Gerardo Mosquera: «Nada le está prohibido al arte»

    Como silba LP en Lost On You, como pinta la soledad y el dolor Guillermo Kuitca, como escribió Mario Puzo sobre mafia, como graffitea Banksy, como tuercen sus cuerpos en las alturas de las carpas rayadas esos acróbatas del Cirque du Soleil, así habla Gerardo Mosquera del Arte Contemporáneo. Lo sé porque fui su oyente en el intenso seminario sobre curaduría que impartió en La Habana del 6 al 9 de febrero último. 

    En el seminario, Mosquera mostró a los participantes proyectos artísticos: bienales, trienales y exposiciones en los que ha trabajado como curador en diversas ciudades, galerías y museos del mundo, así como determinadas obras y artistas que han integrado estos proyectos (Cildo Meireles, Marina Abramović, Rula Halawani, Davide Rivalta, Jeannette Chávez, Kan Xuan, Adriana Varejão, Glenda León, Félix González-Torres, entre otros…).

    Habló de la importancia que tiene curar (del latín curator o curatoris: el que cuida) el trabajo de un artista, y sobre cómo puede un curador orquestar el sentido de una exposición y explotar sus contenidos y temáticas buscando una mayor comunicación con el público. Pero claro, estoy hablando de un curador que en 1995 empezó a trabajar con el New Museum de Nueva York y tuvo como objetivo presentar en la ciudad a artistas de sólida trayectoria que fuesen desconocidos allá. Ese tipo de exposiciones que concibió (Mona Hatoum, Cildo Meireles, Doris Salcedo) contribuyeron, en sus propias palabras para una entrevista que le hiciera Hans Herzog en 2017, «a internacionalizar Nueva York en el verdadero sentido de la palabra, y no solamente en el sentido dictado por las galerías mainstream». 

    La voz de Mosquera tiene un tono suave, y es tan interesante su forma de explicar ciertas cosas, tan adecuada: los colores, los materiales, el título o concepto de una obra, los espacios expositivos…, que un estudioso del arte podría escucharlo durante horas sin interrumpirlo, sin quitarle los ojos de encima. 

    Sin embargo, en la entrevista que leerán a continuación, donde buscaba recoger opiniones sobre arte cubano contemporáneo, y que tuvo lugar en una habitación con ventanas de vidrio y paredes blancas, Mosquera se mostró a ratos conciso y esquivo, ¿quizá porque le han hecho ya muchísimas entrevistas? No lo sé. Quizá. No quiero suponer. No hay nada que suponer. 

    K. P: Lo escuchaba hablar antes, en el seminario, de un poema de Charles Baudelaire, «Una mujer que pasa». Usted sonreía y me percaté de que le gustaba la poesía… 

    G. M: Sí, y la Literatura. 

    K. P: ¿Ha leído usted El hombre imaginario, de Nicanor Parra? 

    G. M: No. 

    K. P. Este poema es sobre un hombre imaginario, que vive en una casa imaginaria, rodeada de árboles imaginarios y de un río imaginario, y así se extiende, todo es imaginario, las paredes de la casa están llenas de cuadros imaginarios. Es un poema sobre el abandono. Y habla de una mujer imaginaria, a la que este hombre imaginario ama. Y yo quisiera proponerle hacer de esta entrevista un ejercicio en el que usted pensara una exposición imaginaria con arte cubano contemporáneo. Sobre todo, porque en la imaginación no habrá ningún tipo de censura. 

    G.M: Yo he sido parte del jurado que ha seleccionado los aspirantes a la Residencia de Curaduría De Apple, que es un centro de Arte Contemporáneo de Ámsterdam, que tiene un programa de curaduría muy famoso, porque es muy práctico. Y va siempre un grupo reducido de participantes, y entonces otro miembro del jurado, un colega alemán —nosotros hacíamos una preselección y a los que veíamos con posibilidades los entrevistábamos—, en la entrevista hacía siempre una pregunta que era, si el sultán de Dubái, o como se llame el título, le dice a usted: «haga la exposición que usted quiera realizar, yo se la financio: ¿qué exposición usted haría?» Esta era una pregunta terrible porque siempre ponía en aprietos a los jóvenes colegas que querían participar ahí, porque la vida no es así, tú nunca vas a tener a un sultán de Dubái que apoye la exposición que tú quieres. Y entonces estás acostumbrado a imaginar a partir de las limitaciones. Esa imaginación absolutamente abierta, sin limitaciones, no es real, y a uno le cuesta mucho trabajo, pero a mí me cuesta todavía más trabajo por dos razones. La primera es que porque para mí la curaduría siempre es como se suele decir ahora, un pensamiento, una acción situada, muy situada en un contexto, una circunstancia. Es decir, la curaduría es creación, es investigación, es imaginación, pero también es praxis. Y la otra razón por la que me cuesta trabajo es porque cada vez que me preguntan a mí: ¿cuál es tu artista favorito?, si tuvieras que salvar del fuego a diez libros, ¿cuáles serían? Este tipo de preguntas me cuesta mucho trabajo porque me interesan demasiadas cosas. Es un problema que yo tengo. Y recuerdo una vez, una entrevista con Mijaíl Gorbachov, en la que él decía que durante mucho tiempo se preocupó porque le interesaban demasiadas cosas, y tenía dificultad para enfocarse en alguna, pero después descubrió que era una ventaja, porque en realidad le daba una visión amplia, y entonces, distancias apartes con Gorbachov, me pasa eso. Me interesan muchas cosas. Y esta pregunta que me haces, me cuesta trabajo, y además es muy peligrosa, por aquello, no sé…, no me gusta ver la cultura como una especie de Hit Parade, que es lo que sería esto al final.  

