El embargo y los caramelos

    «Libertad». Eso gritaban los cubanos. Miles de cubanos. También gritaban: «Patria y vida», «Abajo la dictadura», «Díaz-Canel, singao». Eso gritaron en San Antonio de los Baños, en Palma Soriano, en Camagüey, en Cárdenas, en Regla, frente al Capitolio, en las plazas, ante las representaciones del Partido Comunista y los edificios gubernamentales. «Libertad». Eso gritaban los cubanos, hasta que el primer secretario del Partido llamó al combate y militarizó las calles.

    Eso fue el 11 de julio. Ayer, 12 días después, mientras la élite cubana niega la legitimidad de las protestas populares y acusa al gobierno de Estados Unidos de estar implicado directamente y de tener grave responsabilidad en «los incidentes», con cientos de jóvenes cubanos encarcelados por gritar «Libertad», mientras se llevan a cabo en la isla juicios sumarios colectivos para sancionar a participantes en las protestas sin que se les permita disponer siquiera de un abogado defensor, aparece esto: un anuncio pagado de la plataforma Let Cuba Live! en The New York Times que recoge una carta firmada por 400 «prominent activists, intellectuals, scientists and artists» y dirigida al presidente Joe Biden para persuadirlo de cambiar «la política inmoral y miope» del Imperio hacia el gobierno cubano.

    Tuit de Bruno Rodríguez, canciller de Cuba
    Tuit de Bruno Rodríguez, canciller de Cuba

    400 prominentes intelectuales, distinguidos artistas, comprometidos activistas, notables científicos, deciden de una vez poner fin al insomnio inducido por los titulares de medio mundo que hablan de protestas populares, represión y falta de libertades en Cuba, al insomnio inducido por las imágenes de esas hordas de negros harapientos y famélicos ensuciando la pobreza irradiante de La Habana. Con un bastón en la mano y un caramelo en la otra, estos fellow travellers comparten su zozobra, ventilan su ansiedad, deciden corregir lo real y, resueltos a recuperar de una vez por todas el sueño de los justos, acuerdan que es hora de pagarse sus propios titulares, compran una plana en la edición impresa del NYT y montan en paralelo una plataforma engalanada con una prominente estampa de una calle de La Habana extraída del prominente catálogo de Meliá que suelen hojear los prominentes intelectuales mientras CNN presenta a esos pordioseros cubanos gritando «Díaz-Canel, singao». Una prominente estampa a todo color de la misma calle en que una anciana cubana, negra y pobre, gritaba a voz en cuello hace apenas unos días: «Vivimos más de 60 años en la mentira y engañados y esto tiene que acabarse… nos quitamos el ropaje de silencio». 

    Una negra, un grito, una indecencia. Qué Habana tan sucia, qué vieja tan negra, qué negra tan fea. 

    El insomnio. Corrijamos.

    Portada de Let Cuba Live!
    Portada de Let Cuba Live!

    Edificios recién pintados, balcones coloniales, restaurantes, autos de otra época que parecen dibujados con crayolas, turistas felices en almendrones descapotables, operados por cubanos risueños, Cuban people del bueno, del que no alza la voz. Pobres pero radiantes. Ahora sí. Echándonos fresco con esta postal, hablemos del pueblo cubano, digamos su verdad.

    Suffering. Embargo. Scarcity. Embargo. Throttled life. Embargo. Impediments to the wellbeing. Embargo. Severe shortages. Embargo. Pandemic emergency. Embargo.

    Ni una vez se menciona la palabra «libertad». Ni una vez se menciona la palabra «represión». Las protestas del 11-J se mencionan, sí, una fina capa de pegamento entre un bloque de escasez de medicinas y otro bloque de pandemia. Cinco veces se nombra a Trump. Tres veces a Obama. Los apellidos Castro, Díaz-Canel, López-Callejas, no, esos no existen, ni aquí ni en los catálogos de Meliá. «Their government», dicen los prominentes intelectuales. El government del Cuban people. El government azotado que ha perdido miles de millones de dólares a causa de la pandemia. Miles de millones que el government destinaría, normally, dicen, al sistema de salud pública, a la distribución de alimentos y ayuda económica para la población. Eso lo firman así, sin pestañear, con una mano en la cintura, octogenarios de bien, prominentes intelectuales, distinguidos artistas, comprometidos activistas, notables científicos. El mismo government que por cada mil dólares invertidos destina 503 a levantar sus prominentes hoteles, tres dólares a la salud pública y un dólar a la educación. El mismo government que dolarizó la venta artículos de primera necesidad en plena pandemia. El mismo government que decreta que las calles de Cuba no son del Cuban people, sino de sus prosélitos.

