La última prisión de Maykel Osorbo

    La mañana de su detención, el martes 18 de mayo, hablé con Maykel Osorbo. El rapero, para esa fecha, llevaba más de un mes fuera de las calles y las redes. Era el tercer día tras su regreso a La Habana Vieja, luego de un mes impedido de entrar a su vivienda por la Seguridad del Estado.

    Poco antes de que conversáramos me enviaron en secreto el número de teléfono al que debía contactarlo. La foto de perfil en WhatsApp era la de una mujer. Maykel tenía que usar ese número incógnito porque cada vez que la policía política cubana descubría la línea telefónica que estaba usando, la cortaba, con complicidad de ETECSA, la única empresa de telefonía del país.

    Yo quería que Maykel me contara qué había pasado en su vida durante el último mes y medio, luego de que en la tarde del 4 de abril un policía intentara detenerlo sin justificación alguna y varios vecinos lo ayudaran a escapar con una esposa enganchada en la muñeca. Todo quedó grabado, y en las imágenes se puede observar cómo un grupo de personas obstaculiza a la patrulla policial para que no pueda dar alcance al intérprete de «Patria y Vida», mientras alguien le presta una bicicleta para que huya.

    También quería saber qué pasó en la sede del Movimiento San Isidro esa tarde, cuando los agentes de la Seguridad del Estado llegaron para realizar «control de daños», luego de que, junto a Luis Manuel Otero, El Funky y decenas de vecinos de Belén y San Isidro, el rapero espantara a la policía coreando «Díaz-Canel singao».

    Si algo quedó claro es que después del 4 de abril la vida de Maykel no fue igual. Cuando hablamos me dijo: «La represión ha subido a un 200 por ciento».

    El cerco de la Seguridad del Estado se cerró hasta el punto de que varios policías fueron testigo de la agresión sufrida por el rapero una mañana, cuando un grupo de hombres le rompieron el tabique, sin que los agentes, sospechosamente, intervinieran.

    Sobre lo sucedido el 4 de abril me dijo días después la curadora de arte Anamely Ramos, quien formó parte del grupo de acuartelados de San Isidro el pasado noviembre, que se evidenció algo que había estado observando durante su estancia en esas zonas: la creación de un puente entre dos barrios cercanos como Belén y San Isidro.

    «Realmente Maykel y Esteban son de Belén. Luis en San Isidro y ellos en Belén generaron una comunidad contestataria que se fue expandiendo por La Habana Vieja y a eso el Gobierno le tiene miedo, porque además de ser un lugar antiguo, con legitimidad histórica, es un lugar de muchos conflictos, donde vive la gente hacinada, hay prostitución, pobreza, drogas. Son lugares que por sí mismos son una bomba de tiempo, y la presencia de ellos interactuando con la gente, intentando buscar soluciones, posicionándose en contra de la violencia, genera mucho apoyo», explicó Ramos.

    La vida de Maykel en su barrio natal, como le gusta decirle, ha sido dura. Cuando tenía diez años comenzó la crisis de los balseros y su madre desapareció. No dijo nada, pero se marchó en una embarcación rústica rumbo a Florida. Su padre nunca se encargó de él. Con solo 16 años fue encarcelado por primera vez, y a sus 37 años de edad, 16 los ha pasado entre rejas.

    En una entrevista publicada poco después de su detención, Osorbo confesó que la ausencia de su madre lo «descarriló». «Cuando la mamá falta, falta todo, y gran parte del desvío que yo tuve fue la falta de una mamá. Ella se fue y yo era muy pequeño. ¿Puedes imaginarte que esa figura desaparezca por problemas con el sistema, y que esa figura que se tienen que encargar de enseñarte, de educarte, de guiarte, desaparezca por problemas con el régimen? Eso fue súper triste para mí. Estuve 20 años sin verla».

    El día que conversamos me dijo que la Seguridad del Estado le tenía miedo a su relación con el barrio de Belén.

    «En este barrio he sufrido, he tenido alegrías. Imagínate que este barrio yo lo he caminado de punta a cabo descalzo. Ellos saben que es mucho más grande que San Isidro y que la gente me apoya, porque la Seguridad del Estado tiene informantes acá que le cuentan. Por eso es que la represión hacia mí es más fuerte. Hay como 50 efectivos entre patrullas y policías. Ellos saben que mi barrio, Belén, sí se levanta. Ellos el 4 de abril se dieron cuenta de que yo no necesito una campaña para levantar al pueblo», me dijo.

    Maykel no tenía idea de todo lo que iba a cambiar en su vida cuando salió el 4 de abril junto a unos amigos rumbo a casa de Luis Manuel Otero para ver los preparativos de la actividad infantil que estaba preparando el líder del Movimiento San Isidro.