    K. P: Lo veía exponer su Globalscape, pensaba en un Cubanscape, y me preguntaba si se pudiera hacer esta exposición, que artistas cubanos no faltarían… 

    G.M: Otro problema que tengo es que no estoy informado sobre el arte más actual. Y en Cuba está todo este proceso de la estampida de la gente, la salida. Y es muy difícil. Y como yo he trabajado más bien en una esfera internacional no estoy realmente al tanto de lo que está pasando ahora mismo. Puedo saber de un artista joven, viste a Analía Amaya, con este video precioso del relámpago (se refiere al video digital Paisaje fugaz, 2006), pero me resulta muy difícil. 

    K. P.  ¿Y en los últimos años ha visto algún artista que le interese, de acá de Cuba?

    G.M: Aquí hay una energía que siempre produce cosas fuertes, interesantes. Tampoco puedo decir que esté totalmente ajeno, por ejemplo, he escrito recientemente para el catálogo de exposiciones de dos artistas cubanos, uno el Chino Novo (Reynier Leyva Novo), de una exposición que hizo en Houston, y otro de David Beltrán, de una exposición que hizo en Madrid. Son gentes ya no tan jóvenes, bueno, como artistas son jóvenes. Y escribí sobre ellos, pero en realidad carezco de una visión general. No me siento capacitado para hacer esta exposición imaginaria. 

    K. P: Leí en el «Salón de Hans» algo que decía usted sobre lograr un balance en la curaduría. ¿Cómo sabe el curador que una exposición ya está definitivamente curada, ese ritmo final cómo lo logra usted? ¿Es una cuestión de instinto?

    G. M: Decía Borges que el texto está terminado para el escritor cuando va para imprenta, con lo que quería connotar que si no fuera para imprenta se mantendría cambiando, entonces podría decirte lo mismo. Está terminada cuando por fin se puede materializar, porque quizá a diferencia del escritor, que en definitiva lo que tiene es una computadora, o antes un papel y una pluma, la exposición depende de tantas mediaciones intermedias, que realmente yo lo decía, es un ejercicio de frustraciones, de tu ideal a lo que puedes realizar. Te sientes contento al final de que se pueda hacer, y siempre vas a quedar inconforme con obras que no te prestaron u obras que no pudiste conseguir por problemas de presupuesto, o problemas así. La exposición está terminada cuando puedo terminarla, cuando al fin puede realizarse. Porque es un proceso muy frustrante, a menudo. 

    K. P: Gerardo, ¿qué tipo de artista le interesa a usted específicamente como curador?

    G.M: Me interesa el arte que va del arte hacia afuera, me interesa un arte centrífugo. Y esto es tan contrario de mucho arte que se produce contemporáneamente, que es un arte centrípeto, un arte que a menudo es autorreferencial y que se refiere al arte mismo, entonces a mí esto realmente no me interesa. Lo que me fascina del arte es su capacidad de incidir en todo. Nada le está prohibido al arte. El arte puede ocuparse de los temas más escabrosos, y esto es lo que me a mí me interesa, su posibilidad de salir afuera de él y tocar cuestiones individuales, sociales, culturales, de todo tipo. 

    K. P: ¿Quién es el artista cubano que a usted más le impresiona?

    G.M: Realmente no sé, no puedo escoger a uno. 

    K. P: En uno de los documentales que se proyectaron acá, escuchábamos a B. Simpson, un colega suyo, decir que las obras de arte exitosas producen una fuerte reacción. ¿Qué opina sobre esto?

    G.M: Estoy de acuerdo. 

    K.P: Es realmente una obra exitosa por la medida de la reacción que causa. ¿O puede una obra que pasa desapercibida, que es poco conocida incluso, ser una gran obra?

    G. M: Sin duda. La percepción del arte varía con las épocas, con las culturas, con tantas cuestiones, y hay obras incluso que los artistas lo que buscan es perder esa fetichización, no aristocratizante de la obra con mayúscula, y tratar de que pase un poco inadvertida, no sé si recuerdas el trabajo de Fernanda Gomes, en la primera exposición que presentamos, la de Brasil, del Panorama (se refiere a su exposición 20 Desarreglos. Panorama del arte brasileño), que es una obra que de pronto pasas y a lo mejor no la vez. A Félix González-Torres le interesaba este tipo de poética, pero de pronto si la ves, el hecho mismo de que sea así te impacta, y te crea una reacción muy especial hacia esa obra. 