    En 2017, luego de haber sido incluido en una lista de personas relacionadas con el tráfico de drogas internacional, el entonces vicepresidente de Venezuela, Tarek El Aissami, pagó una plana completa en The New York Times para promocionar una carta dirigida al Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Entonces, BBC estimó en 175 mil dólares el costo del aviso. No es descabellado pensar que el costo de la publicidad de Let Cuba Live ronde los 200 mil dólares.

    200 mil dólares para blanquear los palos, las piedras y las balas a dos mil kilómetros de La Habana; 200 mil dólares para seguir echando incienso sobre el evangelio de la Normalización. Un evangelio según el cual la porfiada realidad cubana y los otros, quienes permanecen a la intemperie, terminan convertidos en atributos de la sustancia invariable que está detrás de las apariencias. Un territorio sin contenido y sin memoria: la base utilitaria de sus fantasías.

    Juntadas las firmas, pagado el anuncio, impreso el diario, el government prodigará gratitud por la solidaridad recibida; los prominentes intelectuales y los distinguidos artistas dormirán otra vez el sueño de los justos, embelesados y conmovidos porque cada vez que abren la boca les meten un caramelo.

    ¿Y la negra?

    Una negra es una negra es una negra.

     

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    8 COMENTARIOS

    1. Una vez mas me hierve la sangre. Vivo estos tiempos molesta, rabiosa, dolida. La impotencia me va a comer viva.
      Hace falta que nuestra bendita negra mas 399, le escupan la cara a los 400 racistasarrogantesprepotentesignorantes! Hace falta que un millonario cubanomiamense pague a full page con una contundente replica en el NYT. Hace falta que los ‘ilustres’ 400, visiten Belen, San Isidro y otros barrios similares. No, mejor que vivan alli un tiempito. Hace falta que a POPOTA la traduzcan al ingles y manden este articulo a los despistados o malignos 400. La verdad es la verdad es la verdad.

    2. Ese diario lo compró Carlos Slim, es aliado de amlo, que es incondicional de la dictadura, que envió a su siervo Bruno a México, que se reunió con el canciller Ebrard, que pudo contactar con Slim, caso cerrado….

    3. Claro, muchacho, qué es eso de que el USA, ese gran país, esa gran democracia, deje vivir a Cuba, esa isla de mierda, al contrario, más sanciones, candela al jarro, que no entre ni un clavo, que se coman entre ellos, y nosotros aquí, rico, leyéndolos a ustedes, ah la libertad, qué gusto

    4. En efecto:

      Es increible como una serie de «intelectuales y artistas» americanos se llenen la boca y gasten el dinero para apoyar un regimen de opresion y abusos a sus propios ciudadanos y no se comprometan a nivel internacional a demostrar que en Cuba su gente quiere el sistema que lo esclavisa. Por que no proponen que en Cuba se haga un plesbicito supervisado a nivel internacional , sea por la ONU y por gobiernos de ambos campos , tanto socialistas como capitalistas , para demostrar que , si verdaderamente , ese pueblo quiere seguir en aquel sistema o quiere un cambio ? Si lo que dicen y aprueban es verdad , perfecto, apruebo su gestion ; pero si no es asi , que se dejen de apoyar y defender tanta mentira y pongan los pies en la realidad! Esta bueno ya de tanta hipocresia!!

    5. No les creo nada de lo que escriben. Su declaración de principios no es roja ni azul sino todo contrario. Ningún compromiso real con la libertad + democracia + patriotas + propiedad privada. Todos ustedes son agentes de la dictadura comunista cubana de Castro.

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