    Su amigo, El Funky, también rapero e intérprete de «Patria y Vida», me contó que esa tarde, mientras veía las obras de Luis Manuel, llegó «Maykel corriendo con una esposa en la mano, en una bicicleta y con una patrulla que le venía cayendo atrás».

    «El policía se paró en la puerta porque le empezamos a gritar que no podía entrar a un domicilio. Dio marcha atrás y se montó en la patrulla. Maykel estaba eufórico, nos contó que los policías lo querían detener y le estaban dando golpes, pero la gente lo ayudó y pudo zafarse. El día anterior seis o siete policías le entraron a golpes en el Punto 30, cuando estábamos exigiendo la libertad de Luis Manuel. Todavía tenía las muñecas inflamadas de la presión de las esposas, golpes en el abdomen y dolor en el cuello», cuenta el artista, amigo y vecino de Osorbo desde la infancia.

    Ese día, recuerda el rapero, en la calle Damas había un lado lleno de patrulleros y otro de personas. «Ahí nosotros decidimos poner música, y pusimos Patria y Vida en una bocina y el pueblo solo empezó a corear los temas y a pedir que no se llevaran a Maykel. La gente sintió suyo ese problema. A partir de ahí llegó la Seguridad del Estado y nos prometió que no nos iba a pasar nada, pero éramos conscientes de que eso iba a repercutir, que no se iba a quedar así».

    Los agentes no actuaron esa tarde contra los artistas, aunque Osorbo fue acompañado a su vivienda por un oficial de la Seguridad del Estado.

    El primer anuncio de represalias por la protesta fue anunciado por el vocero oficialista Humberto López en la emisión del Noticiero del 8 de abril, cuando afirmó que «a muchísimos revolucionarios, a mucha gente buena de este país, le arde la sangre cuando los ve y mucha gente está exigiendo una respuesta severa y acorde a lo que se merecen. En mi caso yo confío, y les pido a ustedes confiar, en aquellos órganos a los que les corresponde investigar, actuar, sancionar».

    López, miembro del Comité Central de Partido Comunista de Cuba, aseguró que los activistas serían procesados: «Cuando lleguen sus juicios, a pesar de todo lo que han hecho, tendrán sí, claro, sus derechos, sus garantías, pero también tendrán la sanción que legalmente corresponda con la severidad merecida para cada uno de ellos. En mi caso, yo no tengo la menor duda de que eso va a ocurrir así».

    La amistad entre Osorbo y el Funky comenzó durante la infancia de ambos, criados en las mismas calles, pero fue en 2013 cuando se fortaleció para siempre, pues tras salir de prisión, Maykel animó a su amigo, quien se había retirado de la música para montar una cafetería en su casa, a meterse nuevamente en un estudio a grabar un disco.

    Sobre la obra de Maykel, El Funky dice que «tiene talento, expresa lo que él siente. Me gusta la manera en que escribe los textos, porque son muy crudos, su propia vida. Cualquiera que escuche un tema de él se va a sentir identificado si es cubano, sobre todo si es cubano de a pie, humilde».

    Ahora, casi diez años después, los raperos se han vuelto especialmente conocidos por su colaboración con Yotuel Romero, Gente de Zona y Descemer Bueno en el tema «Patria y Vida», que con más de cinco millones de reproducciones se ha convertido en un himno para muchos cubanos. En el barrio los paran todo el tiempo, para saludarlos, hacerse fotos. Y no solo en La Habana Vieja, sino en toda La Habana.

    A pesar del incremento de su popularidad, Maykel se comenzó a sentir inseguro cada vez que salía solo de su casa, porque además de la fuerte vigilancia, su olfato callejero le decía que podría ser atacado en cualquier momento.

    «En 62 años de dictadura en contra del pueblo cubano no había pasado nada como lo del 4 de abril sin que tuviera consecuencias. Yo lo sabía, tanto es así que empezaron a asediarme con carros particulares, chapas de turismo, pero yo sabía que eran segurosos delincuentes», me dijo Osorbo.

    «Ellos buscaron cómo alejarme de mis amigos, y vistieron a esos segurosos de civil, los parquearon en un carro, me salieron de espalda y me dieron un piñazo. Yo sabía que eso iba a pasar en cualquier momento, pero con mi inteligencia me los iba quitando de arriba, hasta que en esa ocasión cometí el error de salir solo para la calle en un barrio que no era el mío y tuvieron la oportunidad y me partieron el tabique. Eso es una muestra de ellos diciendo, mira lo que somos capaces de hacer, pero yo soy rebelde y me molesto más y protesto más y me da más valentía, porque así yo le demuestro al mundo entero lo que en realidad son ellos», agregó.

