Contrapunteo pinareño del tabaco y la langosta

    Todavía en la última década del siglo XIX, el periodista Tesifonte Gallego, 

    peninsular y alto empleado del gobierno, decía: “Allá (en España) 

    se cree que por el hecho de tener en su seno el mejor tabaco del mundo, 

    es Vuelta Abajo una zona que nada en oro; y, sin embargo, 

    es la provincia cubana donde quizás se trabaja más y hay mayor miseria.

    Fernando Ortiz

    Pinar del Río está hecho talco.

    Y es que el algoritmo climático no perdona: la ciudad semeja, con resignación, la letrina de algún dios vengativo y soez. Tierra de nadie, fábula inconclusa que se (des)narra clandestina y esencial, La Cenicienta sigue siendo ese paraje pseudo-mítico donde el diablo dio las tres voces. Por Pinar no se pasa, hay que entrarle de frente, lo mismo da si llegas como turista, presidente o huracán. Mi pueblo es, visto de cerca, la transcripción guajira y tenaz de aquel locus amoenus sospechado por los griegos.

    A principios de octubre, cuando las secuelas de Ian todavía colmaban la parrilla de los medios nacionales, el triunfalismo del NTV y sus compinches procuraba relativizar la magnitud de la catástrofe. Al parecer, la venta de colchones, tanques y materiales de la construcción a precios generosamente subsidiados constituyó, por sí misma, una medida capaz de solventar la precariedad del escenario.

    Este fue, sin dudas, un golpe de genio que ni el mejor Adam Smith pudiera haber intuido: la confección de un nicho de mercado a través del monopolio sobre la oferta, las escasas (¿nulas?) alternativas del comprador y la fidelización inevitable de aquellas personas que perdieron techo, cultivos y sosiego durante la noche del 27 de septiembre. Ciertamente, el capitalismo cruel debería tomar nota de estas infalibles maniobras de planificación mercantil.

    ***

    Hace poco leí un texto en Alma Mater. Recordé, en parte, la jubilación anticipada que protagonizaron a mitad de año varios miembros de su staff. El despido y/o renuncia de algunos integrantes del equipo (entre los que se encontraba el propio director, Armando Franco Senén), junto a la vigilancia orwelliana que debe haberse originado tras este suceso por parte de los censores estatales, terminaron por enterrar esa partícula contestataria que hacía de la revista de Mella una rara avis en el contexto del periodismo oficialista cubano. A día de hoy, casi nada se conserva de aquella fase «revoltosa» y sutilmente autónoma.

    Este berrinche totalitario trajo consigo la omisión definitiva de la crítica como recurso escritural en dicho medio, en favor de un acento compasivo y bonachón que, según percibo, funge como agente normalizador ante la «inevitabilidad» de la miseria y el desamparo material de los cubanos. La crónica en cuestión resulta, pues, la primera pieza de una serie de reportajes destinados a decodificar in situ la rutina socio-espiritual de «un pequeño poblado pesquero a 24 kilómetros de la ciudad pinareña».

    La Coloma parece haber gestado su topónimo distintivo a raíz de la corrupción lingüística del apellido de un sacerdote jesuita muy popular en la zona, recordado como Lucio A. Columela. El término inicia su trasiego idiomático a mediados del siglo XVIII hasta lograr su recopilación decisiva a manos del insigne Tranquilino Sandalio de Noda, quien lo «oficializa» en una de sus Cartas a Silvia durante la primera mitad del XIX.

    Muy pronto, gracias al empeño de su gente, las inmejorables condiciones geográficas y el perfeccionamiento continuo de la técnica empleada, esta región pinareña devino la zona de pesca más importante de la isla, consagrándose luego como la vanguardia del Caribe en dicho sector. Sitios estatales e independientes afirman, incluso, que aquí se captura el 40 por ciento de toda la langosta cubana.

    Iniciada su proyección en 1972, el Combinado Pesquero Industrial La Coloma fue culminado cuatro años más tarde, asumiendo desde entonces la tarea de acopiar una buena parte del producto que ha hecho de Caribex una marca de celebridad internacional. Esta empresa, fundada en 1967 y responsable de la distribución en el extranjero de nuestros especímenes marinos, comercializó cerca de ocho mil 100 toneladas de langosta en 2019 bajo el sello «Caribbean Queen», garante de una calidad gastronómica que se suele etiquetar como haute cuisine

    Asimismo, Caribex recibió el pasado 4 de abril la condecoración de Vanguardia Nacional debido al «trabajo realizado el año anterior, pese a las complejas limitaciones financieras por las que transitó la nación», según reflejó la Agencia Cubana de Noticias en su página web. Mientras esto sucede en ese castroverso delirante que nos bloquea como una Matrix tercermundista y reiterativa, el ciudadano de barrio lleva años sin morder una langosta, un camarón o, en muchos casos, un simple pescado de cualquier especie. La Coloma no es más que otro rehén comercial del centralismo revolucionario.

