Open tu wifi en el parque: ¿Tú no te vas a quedar?

    #AlgoAquíSeDescompone

    Katherine Bisquet, 1992

    toda Qba la tngo n mi iCloud

    Jamila Medina Ríos, 1981

    hasta la Victoria’s Secret.

    Oscar Cruz, 1979

    Hay una casa con una piscina adentro, al norte de la ciudad. Estoy en Miami pero es domingo y las cosas suceden extrañamente. La casa está llena de arte, pertenece a alguien que dirige una Fundación. No se me graba el nombre de la Fundación, no me importa. Miro de reojo mientras cruzo un recibidor, el living, un pasillo, la cocina. Después del café voy al baño. Digo que voy a orinar pero hago otra cosa, algo no líquido. Regreso. Estamos sentados frente a la piscina. El muchacho sigue hablando de lo mismo. Es un lenguaje que comprendo a medias. El muchacho habla y yo lo oigo hasta que dice poesía. Él no sabe que yo no creo en eso. Pero de todas formas sé que existe.

    Hace tres años, cuando Jamila Medina nos insistía a Rogelio Orizondo y a mí para que mandáramos nuestras propuestas, yo pensaba que era una locura, un poema no puede tener 32 caracteres. Pero claro que puede. Incluso menos. Sobre todo, si lo escribe un escritor cubano desahuciado, desesperanzado, joven o torpe. No se podía pasar de 32 caracteres porque esa era la pauta. Algo tan breve como una dirección nauta, como un territorio inexistente, otro plano, una dimensión a la que se aspira a llegar, el más allá poético, la metatranca del pericandil completa.

    Nestor Siré estudió en la misma escuela que yo estudié, en Camagüey. Una escuela que fue un plan de Fidel Castro en persona, un plan maquiavélico destinado a hacer puré de papas la cultura cubana. Una escuela de arte para gente sin talento. Pero Fidel Castro no previó que gente con mucho talento se colara en esas aulas, aprendiera a medias y saliera de ahí dispuesto a quemar Bayamo o simplemente a huir, salir echando humo.

    Es la única manera de explicarme lo que nos ocurrió a todos en aquella primera graduación del 2004, cuando Fidel Castro tropezó en Santa Clara y se rompió la rodilla. Yo me perdí la escena porque a mí no se me había perdido nada en una graduación que me parecía una comedia: Eurípides y Esquilo con camisas de cuadritos y faldas de cajón.

    Casi veinte años después me vuelvo a encontrar a Nestor Siré en Miami. Trae una cajita electrónica en las manos, diminuta, que emite bandas anchas con direcciones que son poemas. Un proyecto postergado durante los años de la pandemia y la cuarentena social obligatoria, cuando no hubo viajes de vacaciones ni viajes de negocios, lo cual es el estado natural para los cubanos residentes en la isla; cuando se normalizaron las conversaciones por Zoom y las lecturas de poemas por Zoom. Adiós, Julio Verne.

    El Festival de Poesía O, Miami aceptó y apoyó la locura preciosa de Néstor Siré, invitándolo a través de entrevistas consulares en terceros países y un itinerario de montaña rusa. Al fin, después de tres años, Néstor Siré regresó a Miami con una cajita electrónica en las manos, una construcción psicópata que pretende reproducir la idea del parque wifi cubano, de la época aún reciente en que los cubanos se amontonaban en un parque y se ponían a hablar con sus parientes de afuera, todos al mismo tiempo y con los teléfonos alzados en el aire, multiplicándose entre ellos mismos y multiplicando un internet que no daba abasto.

    Ningún libro de la poesía cubana se llama Parque Wifi, pero eso es lo que Nestor Siré ha hecho, en el idioma tecnológico de la poesía. Para Nestor Siré, la palabra digital sería lo natural y la palabra impresa, lo artificial. Fue una de las cosas que me dijo frente a la piscina, y yo me quedé sin-tagma, erizada de pies a cabeza, completamente arcaica, obsoleta y frisada. Frisada para siempre.

