El gobierno cubano se juega en Londres los millones que no tiene

    Este 23 de enero comenzó en Londres la vista oral de un juicio contra el Banco Nacional de Cuba (BNC) y la República de Cuba. CRF I Limited, fondo de inversión registrado en Islas Caimán, demandó a la isla en febrero de 2020 por una porción de una antigua deuda contraída por esta.

    La jueza Sara Cockerill, de la División Comercial de la Corte Superior de Londres, primero determinará si CRF I es el acreedor legítimo del BNC y de Cuba por un monto de 72 millones de euros de una deuda adquirida gradualmente por CRF I que —según el expediente judicial— en noviembre de 2017 se valoraba en mil 200 millones de euros (mil 300 millones de dólares).

    Cockerill advirtió este lunes que el proceso no puede grabarse, luego de que uno de los abogados alertara sobre varios videos en las redes sociales. De hecho, la seguridad del tribunal londinense identificó a una persona sospechosa y le informó las normas.

    El juicio se reanudó con el testimonio desde la Habana de María Teresa Compte Zubeldia, quien era la secretaria legal del BNC cuando, en 2019, presuntamente autorizó la cesión de la deuda al CRF I. Otros testigos como Raúl Olivera, René Lazo, Melissa Pérez y Odalys del Nodal, también comparecerán telemáticamente desde La Habana.

    La audiencia actual se extenderá hasta el 2 de febrero, fecha en que deben presentarse los informes finales de las partes. La defensa de Cuba pretende reforzar su postura con el testimonio de la presidenta del BNC, Joscelín Río Álvarez, y del viceministro primero de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro Ale. 

    El litigio

    Los millones reclamados ahora parten de préstamos que Cuba obtuvo en los años ochenta de los bancos europeos Crédit Lyonnais Bank, Nederland NV y el Instituto Bancario Italiano. El BNC, denominado entonces Banco Central de Cuba, asumió la deuda.

    Los demandantes han transitado una amplia ruta de intentos de cobro de la deuda. A fin de cuentas, ir a un estrado en Londres solo ralentiza el objetivo de CRF I. Desde hace años este fondo de inversión (perteneciente al grupo de acreedores conocido como Club de Londres), ha realizado varias ofertas al gobierno cubano. 

    En abril de 2021, ya con la actual demanda interpuesta, CRF I le ofreció al régimen cubano convertir la deuda en un bono de cupón cero sin pagos hasta 2026. Eso representaría una amortización de 60 por ciento sobre el valor actual neto de los valores.

    El BNC y el gobierno de Miguel Díaz-Canel (en representación de la República de Cuba), ahora no legitiman la exigencia de CRF I porque lo consideran un fondo buitre.

    En un comunicado emitido el pasado 13 de enero, el BNC señalaba que «los fondos buitres compran en el mercado secundario, a precios de remate, las deudas emitidas por países, para reclamar el pago inmediato de su 100 por ciento bajo amenaza de demanda judicial».

    El organismo financiero, subordinado al Partido Comunista de Cuba (PCC), aclara que lo reclamado «es deuda pública porque fue contraída por el BNC antes de 1997, cuando tenía funciones de Banco Central. Desde entonces, el BNC no tiene facultad para actuar en nombre del gobierno cubano. Tampoco para aprobar cesión de deuda pública sin la autorización previa del Ministerio de Finanzas y Precios y del Consejo de Ministros».

    El jurista cubano Eloy Vieja señala que, al menos en uno de los préstamos cuyo pago se exige ahora en la capital británica, «la República de Cuba fungía como garante de la obligación de pago y por ello se le demanda de conjunto con el BNC».

    La respuesta del gobierno

    La defensa cubana (orquestada por el bufete británico PCB Byrne LLP, y el español Uría Menéndez) presentó una estrategia en audiencias anteriores, ahora retirada, que aludía a supuestos sobornos de CRF I a un funcionario del BNC para hacerse con la deuda. Ese argumento fue tildado de «confuso» e «inventado» por la corte. Sin embargo, el vocero oficialista Humberto López, quien es miembro del Comité Central del PCC y presuntamente se encuentra en Londres, reflotó hace poco dicho soborno en una comparecencia en el Noticiero Nacional de Televisión.

