China, un culpable frecuente, pero también un chivo expiatorio fácil

    TUMBES, Perú – El 22 de julio de 2020, un periodista radicado en Santa Cruz, Ecuador, publicó una foto en Twitter que pretendía mostrar a cientos de barcos chinos intensamente iluminados pescando ilegalmente en un área protegida cerca de las islas Galápagos. «Presencia masiva de la flota pesquera #China» junto a las islas, advertía el tuit, «una verdadera ciudad flotante que captura todo con sus redes».

    Lo que siguió fue una avalancha mediática. Decenas de organizaciones de noticias publicaron artículos anunciando la llegada de la armada china y advirtiendo de la amenaza que representaba para la biodiversidad en el paraíso de Darwin.

    «Alarma por el descubrimiento de cientos de buques pesqueros chinos cerca de las islas Galápagos», decía un titular en The Guardian, citando los riesgos que representaba para «una de las mayores concentraciones mundiales de especies de tiburones». Uno de los principales periódicos de Ecuador, El Universo, publicó una historia describiendo a los barcos como una «flota sigilosa» que estaba capturando y matando inadvertidamente especies de vida marina como rayas, tortugas y leones marinos. El presidente ecuatoriano en ese momento, Lenín Moreno, presentó una protesta a Beijing y prometió en las redes sociales defender las aguas nacionales de su país. 

    Pero el tuit era inexacto. No fue un «descubrimiento». La flota china había estado visitando abiertamente la zona cada año durante aproximadamente una década, y aquella foto, de hecho, la mostraba pescando en aguas argentinas, no cerca de las Galápagos. No solo eso: la mayoría de los barcos eran buques de pesca de calamar, que no utilizan redes y no suelen atrapar tiburones porque sus líneas no son lo suficientemente fuertes. 

    Aproximadamente 13 horas después de la publicación original, el periodista que publicó el tuit sobre Galápagos emitió una corrección. Sin embargo, el tuit original continuó circulando, y en la semana siguiente fue retuiteado más de dos mil 500 veces. La corrección, por su parte, fue retuiteada menos de 60 veces. La imagen con el pie de foto incorrecto obtuvo más de 10 mil likes en Facebook y también fue compartida en Reddit. 

    No era extraño sospechar que la flota china estuviera implicada en una actividad ilegal. China tiene una reputación bien documentada de violar las leyes y normas internacionales de pesca, intimidar a otros buques, entrometerse en el territorio marítimo de otros países y abusar de sus trabajadores. En 2021, la Global Initiative Against Transnational Organized Crime, un grupo de investigación sin fines de lucro, clasificó a China como el mayor proveedor mundial de pesca ilegal. 

    Pero, incluso un país que regularmente incumple las normas y viola la ley, puede, a veces, ser víctima de la desinformación. Esto es lo que parece haber ocurrido en el caso del tuit sobre Galápagos. «El problema más grande aquí», dijo Daniel Pauly, biólogo marino de la Universidad de British Columbia, «es volverse un chivo expiatorio». 

    Y volverse un chivo expiatorio puede crear problemas, continuó Pauly. Cuando China siente que sus prácticas pesqueras son retratadas injustamente, dijo, se vuelve reacia a comprometerse con la comunidad internacional en temas oceánicos. Y China a menudo responde acusando a sus acusadores de hipocresía. Y a veces tienen razón.

    Gran parte de la creciente demanda actual de pescado proviene de Estados Unidos, que importa más del 80 por ciento de los mariscos, principalmente de China. Más de un tercio de la población mundial de peces ha sido sobreexplotada, y Chris Costello, profesor de economía de los recursos naturales en la Universidad de California, Santa Bárbara, dijo que Occidente debe tener cuidado y adoptar una perspectiva histórica sobre el tema. Él agregó que mucho antes de que China emergiera como la potencia pesquera dominante, otros países, incluidos los de Occidente, pescaban de manera insostenible. «En otras palabras», dijo, «la sobrepesca no es un problema de China».

    En respuesta a denuncias de pesca ilegal contra la flota china en marzo de 2023, Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, dijo: «Pedimos a Estados Unidos que primero haga su parte en la cuestión de la pesca en aguas distantes, en lugar de actuar como juez o policía para criticar las actividades pesqueras normales de otros países».

    En las seis semanas posteriores al tuit sobre Galápagos, al menos 27 medios noticiosos publicaron historias similares sobre la amenaza que representan los barcos chinos para los tiburones y otras especies marinas. «Los informes de más de 300 buques chinos cerca de Galápagos que desactivan sus sistemas de rastreo, cambian los nombres de los buques y dejan residuos marinos son extremadamente preocupantes», tuiteó el 27 de agosto de 2020 el entonces secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo. «Una vez más pedimos a la [República Popular de China] que sea transparente y haga cumplir su propia política de tolerancia cero a la pesca ilegal». 

    Fuera de Estados Unidos y la UE, otros países también capitalizan los temores vinculados a China, dijo Jonathan R. Green, fundador del Proyecto Tiburón Ballena de Galápagos. Dentro de Perú y Ecuador, los partidos políticos enfrentan a los chinos con los americanos para lograr apalancamiento. Diferentes sectores pesqueros en estos países utilizan las preocupaciones de conservación o geopolíticas para su propio beneficio.

    Esa es la razón por la que los tiburones jugaron un papel tan destacado en el furor que siguió al tuit sobre Galápagos. Los mayores culpables de la disminución del número de tiburones en las aguas de Galápagos, explicó Green, no son los calamareros chinos, sino los atuneros ecuatorianos y peruanos, y los buques locales con redes de arrastre y redes de cerco. Estos barcos son mucho más numerosos, dijo, sus artes de pesca están equipados para atrapar tiburones, y en muchos casos los gobiernos locales les permiten pescar estas especies. 