    K. P: ¿Cuál es su opinión sobre la última bienal que se hizo en La Habana?

    G.M: No la vi. No la vi…

    K. P: En nuestro país el arte es mucho de museos, de galerías institucionales o privadas. Sin embargo, no vemos muchas intervenciones públicas. ¿Cómo podríamos disfrutar en Cuba, tanto artistas como espectadores de un arte público más rico, menos censurado?

    G.M: Es muy difícil. Yo no creo que fuera permitido. No me parece que fuera permitido. A no ser que cosas que se hicieran independientemente, y a menudo terminan mal, como viste esta obra de Luis Manuel con la promesa a San Lázaro (se refiere al performance en el que Luis Manuel Otero Alcántara intentó realizar un peregrinaje hasta El Rincón), y fíjate que así y todo…, vaya, llevar esto a San Lázaro ¿Por qué no? Me parece que fue una reacción excesiva que lo hayan detenido por eso y le hayan impedido hacerlo, y más ahora, cada vez está más tensa la situación para poder realizar obras así. 

    K. P: Decía usted en la entrevista de la que antes le hablaba, en «El salón de Hans», que toda curaduría debe ir del arte a la exposición, y no al revés. Esto cómo un joven curador pudiera comprenderlo. 

    G.M: En el sentido de que cuando tú piensas la exposición no la puedes pensar como una entidad en la cual estás trabajando con elementos que están enteramente a tu disposición. Por ejemplo, un escritor trabaja con las palabras, pero en la curaduría tú estás trabajando con obras que tienen su propio mensaje, tienen su propia poética, y entonces no puedes traicionar eso, tú tienes que armar un discurso con ellas, pero pensando en ellas. Dándoles su propio espacio de comunicación con el espectador. 

    K. P: ¿Qué pudiera decir del momento que vive el arte cubano? 

    G.M: Tengo poca información, pero si te puedo decir que se siente que hay esa intensidad, por más dura que esté la situación, o quizá gracias a eso, se ve esta energía cultural en Cuba. Ves que ahora está ocurriendo un fenómeno muy interesante, esta estampida, este éxodo masivo que está sufriendo el país, sobre todo de jóvenes. Muchos están llegando a Madrid, por la doble nacionalidad, los abuelos…, o por otras razones, y muchos artistas se están asentando en Madrid, tanto cubanos como venezolanos, y de otros países, y esto está trayendo una nueva energía a la ciudad que está comenzando, pero va a dar de qué hablar. Se va a ver ese cambio en la vida cultural madrileña por este impacto de latinoamericanos, y principalmente cubanos y venezolanos que está yendo allá. Porque ves que son gente con una energía, con un ímpetu, con una creatividad… Yo decía una vez que en Cuba se ha logrado algo muy importante, y es que se ha establecido un sustrato para la aparición de artistas, del mismo modo que ocurre con ciertos deportes en ciertos lugares. Por ejemplo, en Brasil no hay que tener escuelas de futbolistas, siempre va a haber buenos futbolistas, porque es algo que está en la cultura. Y aquí está pasando lo mismo, no con los futbolistas, pero sí con los artistas. Del mismo modo que había ocurrido antes con los músicos, o con los bailarines. Este ha sido siempre un país de música y de bailes. Ahora también ocurre con los artistas. Siempre aparece gente con un poder creativo fuerte en las artes visuales, y gente informada, que sabe. Es un hecho interesante. 

    K.P: ¿Ha visto alguna obra de algún artista cubano tanto en el extranjero como en Cuba que haya llamado su atención? 

    G.M: He visto, claro que sí. Por ejemplo, escribí sobre el Chino Novo que me parece un artista muy importante, y también lo recomendé para un libro que se hizo en Brasil, donde presentaban los 20 artistas que dicen ellos que van a tener un fuerte impacto en esta década. A mí me pidieron escribir un texto introductorio. Es un libro que se publicó en Sao Paulo, un libro importante (se refiere a 20 en 2020 en América Latina. Los artistas de la próxima década). Y entonces no había ningún cubano, y le recomendé al Chino Novo que me parece un artista muy importante. Por citarte uno, pero así hay muchos trabajando, Glenda León es una artista….

    K. P: Es bellísima su obra… 

    G. M. Sí. Sí. Como ves, pues la tengo con frecuencia en mis exposiciones. 

    Nota: *Esta entrevista fue coordinada gracias a la curadora cubana Liatna Rodríguez, en el marco del «Seminario de Gerardo Mosquera sobre Curaduría» que tuviera lugar del 6 al 9 de febrero de 2023 en ArtistaxArtista (La Habana, Cuba).

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    Katherine Perzant
    Katherine Perzant
    Ha sido funambulista y chainsmoker. Como el Paterson de Jarmusch, escribe poemas que nunca publica. Posee una debilidad alarmante por los puentes y las boyas. La toman, tan a menudo por extranjera, que se siente así en todas partes. Quisiera creerle a Issa, que le sobrevive, le sobrevive a todo, la frialdad.
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