Durante la segunda mitad de los años ochenta y principios de los noventa el sistema de auto-construcción conocido como
Estos edificios racionalistas suponen una idea mejorada con respecto las tradicionales «micro»; se tiene en cuenta aquí tanto la funcionalidad como las cualidades estéticas y la adaptabilidad al entorno.
Daniel Bejerano fue uno de aquellos jóvenes. En mayo de 2017, Sarah Bejerano emprende el proyecto de fotografiar los edificios diseñados por su padre. Unos inmuebles pensados como vanguardia arquitectónica cubana, pero que terminaron siendo arquitectura de supervivencia. Sus propios inquilinos debieron retomar la interrumpida construcción espoleados por las apremiantes necesidades de los duros noventa y los años que siguieron.
Sarah Bejerano plantea quizá un paralelismo con el proceso revolucionario: el plano, el proyecto distorsionado en los hechos. Planificación versus Construcción. Y todavía más: Utopía versus Realidad.