La bandera ha formado parte de la historia del arte desde el Romanticismo. Si bien insignias y estandartes como los vexilles romanos y la heráldica medieval son tan antiguos como la Historia, la bandera moderna surge en las transformaciones que sacudieron a Europa tras la firma del Tratado de Westfalia en 1648, un proceso que culminó de madurar con la revolución francesa.

No es casual que la obra de Eugène Delacroix, La Libertad guiando al pueblo, sea icónica de tal genealogía. La pintura es una conmemoración de los hechos de la Trois Glorieuses, la Revolución de Julio de 1830 que se manifestó en oposición a las disposiciones de Carlos X para disolver la cámara de representantes y suprimir la libertad de prensa. Un elemento relevante de la obra es la decisión de Delacroix de incluirse en la composición: el autorretrato con fusil es un manifiesto temprano del compromiso político y social de la figura del artista con su tiempo, una actitud que se multiplicaría en el siglo XX con el arte de acción.

Flag, del artista norteamericano Jasper Johns, selecciona el motivo pictórico de la bandera para interrogar la naturaleza de la representación artística en el contexto de los años cincuenta, en el que el arte abstracto comenzaba a volverse hegemónico. ¿Es Flag una pintura o una bandera? Flag es las dos cosas: es a la vez el objeto (una bandera) y su representación (una pintura de una bandera). La selección específica del motivo no podía ser más eficiente a los propósitos del artista, pues una bandera es antes que nada un arreglo geométrico de formas, líneas y colores. Este hecho bastaría para justificar cualquier diálogo posible entre la creación visual y el objeto/imagen bandera desde el punto de vista estético.

Jasper Johns en 1955 en su estudio de Pearl Street. Fotografía Robert Rauschenberg.

Jasper Johns en 1955 en su estudio de Pearl Street. Fotografía Robert Rauschenberg.

En el arte cubano sobran los ejemplos del uso de la bandera como motivo representacional. Valga solo con mencionar obras y artistas que forman parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes y que por ende cuentan con el reconocimiento institucional: Materialización de lo soñado (1993) de Alexis Leyva Machado (Kcho), Estadística (1996) de Tania Bruguera, Bandera Cubana (1988) de Tomás Esson y El Sagrado Corazón (1995) de Lázaro Saavedra.

Muchas han sido también las exposiciones organizadas por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas dedicadas a celebrar la representación de la bandera en el arte cubano. De entre las más recientes, la auspiciada por el consejo Nacional de las Artes Plásticas, Fuerza y sangre, imaginarios de la bandera en el arte cubano, inaugurada en abril de 2016 y concebida en homenaje al cumpleaños 90 de Fidel Castro y la celebración del VII Congreso del Partido.

Otero Alcántara es un artista de la performance y el arte de acción. Su cuerpo es lo que el lienzo a la pintura, su acción lo que la técnica. Su trayectoria artística comenzó, sin embargo, como escultor. Quizás haya algo de performatividad en la escultura, y mucho de lo escultórico en la acción. De ello habla Los héroes no pesan (2011), una talla en madera que el artista dedicó a los soldados que lucharon en la guerra en Angola.

El uso de la bandera en su obra no es correcto o incorrecto, sino artístico. El arte trabaja con el universo de lo simbólico en el que solo tienen cabida los juicios estéticos. De la performance Drapeau[1] valdría decir, no obstante, que su relación con la bandera está llena de afecto y reconocimiento, un tributo a la historia y a los valores de la nación. Pocas cosas pueden ser más conmovedoras que un joven que duerme, despierta, crea, trabaja y sueña arropado por los valores de su bandera.

Performance Drapeau. Luis Manuel Otero Alcántara. La Habana, 2018.

Performance Drapeau. Luis Manuel Otero Alcántara. La Habana, 2018.

La trayectoria artística de Otero Alcántara ha sido reconocida por instituciones de gran prestigio como Matadero Madrid, en donde realizó una residencia artística en 2016, y el Centro George Pompidou, por el que fue invitado en 2018 a participar en el evento anual Hors Pistes, que cada año reúne obras trasgresoras entorno a un tema de actualidad. Ese año estuvo dedicado a La Nación y sus ficciones.

[1] Acción artística en la que el artista se arropó con la bandera durante todo el mes de agosto de 2018 como si se tratara de su segunda piel.