Algunas tribus urbanas parecen haber vuelto después de algunos años a las calles de La Habana. Cada sábado en la avenida G del Vedado, frente al hotel Presidente, jóvenes que rondan los veinte años se reúnen y bailan break dance, escuchan música, fuman, visten de modo excéntrico o directamente se disfrazan.

«Aquí hay de todo un poquito», dice uno, y explica que antes había solo frikis, pero que ya se mezclan, de nuevo, repas, emos o K-pop. Ese mismo chico dice que él era el niño al que le hacían bullying. Igual eso cambió. Ahí, en G, todos lo quieren.

«Emo para mí no significa depresión. Emo significa disfrutar tus emociones al máximo». Hay nasobucos, máscaras, pelucas azules, jergas nuevas en la ciudad. Gente buscando su lugar, y encontrándolo.