ciencia cierta los resortes que los llevaron a aceptar el destierro o la salida indefinida del país, las alternativas que sopesaron y los planes que albergan, tanto en lo personal como en lo político, y es difícil juzgarlos por cuanto han hecho o dejado de hacer, desde sus particularidades. Una mejor alternativa es encauzar el capital movilizatorio, amén del económico, simbólico, cultural, político y experiencial de la diáspora cubana para que, en la agenda de los reclamos políticos que se dirime hoy ante el gobierno cubano, figuren también los derechos de los cubanos exiliados, por décadas pisoteados.
El derecho a viajar a o residir en el país natal, que debería amparar a todo cubano poseedor de un pasaporte de esa nacionalidad. El derecho a la no discriminación por lugar de residencia o credo político en ningún lugar del territorio nacional, incluidas sus fronteras, así como los centros culturales y recreativos, los hospitales y las escuelas públicas. El derecho a conservar y heredar propiedad. El derecho a invertir y aportar al desarrollo de la economía nacional. El derecho a la libre expresión y asociación. El derecho a la postulación a cargos políticos. El derecho a ser ciudadanos en lugar de exiliados.
Yunior no fue expulsado; la esposa menos.
Cómo se le dice a tener que irse escondido de madrugada por miedo y acoso???
Técnicamente no, pero psicológicamente si. Y eso es aún peor, porque da paso a juicios negativos sobre ellos. Juicios de aquellos que desde fuera de la isla prefieren verlos morir como parte de un morbo que denota el daño antropológico de la sociedad cubana.
Claro que no fue acompañado. Primero acosado, después bloqueado. Y por último acompañado. Hay que tener ganas de no ver la evidente verdad.
Seis blancos y un solo negro en ese fotomontaje. Como escribió Carlos Lechuga en Hypemedia, los osorbo para la cárcel y los iré para afuera. El 26 de noviembre se cumplen 18 años de mi llegada a Suiza como refugiada política, tenía 61 años, hace unos días cumplí 79 y sigo siendo la misma mulata habanera que trabajó 37 años en Cuba, veinte de los cuales como periodista oficial y ocho como periodista independiente.
No estoy en las redes sociales, pero desde mi casa, realizo un servicio personal de noticias llamado Taniapress que se lo envío a unas 30 personas. Además, me ocupo de tres blogs: Desde La Habana, El blog de Iván García y sus amigos y El blog de Tania Quintero. Cada semana reviso los trabajos que desde La Habana escribe mi hijo, Iván García Quintero, para Diario Las Américas. Él y yo fuimos fundadores de Cuba Press, la agencia de prensa independiente más profesional que hubo en la isla. Fue fundada el 23 de septiembre de 1995 por el poeta y periodista Raúl Rivero, fallecido el 16 de noviembre en Miami y que hoy, 23 de noviembre, hubiera cumplido 76 años.
Cada cual es libre de quedarse o de irse, por las razones que sean. Pero donde quiera que uno esté, siempre puede hacer algo para que la libertad, la democracia, la justicia, el desarrollo y la prosperidad acaben de llegar a nuestro pueblo y a nuestra patria.
Todo muy bien pero otro se han quedado, algunos se negaron a exiliarse y otros viajan y regresan a Cuba para seguir luchando, emigrar es una decisión personal aunque te acompañen a la puerta del avión, tienen 2 años para regresar sin necesidad de repatriarse.
[…] Nadie más que Bisquet Rodríguez y Lavastida, El Funky, Genlui Hidalgo y, ahora, García Aguilera y Prieto Espinosa conoce a ciencia cierta los resortes que los llevaron a aceptar el destierro o la salida indefinida del país, las alternativas que sopesaron y los planes que albergan, tanto en lo personal como en lo político, y es difícil juzgarlos por cuanto han hecho o dejado de hacer, desde sus particularidades. Una mejor alternativa es encauzar el capital movilizatorio, amén del económico, simbólico, cultural, político y experiencial de la diáspora cubana para que, en la agenda de los reclamos políticos que se dirime hoy ante el gobierno cubano, figuren también los derechos de los cubanos exiliados, por décadas pisoteados. Para seguir leyendo… […]