La caída
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El discurso
«Tenemos un problema», dijo Raúl Castro, sin levantar la vista del informe que tenía sobre el escritorio. Miguel Díaz-Canel tragó en seco, y repasó mentalmente la lista de todas las personas con las que se había reunido durante las últimas semanas. Casi no había ningún extranjero entre ellos, y entre los cubanos, no había ninguno […]
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El europeo
Pero en La Habana, casi sin notarlo, hace tantos años que no podría recordar exactamente cuándo, comencé a ser otra cosa, adquirí una segunda nacionalidad, esta no por accidente, sino por libre elección, algo que hice muy infrecuentemente hasta que llegué a Londres.
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Contra el optimismo
Es difícil encontrar tres razones convincentes para negar el pronóstico, fácil de hacer, de que la crisis cubana no se resolverá sin violencia política, y en medio de una nueva, rotunda contracción económica, si no un total colapso. Lo contrario, una transición pacífica, justa, equilibrada, respetuosa, democrática, podría todavía ocurrir, pero quién se atrevería a predecir que los cubanos se van a volver checos o que entre ellos aparecerá un Mandela.
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Hasta aquí llegamos
El propósito de la izquierda debería ser responder esa resbaladiza pregunta, cómo obtener, en las groseramente adversas circunstancias de Cuba, que el país crezca en forma continua, justa, proporcional y sostenible, que no salga solo la minoría de esta catástrofe, y que no pierda la mayoría lo poco bueno que tiene…
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La herencia
La de Cuba es una juventud descabezada, y diezmada, agujereada por las ausencias de las decenas de miles de muchachos que se marchan del país cada año, el único acto de tácita rebeldía que muchos son capaces de hacer.
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Nada somos ya
Cuba es una nación fallida. No un estado fallido, como Iraq, Siria, Haití y otros infortunados ex países. Lo que ha fallado en Cuba es la nación, no el estado. El estado cubano no ha perdido el control de sus fronteras, no ha abandonado provincias enteras al pillaje de bandidos e insurgentes, en las escuelas […]
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