Este fotógrafo —como siempre— pide que omitamos su nombre. No hay esperanza en su mirada. No va a traernos buenas nuevas del lugar al que ha ido esta tarde.
Teme que alguien vaya a venir, algo vaya a pasarle por retratar y publicar aquí lo que ha visto en sus paseos por la ciudad. «Por favor», insiste, «recuerda que no puede salir mi nombre».
Las escenas que vemos son limaduras de lo histórico y lo ideológico vibrando en «el calor sofocante» de la isla. El autor procura captar la intimidad del «hambre» y «la ausencia de sentidos»; la soledad metafísica de la ruina: física, social, arquitectónica, moral…
«Como de costumbre», nos dice, «es La Habana Vieja y Centro Habana lo que se muestra». Cierto que se trata de un paisaje urbano hipertransitado e hiperfotografiado. Y, sin embargo, nos parece un sitio tan remoto.
«Necesitas ser feliz», grita otro muro en La Habana de 2024.
¿Qué dicen estos rostros?
¿Qué dice este ready-made callejero? ¿Qué dice José Martí?
El fotógrafo salmodia: «La fe solo existe para aguantar y en la calle está el sofoco y la sed. En las sombras no existe la brisa».
¿Qué tiene aún que decir la vieja esfinge de los micrófonos?
«Algunos hablan de solución, pero está claro que no creemos que pueda existir», susurra el autor anónimo.
(Fotos autorizadas por el titular de los derechos).