Artículos de Linda Esperanza Aragón
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Palenque late en los cinco sentidos
Las voces y los sonidos de la cotidianidad de San Basilio de Palenque semejan un diálogo de tambores. En cada calle, esquina, bordillo, tienda, estadero, patio y terraza África está presente; se entreteje en el sentir de esta población bolivarense ubicada en el Caribe colombiano. Bernardino Pérez Miranda, historiador palenquero, tuvo razón cuando me dijo: «A […]
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Saltar también es camino
No me canso de ver a los niños del Caribe colombiano cuando se lanzan al agua desde la punta de las canoas, las murallas, los árboles, las rocas monumentales. Recuerdo la frase de Clarice Lispector: «Perderse también es camino». Después me pregunto: ¿saltar será también camino? No demoro en responderme que sí lo es, pues saltar desde la […]
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Agua y memoria
Quiero comenzar con un relato que plasmó Eduardo Galeano en El libro de los abrazos, porque me pasó lo que a Diego cuando vio la mar: Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y […]
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El Caribe: lo que tengo cerca
No se me olvida esta frase certera que escribió Juan Gossaín en La balada de María Abdala: «No estoy solo porque en esta tierra bendita están mi cielo y mi luz; este pueblo perdido en los remiendos del planeta es el nido que me correspondió en el reparto del mundo». Palabras que son compañía cuando camino […]
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Puertas y ventanas (de La Habana y del Caribe colombiano)
Cada quien tiene su alcohol, está escrito en El libro del desasosiego; con existir y sentirse es suficiente para embriagarse, según Fernando Pessoa. Esta serie fotográfica está dedicada a quienes se han emborrachado de tanto mirar. Puertas y ventanas son cómplices de la espera y las visitas inesperadas, de la rutina, la soledad y el […]
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La Habana: El viaje fue mirar
De Barranquilla, Atlántico (Colombia), partí con poco equipaje. Era mi primer viaje a Cuba. No esperaba a que todo fuese como la postal turística; confié en mis ojos a la hora de andar. No llevé mucha ropa, y mi sombrero era la brisa, como el de Toño Fernández, el gaitero colombiano. Cuando vi el agua […]
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