    Aún conservo en mi memoria a esos médicos pinareños que conocí en pleno trasiego de «mercancías prohibidas». Como método de subsistencia, muchos profesionales de la salud se entregaron al contrabando de productos colomeros que debían ser transportados hasta la capital. Ya encima de la Yutong, los traficantes solo deseaban que la policía no detuviese el trayecto de la guagua y, en caso de suceder, se encomendaban a cualquier santo que tuvieran a mano con tal de que el oficial no examinase su maletín o debajo de su asiento. Estas peripecias del subdesarrollo perduraron de forma generalizada hasta junio de 2003, cuando Fidel Castro decidió estandarizar la exportación de médicos cubanos como moneda de cambio ante el petróleo chavista. 

    «En La Habana el camarón está preso», repetía jocosamente mi profesor de catalán, habiendo atestiguado (y comprendido) la fibra más íntima de nuestra sociedad. 

    ***

    Retomando el artículo de Alma Mater, me gustaría aclarar mi posición con respecto a su contenido. A pesar de no compartir la perspectiva con la que se aborda la carestía del pueblo cubano, sí confirmo mi respeto y admiración hacia ese piquete que dio la talla en La Coloma después del ciclón, justo en el epicentro del desastre. Esto opaca cualquier otra circunstancia. Sería incapaz de desestimar algo así, sobre todo si se trata de un auxilio que, por la causa que sea, yo no he podido brindar. 

    La escasez como canon de cubanidad no es, para nada, patrimonio exclusivo de una revista o de algún sitio específico: es un discurso inmovilista que legitima la ineficiencia de la política doméstica en cuanto a la producción y reparto de bienes y servicios. Cualquier ayuda será bien recibida. Ahora mismo todo nos vale. Justamente, no muy lejos de este asentamiento pesquero, se sitúa el espacio histórico-cultural cuyo fruto se ha adoptado como rasgo identificativo de Vueltabajo y, acaso, de toda Cuba. 

    El Hoyo de Monterrey también está hecho talco. Este, más allá de una marca de habanos, es igualmente una región comprendida en el municipio de San Juan y Martínez. Para más señas, de aquí procede el proverbial apelativo de «la tierra del mejor tabaco del mundo». Pero Ian desencajó diplomas y enturbió galardones. Su influencia macabra remató la ya tambaleante industria tabacalera, dejando a su paso un saldo de ruinas y devastación que tardará en ser remediado.

    Según la Agencia EFE, el huracán arruinó el 90 por ciento de las casi 12 mil casas de cura natural, donde se almacenan las hojas de la planta para su secado. Cubadebate, por su parte, asevera que se perdieron los ocho mil 400 canteros del municipio, o sea, la simiente para la próxima cosecha. Todo esto llega en un momento crítico para la economía cubana y para todo el sistema que la sustenta, desnudados en su esencia más recóndita por la crisis generada a partir de la COVID-19. De hecho, los (antiguos) fumadores ya coquetean seriamente con la idea de concebir el cigarro como un producto en extinción. En Cuba, recoger un cabo del suelo es bautizar tu panacea personal.

    Al igual que sucede con los pescadores de La Coloma, los agricultores de San Juan y Martínez trabajan para el inglés. En Pinar del Río se cultiva el 80 por ciento del tabaco de todo el país y, aun así, es una de las provincias menos desarrolladas de Cuba. Ni siquiera la cercanía con respecto a la capital ha beneficiado su progreso. Mientras, la saga de los Castro se mantiene engordando su nombre (y su barriga) a costa de territorios como estos. 

    Siguiendo esta línea, descubrí hace poco un dato curioso a la par de inquietante: la etiqueta Hoyos de Monterrey fue seleccionada en 2021 por Habanos S.A., el homólogo tabacalero de Caribex, para celebrar la fiesta de primavera del «Año del Buey», correspondiente al calendario lunar chino. Lo que sea que esto signifique, una cosa sí es segura: Cuba continúa siendo el único lugar del mundo donde no encontrarás tabaco cubano, siempre que no seas dirigente o extranjero.

    Aplica también para el ron, la carne y el azúcar, entre muchos otros.

