Adonis Ferro: la naturaleza en el último still

    En la mayoría de sus últimos retratos Adonis Ferro tiene los ojos cerrados. El gesto, que ingenuamente pudiera entenderse como no querer ver, trae una segunda interpretación, no querer ser visto. De alguna forma, esto convierte a Ferro (La Habana, 1986), obseso del óvalo, en un escurridizo, quien parece afirmar con solo cerrar los párpados, en esta época donde podemos ser tan mediáticos y visibles y escudriñados, no del todo, no pueden verme del todo. 

    He conversado con Adonis Ferro en tres ocasiones, la primera fue en el año 2020, en La Habana posterior al 27N, cuando lo entrevisté en uno de esos cafés quietos, abundantes en la calle 1era de Miramar, a propósito de sus Desconciertos. Esa vez, Ferro me contó que era hijo de anticuario, que su descubrimiento de la belleza sucedió con un busto de mujer, de alabastro, «porque el alabastro hace vetas transparentes, tan parecido al mármol…». Me relató cómo no fue aprobado en la Academia de San Alejandro, de la que recibió respuestas ambiguas sobre sus exámenes, hecho que lo empujó a una depresión, y sobre su madre que le insistió en pintar, y cómo él lo siguió haciendo.

    La segunda vez que hablamos fue en Galería Taller Gorría, en 2021, cuando expuso el Capítulo I de Oxígeno. Desconcierto 12, que puede entenderse como un muestrario de elementos y acontecimientos influyentes en su obra: la pérdida de un hermano, el Período Especial, la insistencia en el óvalo, las púas y la naturaleza. El tiempo. 

    Sobre ese capítulo, entre otras valoraciones, escribí: «Quizá por esta atmósfera dramática de pasado y destrucción que centellea en las piezas de Ferro, engranadas para armar esta pieza total que es Oxígeno, la exposición pareciese, a primera vista, estar absolutamente truncada, y en este hecho, en este artificio provocativo de mostrar un conjunto de ‘inacabados’, encontramos la medida de su infinitud». 

    Este 24 de noviembre, Adonis Ferro exhibió en Barcelona el Capítulo III de Oxígeno. Desconcierto 12, en el antiguo espacio Mutuo, hoy LastCrit, y contó además con el apoyo de HabaGallery. Esta exposición estará abierta al público hasta el 21 de diciembre de 2022 y, en palabras del artista, ahora no hay perdedores ni derrotas. 

    La tercera ocasión en la que hablamos fue por WhatsApp, el 11 de noviembre de 2022, una llamada de 41 minutos y 31 segundos, que consumió 15. 5 megabytes. De esa conversación, a propósito de su última muestra, transcribí algunas ideas del artista: 

    -Japón tienen el sí, el no, y el no sé, la no respuesta ante la realidad. 

    -Definir es cenizar (citando a Lezama). 

    -En algún punto para la poesía, decidir definir las cosas, es prepotente. La poesía pretende crear un campo de subjetividad. 

    -La película se grabó en Cuba, es ovalada, el óvalo no tiene extremo, reafirma tu idea del infinito. Yo asociaría directamente Oxígeno con un óvalo.

    -¿Hasta qué punto nos desgastamos siendo luchadores y espectadores de las luchas?

    Adonis, en nuestra conversación previa a esta entrevista me comentabas que en tu próxima muestra en Barcelona, el capítulo III de Oxígeno. Desconcierto 12, hay un subtexto: «una historia sin perdedores». ¿Qué es para ti la pérdida, cómo la entiendes desde tu posición? Me refiero a tu posición como artista, como cubano…

    —Esta pregunta me ha impulsado de manera irracional a googlear las fechas de fallecimiento de nombres que de manera azarosa me vienen a la memoria: Dulce María Loynaz (1997), Mark Rothko (1970), Yamada Koun (1989), Jiddu Krishnamurti (1986), Octavio Paz (1998), Severo Sarduy (1993), Alexandra David-Néel (1969) y Joseph Beuys (1986). Al hacer esto se evidenciaba algo fundamental y es que ningún nombre de algún amigo o familiar fallecido aparecía en internet. Frente a este hecho en particular se esclarecía una arista de tu pregunta respecto a la pérdida, la cual relaciono estrechamente con el apego. Digamos que es este apego lo que nos genera ese sentimiento de pérdida más tarde o más temprano. La fuente de muchos conflictos. Entonces llegamos a la relatividad que supone este concepto, según los contextos culturales, hábitos, sistemas educacionales, etcétera. Esta relatividad, la cual supera toda posición territorial y posicionamiento ideológico, me arrastró a ese subtexto de cara a este tercer capítulo. 

    Sostienes que asocias Oxígeno con la figura del óvalo, con esa forma infinita en sí misma. Esa figura se multiplica en este capítulo y en los anteriores. ¿Qué es el óvalo en tu trabajo?, ¿cómo se imbrica la naturaleza de su forma en tu discurso, en tus búsquedas?

    —Cuando enderezas la forma que ha sido asignada al infinito, ésta se convierte en un óvalo. Esto en primera instancia parece un juego de formas, y puede que lo sea. ¿No es acaso una de las responsabilidades de la creación observar desde otras perspectivas? Adicionalmente, a esta elipsis pudiéramos agregarle su capacidad de reiteración, su falta de ángulos cerrados. Lo cíclico, infinito. En esta acción donde se enfrentan dos adversarios, en un combate donde uso la esgrima como núcleo, sin que exista un perdedor ni un ganador, hay mucho de todo lo que menciono anteriormente.