    «Hay buenas razones para pensar que los pescadores de atún en Perú y Ecuador son a menudo los que lanzan estos titulares sobre los buques calamareros chinos», dijo. «Es una forma de desviar la atención».

    Barco calamarero Jao Tu 668 por la noche cerca de Galápagos, en el Océano Pacífico Sur / Foto: The Outlaw Ocean Project/Ed Ou (9 de julio de 2022)
    Como parte de la flota más grande del mundo, más de 300 barcos calamareros chinos navegan por las aguas nacionales a ambos lados de América del Sur. / Foto: The Outlaw Ocean Project/Ed Ou (9 de julio de 2022)

    ***

    A lo largo de la costa de Tumbes, Perú, fuera de una cabina de guardia en un puesto de control en Puerto Pizarro, cientos de aletas de tiburón se extienden sobre el hormigón, secándose al sol. 

    Antonio Torres sacude la cabeza con incredulidad ante el gran volumen. Torres es responsable de inspeccionar las aletas en nombre del Ministerio de Producción del Perú, que controla el tráfico de vida silvestre protegida. «Hay como 300 sacos de aletas de tiburón», dijo, «y sabes que en cada bolsa hay unos 200 tiburones. Es demasiado para ser captura incidental».

    Los tiburones son una preocupación porque tres cuartas partes de sus especies están amenazadas de extinción. Las aguas ecuatorianas alrededor de las islas Galápagos tienen la mayor concentración de tiburones del mundo y son el único lugar donde se sabe que se congregan los tiburones ballena con cría. Los datos comerciales y pesqueros indican que la mayoría de las aletas de tiburón que pasan por Tumbes provienen de Ecuador, que en 2007 cambió su ley para permitir a los pescadores desembarcar y vender aletas o carne de tiburones capturados «accidentalmente» o por error, como «captura incidental». Los pescadores pueden ganar hasta mil dólares por kilogramo de aletas de tiburón vendidas en Asia Oriental.

    Después de ser desembarcadas en Ecuador, las aletas son típicamente transportadas a través de la frontera hacia Perú, uno de los mayores exportadores de aletas del mundo, donde se envían principalmente a Hong Kong para hacer sopa de aleta de tiburón. La escala del comercio está enormemente subestimada, según Jennifer Jacquet, profesora de estudios ambientales en la Universidad de Nueva York. Entre 1979 y 2004, dijo, los desembarcos de tiburones en la zona continental de Ecuador fueron de aproximadamente siete mil toneladas por año, o casi medio millón de tiburones, unas 3.6 veces más que lo informado previamente por la ONU. Y el tráfico sigue creciendo. En 2021, estas exportaciones se encontraban en un máximo histórico, con 430 toneladas enviadas, lo que equivale a más de 570 mil tiburones muertos. 

    Muchos de esos tiburones son capturados por barcos ecuatorianos en aguas ecuatorianas. Desde 2018, al menos 136 pesqueros ecuatorianos han ingresado a la reserva de las Islas Galápagos, que cubre más de 51 mil millas cuadradas, según el director del parque nacional del archipiélago. Muchos de estos capitanes pesqueros dependen de dispositivos de concentración de peces, más comúnmente llamados «fads», por sus siglas en inglés, que son boyas especiales construidas con residuos de plástico y bambú unidos con redes viejas.  

    Para atraer especies como el atún y el marlín azul, las empresas pesqueras están utilizando cada vez más fads «inteligentes» equipados con sonares y GPS que permiten a los capitanes sentarse y esperar en tierra hasta ser alertados para ir a buscar la captura. Los fads son tan efectivos que en algunos lugares del mundo los pescadores contratan guardias armados para vigilarlos de cerca y asegurarse de que los competidores no los destruyan o roben los peces a su alrededor. 

    El propósito de los fads es atraer peces a un solo lugar, lo que hace más fácil su captura y reduce en gran medida el tiempo que es necesario mantener los buques en el mar. Tales concentraciones de peces a su vez atraen tiburones, lo que también facilita su captura. A veces los capitanes incluso fijan cabezas de cabras en los fads como un señuelo adicional para los tiburones. Los barcos ecuatorianos despliegan más fads que los de cualquier otro país, según un estudio realizado en 2015 por The Pew Charitable Trusts.

    No es de extrañar que países que capturan tantos tiburones en la región hayan encontrado útil desviar la atención del mundo hacia la amenaza que representa la flota pesquera china para las poblaciones locales de fauna marina. 

    Pero en este caso, según Manolo Yépez, un conservacionista ecuatoriano que solía trabajar en el comercio de aletas de tiburón, lo cierto es que los chinos no son el problema. «Podríamos vender a los chinos las aletas en el mar, de barco a barco», dijo durante una conversación en un barco de pesca a media milla de la costa de Santa Cruz. «Pero en estas aguas somos nosotros los que capturamos tiburones, no los chinos». 

    *Este reportaje fue realizado por The Outlaw Ocean Project, organización de periodismo sin ánimo de lucro con sede en Washington DC. Ian Urbina, Joe Galvin, Maya Martin, Susan Ryan, Daniel Murphy y Austin Brush llevaron a cabo el trabajo de investigación y redacción. Este reportaje recibió el apoyo del Pulitzer Center.

    **Esta es una traducción al español, del original en inglés, realizada por The Outlaw Ocean Project.

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