«Estas imágenes fueron tomadas a finales de los años noventa en el Presidio Modelo, en Isla de Pinos, Cuba. Fueron hechas con una Nikon FM2. Más de 20 años después el escáner me las devuelve», explica Gustavo Pérez Fernández.
Puede decirse que sus fotografías consiguen evocar efectivamente —por el envés que a menudo traman el silencio y la soledad— aquel pasado tenebroso que supo contar Pablo de la Torriente Brau tras salir del célebre penal republicano.
Un horror crónico que luego de 1959 tendría una coda también oscura, mucho menos conocida.
En las páginas iniciales de su Presidio Modelo, el tipo valiente que fue Pablo escribió: «Sólo el que ha pasado por él podrá hablar del Presidio. A nosotros nos llevaron allí por criticar y combatir las injusticias y los horrores del mundo libre. A nuestra salida no podíamos dejar de criticar y combatir las injusticias y los horrores aún mayores que comprobamos en su interior. / Sólo el que ha hablado con un hombre, muerto durante veinticinco años de vida, podrá hablar de ese estercolero de la sociedad que se llama el Presidio».
Tal vez por eso ahora la fotografía sustituye con ventaja a las palabras y se convierte en la mejor opción para seguir narrando el Presidio Modelo.
Su aridez de pecio extraterrestre, la perturbadora circularidad de un panóptico que ya no vigila a nadie, la luz asaeteando desde arriba las plantas centrífugas donde se desmenuzaron miles y miles de vidas, los podridos jirones de humanidad, como fósiles invisibles, que uno adivina en cualquier rincón, los grafitis precarios en las paredes, dejados por visitantes furtivos y extemporáneos, que sin embargo reviven, en cierto modo, los viejos alaridos nocturnos de la locura y la muerte, la frialdad solar de los muros exteriores, el terco vigor de los hierros carcelarios.
«Intento recordar las motivaciones que me guiaron hasta allí», confiesa hoy el autor de estas piezas fotográficas. «Mis sentidos se esfuerzan por descubrir el eco de las galerías, la mudez de los muros, los olores del miedo, la audacia de la luz filtrado por cada orificio. Hacerlas publicas es iniciar un nuevo diálogo…»
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Gustavo Pérez Fernández (Camagüey, 1962). Fotógrafo y cineasta. Ha expuesto su trabajo fotográfico en Cuba, Italia, Bélgica y Portugal. Imágenes suyas han aparecido en portadas de libros y en revistas de arte y literatura. Su labor como fotógrafo ha sido reseñada en la revista alemana Schwarzweiss (Das Magazin für Fotografie und Labor). Algunas de sus obras integran colecciones privadas en los Estados Unidos, Alemania, Italia, Irlanda, Portugal y Bélgica.
(Fotografías autorizadas por Gustavo Pérez Fernández).
Excelente reportaje gráfico.
Sin obviar los horrores transcurridos allí durante décadas, el lugar sin dudas es fascinante por el concepto arquitectónico y la ubicación. Evoca un set fílmico de ciencia ficción. Esta foto de 1939 incorpora el elemento humano (supongo los reos fueron conminados a posar para el montaje), añadiendo una dimensión surrealista.
Gracias y un saludo.
Extraordinario Gustavo, un relato fotográfico delicioso, de cuando nos arrebataba horas de procesado y generaba regalías muy íntimas.