    Para explicarlo mejor, en el fanzine publicado por O, Miamicon formato de manual de usuario y papel gaceta,se puede leer: «Las relaciones entre los cubanos que viven en la isla y los que han emigrado han estado condicionadas por circunstancias políticas y económicas concretas —según la época—. Ambos contextos manejan conceptos como emigración, libertad y nación, la mayoría de las veces desde perspectivas opuestas, marcadas por resentimientos y diferencias de ideas. Este proyecto utiliza la tríada poesía-aforismos-tecnología para crear micro poemas, muchos de ellos en spanglish. Me propuse colaborar con jóvenes poetas cubanos de la misma generación: algunos residen en la isla; otros son de la llamada first-generation, en Miami. Los poemas responden a dos requisitos: tienen un máximo de 30 caracteres (longitud estándar del SSID en los sistemas wifi) y expresan la visión personal de sus autores sobre Cuba. Tanto en Miami como en La Habana, estas “ideas de Cuba” estarán en el aire, en el espacio público, esperando —literalmente— una señal para ser captadas a través de las conexiones wifi, llegando a cientos de usuarios y potenciales lectores».

    El aparato, diminuto como un petardo en versión cajita de fósforos, se llama CU.WEMOS. Según el manual de usuario, es un dispositivo desarrollado para este proyecto, que emite múltiples señales wifi al mismo tiempo. Hace uso de una placa de prototipado wifi WEMOS D1, comúnmente utilizada en productos IoT (Internet de las Cosas). Permite ampliar la funcionalidad mediante la conexión de Shields.

    Foto: Cortesía de Nestor Siré

    Este dispositivo tiene dos versiones: una diseñada para interiores, que necesita conexión eléctrica directa y tiene un alcance de 100 a 150 metros de señal, y una segunda desarrollada para exteriores, con un sistema de seguridad, caja impresa en 3D resistente al agua y un modelo de energía limpia autosostenible. Este sistema utiliza un panel solar y su placa reutiliza el puerto de carga de un banco de energía reciclado. Esta versión para exteriores tiene un alcance de 200 a 300 metros de señal wifi estable y puede sobrevivir durante más de cinco meses sin intervención humana.

    El software utilizado se basa en un flotador wifi. Genera esporas en forma de paquetes wifi y no permite una conexión estable, aunque aparecen en los teléfonos de la gente como redes wifi legítimas.

    Esta técnica es habitual en el mundo del hacking y el espionaje estatal para tomar el control de las redes, o para engañar a los usuarios haciéndoles creer que están conectados a un punto de acceso legítimo cuando en realidad podrían estar siendo espiados. En este proyecto se utiliza por su capacidad de invadir las ondas hertzianas con poesía y reproducir ese escenario en los parques wifi del contexto cubano.

    Por supuesto, más allá del aparato y la maestría para reproducir semejante ruido en el sistema, a mí me preocupaba la poesía. Quise saber quiénes estaban metidos en aquellas señales wifi, por qué había seleccionado a esos autores y no a otros, cuál había sido el proceso de selección. Pero el proceso había sido a ciegas, a gatas y a jamilas. Néstor Siré conoció a Jamila Medina en el Café G de La Habana y le pidió ayuda, y Jamila Medina ayudó como pudo. No solo gestionó poesía, sino que editó y corrigió, haciendo lo que ella sabe hacer.

    Para Nestor Siré, conversar sobre la idea de Cuba en Cuba es imposible. Su reacción al venir por primera vez a Miami fue darse cuenta de que ambos extremos eran tan distantes y opuestos entre sí, como radicales, también, en sí mismos: Se esperaría que, en un contexto mucho más abierto, mucho más libre en términos de expresión, uno llegara y pudiera establecer esa comunicación, esas conversaciones acerca de la idea de Cuba, pero según mi experiencia, para nada. Entonces el proyecto surge gracias a una invitación del Festival O, Miami a desarrollar algo acá. Yo soy un artista pragmático, mi relación con la poesía no es evidente. Mi obra no tiene una visualidad poética notable, sin embargo, en algunos momentos de mi vida me he dado la oportunidad de tener una idea como respuesta a algún tipo de condición. Entonces me sucede esto en Miami, me encuentro con unos cubanos y antes de preguntar cualquier cosa, cómo estoy o cómo me siento, me preguntan si me voy a quedar. Y esa pregunta, que aparentemente es muy inofensiva, genera una avalancha, porque tu estancia y comodidad dependen de cómo respondas esa pregunta.

