Reynaldo Cid recorrió la isla, cámara en mano, tras una metáfora total. Campanas: vocingleras y sordas, etéreas e invulnerables. Nacimiento, muerte y resurrección.

A más de cuatro siglos del clásico poema de John Donne, la pregunta sigue repicando: «…por quién doblan las campanas». Y el veredicto es el mismo. Doblan por cada uno de nosotros.

Entonces no resulta extraño que esta serie examine otra probable síntesis de la historia de Cuba. Las campanas han sido cifra sonora de la rebelión histórica tanto como, en los días anónimos, han sido pacientes testigos del tiempo y los ciclos vitales de la comunidad.

Reynaldo Cid. Feromonas.

Reynaldo Cid. Feromonas.

Ahora Cid se ha propuesto despertarlas y aquí está el resultado. Este taciturno y punzante discurso fotográfico que se remonta, gira en torno y finalmente escapa a la campana fundacional de La Demajagua. Comunión y ruptura.

Pero hay todavía un ingrediente más.

  • Reynaldo Cid. Feromonas.

Durante dos años (2013-2015), el artista rastrea, captura y redimensiona el significante «campana». Cid pone en marcha un proceso de viraje experimental en que una sustancia insólita es empleada como revelador fotográfico. Tras el blanqueo, las copias son sumergidas en sangre durante 24 horas para que el hierro de esta pigmente libremente las imágenes.

El procedimiento técnico aspira a catalizar un sentido orgánico y extremo. Hay sangre en estas campanas. La actitud del fotógrafo viola, mancilla, execra las ideologías y las identidades que resuenan en estos bronces, pero también hay aquí un gesto sacrificial, un acto de veneración respecto al devenir nacional. De igual modo, vibra una enorme incógnita acerca del futuro.

Las señales están en el aire. Estas campanas doblan en silencio por ti. Como las “Feromonas” que nos atraen al amor o nos mandan huir de otros seres, y que, química, subrepticiamente, van haciendo también el irresoluble destino de un país.

(Fotos cortesía de Reynaldo Cid).