Dicen los libros viejos que Ángel Arturo Aballí, uno de los médicos más importantes de la historia nacional y padre de la pediatría cubana, vio morir en sus brazos a cinco recién nacidos un día de 1926. Mantuvo un luto prolongado y, alejado de la actividad clínica, preparó lo que sería una histórica conferencia en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde aseguraba que la elevada tasa de Mortalidad Infantil (MI) existente en Cuba era la mayor vergüenza política, imagen exacta del autoritarismo de la época y de una amarga situación general de insalubridad. En su mano se agitaba lo que sería el primer número del periódico El Cubano Libre, estrenando así la imagen del médico como líder social y llevando al gremio a la asociatividad y a la huelga.
El lunes 16 de enero, una nota informativa del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) anunció que, en la primera quincena del año, fallecieron ocho recién nacidos solo en el Hospital Gineco-Obstétrico Diez de Octubre, provincia de La Habana. Cuatro de ellos en apenas cinco días. La nota termina con una supuesta aclaración: la Comisión Nacional del MINSAP investiga las causas del hecho y, acorde con los resultados, se aplicarán las medidas pertinentes. Sin embargo, según datos de la Dirección de Registros Médicos y Estadísticas del MINSAP, las principales causas de Mortalidad Infantil en Cuba son los nacimientos prematuros, el bajo peso al nacer y el crecimiento intrauterino retardado. Estos tres parámetros se miden de forma prolongada en el tiempo de gestación, y pueden ser evaluados de forma prenatal. Tienen múltiples causas, muchas de ellas en correspondencia con las políticas del MINSAP: la alimentación, la disposición de insumos y otros cuidados incluidos en la salud como concepto comunitario más amplio.
Si bien la nota informativa responde por los últimos quince días, esta circunstancia ha tenido un preludio de al menos dos años. El 2021 cerró con una MI de 7.6 por cada mil nacidos vivos. El 2022 cerró con 7.5 por mil, con tres mil 694 nacimientos menos que el año anterior. Hace apenas cinco años, la MI era de 4.3 por cada mil nacidos vivos, cifra que nos colocaba como el primer país de Latinoamérica en tales parámetros, según la Organización Panamericana de la Salud. La mayor tasa provincial del momento era de 5.8. Hoy, por ejemplo, Ciego de Ávila alcanza los 13.6 fallecimientos por cada mil nacidos vivos. En julio pasado, el MINSAP habría iniciado una investigación por la muerte de 63 recién nacidos en la Clínica Los Ángeles de Santiago de Cuba durante los seis primeros meses del año.
Todas estas cifras demuestran una regresión notoria en lo que bien podría ser el parámetro más certero que poseemos para la valoración de la administración sanitaria y el bienestar social en la isla. Las tasas de MI sufren una involución hasta igualar las de 1985. La percepción de los cambios demográficos convierte el asunto en un grave tema político que revela la ineficiencia de las estrategias económicas estatales. La inversión sigue enfocada en los servicios empresariales y las actividades inmobiliarias y de alquiler, en detrimento de la Salud Pública, que, paradójicamente, es aún una de las mayores fuentes de entrada de divisas al país mediante la «exportación de servicios profesionales».
Lamentablemente, las medidas que anuncia la propia nota informativa irían exclusivamente contra personal médico con responsabilidad inmediata sobre los casos. Muy probablemente los primeros señalados sean los Médicos de Familia, muchas veces chivos expiatorios dentro del Programa de Atención Materno-Infantil. Otras causas estructurales no son tenidas en cuenta: falta de inversión, déficit grave de insumos, éxodo del personal sanitario, corrupción en los servicios médicos, exacerbación de factores modificables como alimentación, estrés e insalubridad comunitaria.
Nada de esto fue tratado en profundidad por el ministro de Salud Pública, José A. Portal Miranda, durante su intervención en el décimo período ordinario de sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Lo que sí quedó claro, si seguimos sus palabras, es que para este año se prevé una situación similar.
«Nosotros no tenemos instituciones cerradas por faltas de recursos. Ahí están nuestros trabajadores buscando alternativas», dijo Portal Miranda, con evidente tono propagandístico. El escarmiento político del Sistema Nacional de Salud seguirá cayendo sobre el juramento hipocrático de los médicos que aún continúan vinculados al arduo ejercicio de salvar vidas en Cuba.