    Es decir, la parte cubana pretende ralentizar el desenlace del conflicto mediante una desestimación de la demanda. Pero si el gobierno cubano lograra sortear este juicio, la deuda no desaparecería. El Consejo Económico Cuba-Estados Unidos lo aclara: «si el demandante pierde, lo que significa que la cesión de la deuda a CRF I Limited no fue válida, la deuda en sí no se extingue». Ante su falta de liquidez, el régimen solo quiere ganar tiempo.

    Como las probabilidades de perder no son pequeñas, la maquinaria de propaganda subordinada al PCC ya echó a andar. Etiquetar el conflicto con los intereses imperialistas que promueven los fondos buitres, lleva el asunto a la zona de confort comunicativa en que siempre se ha movido el gobierno cubano. 

    Fidel Castro lo dijo en La Habana en agosto de 1985 durante un encuentro para discutir sobre la deuda externa: «El problema de la deuda, antes de ser financiero, es fundamentalmente político, y como tal debe ser encarado». 

    Parece evidente que ahora se retoman esos argumentos para alimentar una matriz de opinión que encubra la terca realidad: Cuba le debe dinero a medio mundo, y no puede pagarlo.

    En aquella ocasión, Fidel Castro agregó: «No hay posibilidades reales de que el pueblo latinoamericano y caribeño se responsabilice por el peso del pago de las deudas colosales contraídas por nuestros gobiernos. Ni siquiera es viable continuar pagando los altos intereses a expensas del sacrificio de nuestro desarrollo y bienestar».

    A finales de los años ochenta, el magnánimo gobernante declaró a Cuba default y suspendió los pagos de deuda. Su cruzada contra los «impagables montos» —utilizando el capital simbólico que tenía entre las izquierdas del planeta (países generalmente endeudados)— terminó reconfigurando conflictos financieros que, formalmente, los mismos deudores generaron. 

    El régimen cubano quiere sacar el conflicto de los estrados londinenses. En tanto, los medios de comunicación subordinados al PCC colocan en el lugar de víctima la incongruente gestión económica que ha castrado el porvenir de los cubanos.

    Humberto López en su espacio del Noticiero Nacional de Televisión / Imagen: YouTube / Canal Caribe
    Humberto López en su espacio del Noticiero Nacional de Televisión / Imagen: YouTube / Canal Caribe

    Posibles consecuencias

    La Habana sabe todo lo que está en juego. Expertos señalan que, «aunque se gane el litigio, el resultado será un aumento del riesgo-país, debido a lo difícil que será renegociar la deuda cubana en los mercados secundarios donde trabajan los fondos buitre. Esto cerrará o encarecerá futuras fuentes de financiamiento».

    Además, el gobierno cubano enfrenta otra demanda de un banco chino en el mismo tribunal londinense, y pueden llegar otras. La última gira de Díaz-Canel fue casi para pedir clemencia por las deudas contraídas con países aliados. Con Rusia, está prorrogada. Con el Club de París quedó en pausa al menos hasta el presente año. El asunto que hoy se dirime en Londres es solo la punta del iceberg.

    Tras una derrota, entre las peores consecuencias que enfrentaría el régimen isleño está la persecución y confiscación de sus activos financieros en cualquier parte del mundo. Las empresas cubanas con filiales en diversos países, así como sus cuentas bancarias, podrían ser intervenidas.

    El economista cubano Emilio Morales comentó sobre este litigio: «Hace mucho tiempo que CRF I ha tratado de negociar la deuda que Cuba tiene con ellos, pero el gobierno cubano, como siempre, se esconde para no pagar». Morales considera que «terminarán vendiendo el país, esa es la única opción que les queda».

    Mientras el juicio avanza en Londres, las arcas cubanas se arriesgan a otro inconveniente desembolso. El perdedor del pleito debe asumir el costo total del proceso: unos 5.8 millones de dólares, que se sumarían a la deuda en disputa.

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