    Me has dicho sobre la película: «A lo lejos se ven las industrias, sus sombras y desidias…», hablando sobre lo que se percibe más allá del combate, que es el centro de Oxígeno. Desconcierto 12. Esa película fue rodada en La Habana y me pregunto, ¿qué buscabas con el combate con tu ciudad, La Habana, de fondo? 

    —Queríamos un espacio que tuviera puntos de fuga, un paisaje a lo lejos, un lugar con ese aspecto postindustrial. Sobre todo, porque en el final de la película la cámara se regodea en el trasfondo del combate, en particular el cielo. De esta forma se evidencia cuánto de efímero hay en las luchas del hombre, frente a la capacidad de renovación y permanencia de la naturaleza. Igual esta parte de la ciudad que aparece como telón de fondo recoge mucho de la improductividad que románticamente anhelan algunos países sobresaturados de fábrica-producción-consumo. Digamos que luchan en un ambiente paradójico: deseado por unos y detestado por otros.

    —¿Cómo fue el proceso de trabajo y estudio con los deportistas profesionales que intervienen en Oxígeno. Desconcierto 12, a los que sometes a variaciones en sus energías y la duración del combate?

    —Recién conversaba con una colega sobre esta voluntad de los Desconciertos acerca de la forma en la que los performers comparten sus conocimientos adquiridos en el proceso de creación del suceso performático. En este caso los esgrimistas estaban acostumbrados a luchar en posición frontal, tener un tiempo estipulado para dicho combate, unas técnicas depuradas a lo largo de los años, una proporción espacial para el desplazamiento de sus cuerpos. Entonces, lo primero que hicimos fue comenzar a imaginar que nadie resultaría más hábil que el otro, que no tendríamos la presión del tiempo ni las puntuaciones como signo de victoria. La única razón para esta acción sería combatir por dos horas solo enfocados en sus respiraciones (amplificadas en todo el edificio de la exhibición) y en exhibir sus habilidades frente a una audiencia diferente a la habitual. Y como último pedido a los dos esgrimistas de la planta baja, se les solicitó luchar a ratos como si estuvieran bordeando un óvalo. Es importante esclarecer que fueron cuatro esgrimistas, dos hombres y dos mujeres, que pertenecen al equipo nacional de triatlón, dos luchaban en un puente en la última planta del edificio y los otros dos en la planta baja, intercambiando las posiciones cada 30 minutos. Como resultado ellos disfrutaron mucho salirse de su zona de confort, transformando por dos horas una lucha en un espacio de exhibición y diálogo sin la ansiedad de ganar.

    Quiero preguntarte específicamente por Poema en forma de óvalo, no buscando una definición, sino la historia. La historia de creación detrás de la pieza. Ocho espadas soldadas creando un óvalo tapizado en oro…

    —Esta pieza la tenía esbozada desde Cuba en el capítulo primero, venía con ella a cuestas, rondándome. Desde el comienzo de este proyecto quería producir una escultura que se dejara atravesar en el espacio y que al mismo tiempo diera la sensación de fragilidad y fortaleza que produce una disputa cualquiera. Al mismo tiempo, que continuara reproduciendo la sensación cíclica de todo el proyecto. Pues volví a la forma del óvalo, pero esta vez a partir de las armas que se usan para combatir, las espadas. Usarlas para crear una estructura cerrada, sin principio ni fin, como la película. Luego, al tapizarlas de oro regresaba la obsesión que tenemos siempre de ¨adornar¨ las historias donde la lucha fue la protagonista.

    Escribió una escritora belga que releo a menudo, Marguerite Yourcenar: Todo se nos va, e incluso todos, y hasta nosotros mismos.  Cuando lo repito/escribo aquí no puedo dejar de pensar que perdemos todo el tiempo. Sin embargo, en este Capítulo III declaras que nadie pierde. ¿Es eso posible?, ¿se puede no perder?, ¿o en este caso es una fantasía, otra metáfora del arte?

    —Si escuchamos las piedras detenidamente, solo a ellas, nuestra percepción al cabo del tiempo cambiaría mucho al respecto. Lo mismo pasa con los conceptos que hemos erigido, entre ellos el de perder, incluso el de fantasía o metáfora. Esto que presento es una invitación, una fisura, tan solo una nota en el pentagrama, nunca un campo de batalla donde se maneja la realidad a partir de extremos y dualidades. En un viaje sonoro debemos esforzarnos mucho para tener criterios tan definitivos. Quizás sea por esto que casi todo mi trabajo esté tan estrechamente relacionado con la escucha y el sonido y no solo con la dictadura de la imagen.

    300 hojas sobre hoja de oro falso / Adonis Ferro
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    Katherine Perzant
    Katherine Perzant
    Ha sido funambulista y chainsmoker. Como el Paterson de Jarmusch, escribe poemas que nunca publica. Posee una debilidad alarmante por los puentes y las boyas. La toman, tan a menudo por extranjera, que se siente así en todas partes. Quisiera creerle a Issa, que le sobrevive, le sobrevive a todo, la frialdad.
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