    Para Nestor Siré, esa respuesta generaría todo tipo de sentimientos, resentimientos, culpa, ingratitud: Es una pregunta efectuada con una sonrisa en la boca, una pregunta que te toma desprevenido porque uno está relajado, tranquilo, de visita. Mi respuesta automática fue: yo estoy bien en Cuba, no voy a emigrar. Y, por supuesto, yo después me cuestiono esa respuesta. Porque es verdad que estoy bien como ser humano, aunque no económicamente. Porque es verdad que ahora mismo yo tengo amigos presos, por ejemplo. Hay tantos problemas dando vueltas. Pero yo lidio con eso, trabajo ahí, y no estar bien forma parte de mi estar bien. Al final lo que hago en mi trabajo es hablar de Cuba. Pero yo no soy poeta. Los que deben hablar de Cuba usando el lenguaje de la poesía son los poetas. Entonces el proyecto reúne veinte poetas. Diez que viven en Cuba y diez que viven fuera de Cuba. Muchos de esos son first generation. El proceso de selección fue completamente abierto. Mi relación con la poesía a veces era solo preguntarme si existía gente que leía poesía. Tampoco es raro para mí como artista desarrollar un proyecto en el que tengo que involucrarme y entrar a una comunidad específica para entender cómo funciona. Lizabel Mónica fue una de las primeras poetas que invité. A través del festival O, Miami también encontré a varios poetas. Se generó una red. Cindy River fue otra de las personas que se involucró mucho, ella viene del mundo de la filosofía. Si mal no recuerdo fue ella quien me contactó con Jamila Medina. Me gusta que mis proyectos fluyan y se extiendan de manera natura. Eso sucedió esta vez. Los poetas tenían total libertad, solo debían escribir sobre lo que significaba Cuba para ellos. Yo les ofrecía un espacio de libertad plena. Es muy contrastante, porque esos espacios de libertad que pensamos desde la tecnología cada vez se están limitando más. Por ejemplo, la Internet es libre siempre y cuando no haya una compañía que le interese controlar, bloquear o abrir un canal, geopolíticamente. Internet sería un espacio que tiene la potencialidad de ser libre pero la libertad es hipotética.

    En una esquina de la piscina hay un gato. El gato está dormido y el agua no se mueve. Nestor Siré habla sin parar, no respira. Quiere que coma una galleta dulce rellena de semillas secas y yo le hago caso y me la como: En términos de contenido, el proyecto surge precisamente por la llegada de Internet a Cuba. Como resultado de la creatividad y la estrategia de economía informal de los cubanos, en muy poco tiempo empezaron a llegar personas a esos parques wifi que tomaban el internet oficial de Etecsa, compraban todas las horas y luego lo compartían a otros usuarios desde una computadora, utilizando el programa que da nombre al proyecto, Connectify, a precios increíblemente bajos. La conexión que uno tenía era un poco más lenta, pero ni tanto. Se creaba un ecosistema de nombres wifi muy interesante. Yo estuve durante tres años haciendo capturas de pantalla en diferentes lugares de Cuba. En cada parque wifi podías encontrar como mínimo 15 conexiones alternativas, con nombres que venían del mundo del reguetón, del fútbol o de la cotidianidad, creados por las personas revendían el internet. De ahí la idea de convertir esa plataforma en representación de la realidad cubana. Pero el atraso temporal del proyecto hizo que dejara de tener vigencia. El contexto del internet en Cuba cambió y el concepto de parque wifi ya no es tan popular. Aunque la presentación del proyecto tiene una condición atemporal. En términos tecnológicos también fue complicado, porque empezamos a hacer prototipos y tratar de solucionar el hecho de reproducir cien nombres wifi, porque cada poeta escribió cinco poemas o direcciones, y eso da un total de cien. Tenemos cien nombres y un dispositivo que debe emitir cien señales. Durante estos tres años la tecnología cambió. El dispositivo fue cambiando. Empezamos con uno bastante grande que estaba lleno de antenas y hoy en día es una placa muy pequeña con un radio de alcance de 100 a 200 metros. Creamos otro dispositivo que asume mi propuesta de reciclaje de plástico.

