Estas personas son los atónitos sobrevivientes de un naufragio en tierra firme. ¿Cuántos de ellos habitan ahora un paraje de intensa soledad y desaliento, su propia isla desierta y castigada, en medio de la gran ciudad?
Las imágenes de Evelyn Sosa dan fe tanto de la destrucción física causada por el tornado de este 27 de enero como del viacrucis existencial en que ha colocado, tras apenas 16 minutos de furia circular, a miles de habaneros.
El tornado más potente registrado en Cuba desde 1940 —EF4, escala Fujita mejorada (Enhanced Fujita)— golpeó entre las 8:26 y las 8:42 PM, al interior de una noche habanera que ya era de tormenta debido a una “baja extratropical”. Recorrió 11,5 kilómetros a través de municipios como Regla, Guanabacoa, San Miguel del Padrón y 10 de Octubre. El radio de acción del fenómeno atmosférico superó los 400 metros y se estima que sus vientos en espiral alcanzaron los 300 kilómetros por hora.
El saldo es el siguiente: cuatro muertos, 195 heridos; 1 238 derrumbes de viviendas entre totales y parciales; decenas de escuelas, círculos infantiles, policlínicos y otras dependencias estatales.
“Feliz Año Nuevo 2019”, se lee por aquí en alguna parte. La ironía fácil y ruda suele brotar entre las grietas y los escombros. El musgo tras la catástrofe tiene al menos la virtud de recordarnos los tonos verdes. Es la bofetada que despierta al peleador tendido en la lona: “Feliz Año”.
(Fotos autorizadas por Evelyn Sosa).