Artículos de Senén Alonso Alum
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Todo está en El Rastro
Allí se vendía de todo lo imaginable; ropas usadas, cuadros, dentaduras postizas, libros, medicinas, castañas, ruedas de coche, bragueros, zapatos. Allí se encontraban tipos de toda España y fuera de ella: moros, judíos, negros, charlatanes, ambulantes, domesticadores de ratas y de parajitos sabios. Pío Baroja I Cada paso parece describir un ritmo presumiblemente espontáneo, intuitivo. […]
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Una birra por la sanidad pública
I. El pasado 11 de febrero se celebró la gala de los premios Goya 2023. La ciudad de Sevilla acogió a cineastas, actores y periodistas en el acontecimiento más importante de todo el año cinematográfico español. La televisión pública de la Comunidad de Madrid, que cuenta con casi 50 canales libres de costo, emitió el […]
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Enero es el mes más cruel
¿Y el amor? Dos Estrellas que combaten. Dos estrellas sus límites golpean sin poder transfundirse en una sola luz, o en la primigenia nebulosa. Dos estrellas hambrientas que golpean como badajo de campana el sordo recinto de la carne. Raúl Hernández Novás Amanecí adormilado, como de costumbre. Casi siempre abro mis ojos antes del repiqueteo […]
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La fauna peregrina del Metro de Madrid
I. Literatura subterránea Hay una suerte de verticalidad en la metrópoli moderna que parece archivar, en sí misma, el registro civilizatorio de la humanidad. Aún en urbes como Madrid o Andorra la Vella, donde muchos asumen que la innovación arquitectónica le ha cedido su protagonismo al componente histórico-tradicional, he visto moles de concreto que celebran […]
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Contrapunteo pinareño del tabaco y la langosta
Todavía en la última década del siglo XIX, el periodista Tesifonte Gallego, peninsular y alto empleado del gobierno, decía: “Allá (en España) se cree que por el hecho de tener en su seno el mejor tabaco del mundo, es Vuelta Abajo una zona que nada en oro; y, sin embargo, es la provincia cubana donde […]
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El filtro castrista de la cubanidad
Todos los que me querían y estuvieron jodiendo hasta el último minuto se han ido ya. […] —Laura no quiso ni siquiera darme la mano— pero luego decidí subir a la terraza y quedarme hasta el final. El avión se arrastró torpemente y rugió por la pista; después se perdió en silencio por el aire. […]
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