    Durante la agresión sufrida el 12 de abril Maykel perdió su teléfono móvil. Cuatro días después, coincidiendo con el inicio del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, fue sitiado y no volvió a salir a la calle libremente hasta su encarcelamiento definitivo.

    El sitio policial comenzó el 16 de abril, cuando estaba con el Funky y un grupo de amigos artistas trabajando en un estudio del municipio Playa. Tras días de vigilancia, los oficiales los separaron y enviaron a cada uno a otra vivienda. A Maykel lo llevaron para Lawton, a casa de una tía suya donde estuvo poco más de una semana. Pero esa casa estaba muy cerca de la sede de la organización opositora Damas de Blanco, por lo que la Seguridad del Estado prefirió llevarlo a la vivienda de una amiga en el Vedado.

    Tras varios días impedido de salir de la casa del Vedado, el rapero se desesperó y empezó a tener discusiones con los agentes policiales para que lo dejaran marcharse, y, de hecho, salió algunas veces en las que fue detenido.

    Finalmente, Maykel decidió no volver a entrar a la vivienda del Vedado con la exigencia de que le permitieran ir a la suya, en el barrio de Belén. Por este motivo estuvo arrestado dos días, hasta que finalmente fue trasladado a su casa. Él sabía que no lo dejarían estar ahí por mucho tiempo.

    De esos días hay una imagen terrible, en la que aparece un vigilante sentado en una silla justo frente a la entrada de la vivienda de Maykel, que junto al Funky, se hizo una selfie que recuerda a la película Santa y Andrés, censurada, pero trágicamente calcada.

    En los últimos meses, cada vez que la policía política detuvo a Maykel lo llevó a una estación policial y luego a una casa de protocolo para intentar convencerlo de que se fuera de Cuba. Tras el encarcelamiento del periodista independiente Esteban Rodríguez el 30 de abril, la Seguridad del Estado le propuso al rapero que lo liberarían si ambos aceptaban irse del país. Incluso llegaron a ofrecer la posibilidad de «conseguir» adónde sacarlos.

    Los agentes sabían que Maykel había solicitado una visa para visitar EE.UU. por cuestiones relacionadas con su carrera como rapero, pues con la esperanza de que no regresara, en el mes de marzo lo acompañaron a una oficina de inmigración y ordenaron directamente que le hicieran el pasaporte. Él ni siquiera tenía carné de identidad.

    La respuesta de Maykel siempre fue que no saldría de Cuba por presiones, mucho menos con su amigo Luis Manuel Otero Alcántara en un hospital incomunicado.

    En la mañana del 18 de mayo, mientras activistas del Movimiento San Isidro anunciaban que Otero Alcántara estaba plantado en huelga de hambre dentro del hospital Calixto García, un grupo de policías arrestó a Osorbo y al Funky casi simultáneamente.

    «El día de la detención yo estaba en El Vedado, venía para La Habana Vieja, y cuando iba a coger 23 paró una patrulla y me llevó a la Cuarta Unidad, en el Cerro. Ahí me sacaron de nuevo lo del 4 de abril, me amenazaron con acusarme de propagación de epidemias, con ofensa verbal al presidente, más resistencia y escándalo público. Yo estuve 24 horas detenido, de la Cuarta me llevaron a dormir a la unidad de Zanja, y de ahí me llevaron a la Cuarta de nuevo, donde la teniente coronel Kenia y otro muchacho de Villa Marista me instruyeron y me pusieron una medida cautelar», cuenta El Funky.

    Ese mismo día mi conversación con Maykel quedó inconclusa por la llegada de agentes policiales que lo arrestaron mientras comía, descalzo y sin camisa, y lo trasladaron supuestamente a la estación de policía de Lawton. Luego fue llevado a Villa Marista, y de ahí finalmente a la prisión de máxima seguridad de Cinco y Medio, en Pinar del Río

    Desde su traslado a prisión Maykel ha conversado en varias ocasiones con El Funky: «Está bien física y mentalmente, tiene salud y algo positivo es que tiene fe y está confiado de que puede salir en cualquier momento, porque hay mucha gente apoyándolo. Se pronunció la ONU, el Parlamento Europeo. A él le entristece que Esteban esté preso, y otros amigos suyos. Él le pide a la gente que salga si lo siente, porque a veces cuesta sentir el apoyo de aquí, que es el necesario. Es muy fácil decir dale vayan, pero es responsabilidad de todos que esto cambie», dice el rapero.

    Desde su arresto, la información sobre su situación ha sido confusa y esporádica.