    Por último, siento que Nestor Siré habla mientras sonríe o viceversa. Todo es extraño. Me pregunto cómo las personas sostienen esa alegría de vivir durante tanto rato. Cómo las personas pueden sonreír y estar alegres de una forma individual y auténtica. Lo percibo en Nestor Siré. Es un hombre alegre: Había que encontrar locaciones donde se pudiera colocar el dispositivo y que estuvieran relacionadas con una comunidad cubana o que fueran lugares públicos frecuentados por muchas personas. En Cuba la idea de conectarse todavía es una acción, pero fuera de Cuba no lo es. Los seres humanos ya nacen conectados. Hemos realizado stickers para pegar en lugares públicos con la frase «OPEN TU WIFI»; fue necesario. También fue necesario crear este manual de equipo electrónico, con una estética de manual, donde estuvieran impresos los poemas o señales wifi. El manual está dividido en cinco grupos de contenido, el trabajo editorial es impecable. El equipo continuará funcionando y yo continuaría actualizando el software, en términos de asistente. Porque lo valioso sería crear nuevos poemas o señales a partir de nuevos personas o caracteres.

    No dudo nada, digo yo, ensimismada aún en la piscina, tanta agua rodeada de poemas cubanos por todas partes. Los poemas en el aire, ahora mismo, sobre mi cabeza. Poemas de ocho sílabas, de once sílabas, de catorce diptongos. Una fugaz ventolera de poemas, un tornado lírico pesado. La poesía para mí tiene que ser pesada, tiene que ser piscina vacía o por lo menos piscina de tierra.

    Cada mes de abril suceden estas cosas. El Festival de Poesía O, Miami sustenta cuerpos problemáticos, insomnes. Al Festival le interesan las identidades. Es importante para mí lograr escribir sobre mi identidad. Cuando lo haga, lo disimularé.

    ***

    CRÉDITO:

    Co-desarrollador del concepto y software (Ámsterdam): Luis Rodil-Fernández.

    Edición y corrección (Cuba): J. Medina Ríos.

    Asistencia (La Habana): Yainet Rodríguez.

    Corrección de estilo (Miami): César Segovia.

    Diseño gráfico (Miami): Noah Levy.

    Poetas participantes: Ismaray Pozo // Mario Espinosa // Gabriel Ojeda-Sagué // Oscar Cruz // Jamila Medina Ríos // Legna Rodríguez Iglesias // Lisann Ramos // Javier L. Mora // Adonis Ferro // Lizabel Mónica // Katherine Bisquet // Kyle Carrero Lopez // Sindy Rivery Elejalde // Martha Luisa Hernández Cadenas // Cuci Amador // Yosie Crespo // Julián Bravo Rodríguez // Ricardo Mayo // Randy Amor // Ylena Zamora-Vargas.

    Equipo de La Habana

    Laboratorio de desarrollo: COPINCHA.

    Diseño estructural: Maurice Haedo.

    Hardware electrónico: Lázaro Alejandro Navarro Méndez.

    Impresión de estructuras: Eduardo Puyol.

    Equipo de Miami

    Socio presentador: O, Miami, @omiamifestival

    Residencia de artistas: Fountainhead, @fountainheadresidency

    Agradecimientos especiales: Julia Weist // Enedys Seijo Planes // Sindy Rivery // Lizabel Mónica // Chuli Herrera // Steffen Köhn // Petra Novackova // Paola Calvo.

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