La fotografía cubana tiene un género propio en esas imágenes del regreso que muchos jóvenes artistas han cultivado, con insistencia, en años recientes.
Se trata de una suerte de circularidad en la mirada estética y antropológica cuyas condiciones de posibilidad, desde luego, habría que buscarlas en las específicas circunstancias sociales y políticas que han marcado a Cuba y su diáspora en las últimas décadas.
Ahí se inscribe esta serie de Jorge J. Pérez. En El Estornudo hemos asistido, por ejemplo, a los retornos de William Riera (a la ciudad) o de Paola Martínez Fiterre (al espacio íntimo, puertas adentro, de la casa familiar).
Tras vivir sus primeros 24 años allí, y marcharse luego a Miami, Pérez regresa a su barrio en La Habana y lo observa desde La casa de las losas rojas: su hogar.
«Un proyecto», afirma el autor, que se adentra en «el espacio-tiempo del lugar donde crecí».
No solo el espacio, dice, sino también el tiempo presente, pasado y futuro de El Canal, «en las afueras de las Murallas de La Habana».
Ocurre que aquella circularidad que mencionábamos nunca es tal; no se regresa jamás al mismo lugar, según parecen confirmar estas fotografías. El barrio y el hogar son ahora, inevitablemente, lugares de la nostalgia donde se filtra una magnífica luz de ocaso.
Paisaje también de sombras: «Exploro los lugares comunes de mi niñez, me pierdo dentro de los espacios y los recuerdos personales», escribe Pérez. «Amigos que ya no están, que pasaron a mejor vida, que en el argot cubano quiere decir que emigraron a otro país; ellos forman parte de la inspiración fundamental del proyecto».
Algo más allá de los 30, Jorge J. Pérez subraya que la suya es una «generación muy marcada por la emigración». Y esos retratos de ancianos solitarios y niños que juegan a contraluz vienen a confirmar ese hiato existencial: esas ausencias que hacen, de este, otro retorno inexacto, equívoco: no circular sino elíptico.
«Regresar y retratar estas calles y su gente es encontrar en imagen a mis amigos, familia y sus recuerdos en mí», sostiene, extrañamente, Pérez, mientras otea —color y luz mediante— el viejo barrio y el tiempo aún joven de su propia existencia desde La casa de las losas rojas.
«Volver… Isla, La Habana, Cerro, Magnolia # 9. Un niño observa, observa, y piensa», dice el fotógrafo.
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Jorge J. Pérez (La Habana, 1987). Vive desde 2011 en Estados Unidos. Se inició en la fotografía como autodidacta. Luego estudió en el Club Fotográfico de Cuba (2008) y participó en un Taller de Creación de Proyectos en el Instituto Superior de Arte. Confeccionó en 2013 un portafolio titulado Adiós a Cuba, que fue presentado en la Universidad de Arte de Miami, New World of the Arts. Allí fue aceptado para cursar estudios entre 2013-2015. Piezas suyas han sido incluidas en la Cuban American Phototheque Foundation. Ha colaborado con la revista Fullframe.
(Fotografías autorizadas por Jorge J. Pérez).
como todos los artículos de esta web El Estornudo…magnífico….asi nos sentimos los cubanos que vivimos fuera de la isla…saludos y salud para este colectivo…Margarita Fresco