    ***

    Para mayor desgracia de los pinareños, Ian decidió tomar tierra justo después de haberse efectuado el plebiscito que se promoviera a raíz del Código de las Familias, ya ratificado por el Parlamento. La Revolución, claro está, tiene muy bien definidas sus prioridades. No se podaron árboles ni se reforzaron ventanas, así como tampoco fue realizada la evacuación de todos los ciudadanos que lo requerían. Las medidas aplicadas por la Defensa Civil fueron escasas o simplemente nulas, declarando una alarma ciclónica a destiempo y ya con el fenómeno casi encima. 

    En aras de no entorpecer la ejecución del sufragio, el gobierno se desentendió de esa misma metodología anti-ciclónica que ha empleado por décadas, en favor de un referendo cuyos resultados podían haber sido previstos sin dificultad. Si bien es indudable que el Código recién admitido actualiza la condición cívica de comunidades cubanas relegadas del debate social, también es cierto que dicha aprobación funciona como un lavado de cara pro-democrático para el castrismo, ya que se adhiere oportunamente a una «agenda globalista» que está muy lejos de comprender los principales conflictos de la isla. 

    Como colofón para toda esta parafernalia revolucionaria, entra en escena la diana preferida del canciller Bruno Rodríguez Parrilla durante sus pataleos antimperialistas. Sumada a las donaciones recibidas de la ONU, la Unión Europea, Venezuela, México y Japón, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) también patentó su contribución a la causa pinareña. Según El Toque, «unos dos millones de USD en provisiones y suministros incluye la ayuda humanitaria de emergencia que enviará el Gobierno de los Estados Unidos». Este mismo medio afirma que la ayuda será gestionada por «organizaciones no gubernamentales independientes que tienen experiencia y están trabajando en la isla». Aun así, la prepotencia comunistoide de Cubadebate no se hizo esperar.

    El pasado 26 de octubre fue publicado en dicho sitio un artículo de pretensiones justificativas que, básicamente, pudiera resumirse a través de la siguiente oposición: la USAID es más o menos buena si nos regala dinero, pero muy mala si financia «la subversión»; entendido este último término como el accionar de todos los que opinan diferente al gobierno, que no somos pocos, por cierto. No obstante, el examen profundo de ese galanteo tóxico y obsesivo entre Cuba y su vecino es ya otra historia, sin cabida en este texto. 

    La Revolución, como cualquier otro absolutismo populista, necesita avalar su proyecto socio-político mediante el enfrentamiento con un «enemigo» constante y a través de la comparación con un pasado «pre-Victoria» cuyos datos, muchas veces, han sido convenientemente manipulados, falseados o exagerados. Así, mientras todo esto sucede, mi gente sigue aguardando por el regreso de la corriente o la llegada de los mandaos. La barca de Caronte nunca tuvo tal retraso o, en buen cubano: a saber cuál de los dos sería más adecuado para mandar a buscar la Muerte. 

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    6 COMENTARIOS

    1. Que buen articulo, que cruda nuestra realidad cubana y pinareña..increíble que tengamos diamantes a los que nunca le veremos el brillo, ni langosta…ni tabaco…hago mia tu frase: la escasez como canon de cubanidad.

    2. Excelente…sin palabras…vivencial…duro. Mi Pinar del Río muere y lo peor lentamente…ni langosta ni tabaco…qué tristeza, que dolor.
      «Pegados» a La Habana y la pobreza en grado superlativo.
      Aquí ni se come langosta…y para colmo ya ni se fuma tabaco.

    3. Excelente, vivencial…fuerte.
      Pinar del Río es una de las provincias más empobrecidas de este país empobrecido…ni langosta ni tabaco…ni…
      Qué duro y se muere aquí su gente lentamente, sin esperanzas de ver el fruto de SU langosta y SU tabaco, sin saber que son suyos, NUESTROS.

    4. Este escrito es fiel a nuestra realidad y condición pepetua de rehenes por un sistema que únicamente pondera su longevidad total por encima del bienestar de sus habitantes. AÙN pleno siglo XXI siguen siendos sus hijos medio básico de su subsistencia lo mismo, desde dentro la juela que fuera de ella, enviando remesas y recargas. Mi respeto a tu lealtad y consecuencia.

    5. La del Caribe está claro que sólo reina en otras latitudes por orden y para beneficio del enguayaberado gabinete de embarazados que secuestran el poder en la más grande de las Antillas. Al igual que los puros que además de reportarles gananciales a ellos, enriquecen a mercaderes europeos que no se esconden para defender a quienes les mantienen el suministro.

      Con permiso dejo enlace como prueba:

      https://quillandpad.com/2022/12/01/trying-two-saint-luis-rey-double-corona-cigars-from-different-boxes/#comments

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