    «Entré (a la estación policial de Cuba y Chacón) a las 2:30 PM a preguntar por el paradero de Maykel Castillo Pérez. El oficial de carpeta, que registró mi visita, revisó y aseguró que Maykel no figura en el sistema como detenido en ninguna unidad policial. Maykel lleva más de 72 horas desaparecido. ¿Dónde está? ¡Libérenlo ya!», reclamó la artista Camila Lobón en una publicación en su perfil de Facebook tres días después de la detención del rapero.

    También la directora para las Américas de Amnistía Internacional, Erika Guevara Rosas, escribió en su Twitter: «El músico y defensor de derechos humanos Maykel Osorbo, a más de 72 horas de su detención arbitraria, no aparece en los registros del sistema policial. En paradero desconocido, autoridades no dan información, lo que podría constituir desaparición forzada, crimen de derecho internacional».

    «Un hombre está desaparecido hace cuatro días. Lo sacaron de su casa sin zapatos, descamisado. Otro está en un hospital hace 20 contra su voluntad. Dicen que está sano; en el hospital, sano. Lo sacaron de su casa en la madrugada, en el hueco ciego de la noche, como hacen los delincuentes y los cobardes», escribió la historiadora del arte Carolina Barrero.

    No fue hasta el 24 de mayo, en respuesta a una solicitud de habeas corpus, que las autoridades cubanas ofrecieron información sobre Maykel: se encontraba detenido y acusado de los delitos de «desobediencia, resistencia y desacato».

    No obstante, la consultoría legal CUBALEX denunció que la Sala Primera del Penal del Tribunal de La Habana negó información sobre el paradero del activista, «por tanto, Maykel Osorbo se encuentra desaparecido, mientras no informen de su ubicación».

    La campaña por la liberación del rapero recibió un espaldarazo el 28 de mayo, cuando en respuesta a una denuncia de Prisoners Defenders ante el Comité contra las Desapariciones Forzosas de Naciones Unidas (CED), la ONU exigió al Gobierno cubano información sobre su paradero y la restauración de sus derechos.

    Basándose en el artículo 30 de la Convención para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, el CED requirió «la acción urgente del Estado parte para que adopte todas las medidas necesarias para buscar y localizar al Sr. Maykel Castillo Pérezy proteger su vida e integridad personal, de conformidad con sus obligaciones convencionales».

    Trece días después de su arresto, tras numerosas presiones internacionales, el rapero pudo comunicarse por primera vez con sus allegados, a quienes informó que había sido trasladado a la prisión de Cinco y Medio, ubicada en la provincia de Pinar del Río.

    Dentro de lo que podría ser calificado como una nueva «Primavera Negra», marcada por el encarcelamiento de más de 40 personas en los últimos tres meses, las autoridades cubanas iniciaron un proceso penal a Maykel Osorbo, tras anunciar a través del portal estatal Cubadebate que se encontraba con la medida de prisión provisional y acusado de los delitos de «atentado, desórdenes públicos» y «evasión de presos o detenidos».

    Con la inclusión del último cargo, la sanción contra el rapero podría pasar de un año de privación de libertad a tres.

    Debido a lo arbitrario de su caso, la ONU no se conformó con la información de su paradero y el día 3 de junio, a través de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, exigió al Gobierno de Cuba investigar la desaparición durante 14 días del rapero y asegurarse de que este pudiera comunicarse con sus allegados y abogado.

    Desde entonces la comunicación del rapero con sus amigos ha sido intermitente. Su abogado presentó una solicitud de cambio de medida, pero fue denegada. La Fiscalía dijo que la investigación estaba por terminar, aunque aún no han permitido a su representante legal que lo visite y converse con él, que conozca su versión de los hechos.

    Maykel Osorbo, quien cumplió dos años en prisión por su oposición al Decreto 349, me dijo que para él todo en Cuba «se resume a demasiada represión», pues en su opinión el Gobierno analizó «y se dio cuenta de que después del 4 de abril se les iba de las manos la situación».

    «La vigilancia ha aumentado a una velocidad que tú no eres capaz de imaginarte, pero más allá de asustarme o tenerle miedo, eso me inspira más, porque ellos saben que yo quiero un cambio y que el pueblo quiere un cambio», me dijo horas antes de ser encarcelado por su oposición a la dictadura cubana.

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    Mario Luis Reyes
    Mario Luis Reyes
    Su vida va como el Real Madrid en la tabla de la Liga española. Vive orgulloso de tener muy buenos amigos, aunque algunos muy lejos. Después de años intentando sobresalir como repartero, ahora defiende a Charly García y a Santiago Feliú. No se siente tan cómodo leyendo en ningún sitio como en las clases. Le hubiese encantado saber, finalmente, dónde estaba Benno Von Archimboldi.
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