La pintura implacable de Luis Abreux

    Y un día, al salir del trabajo, no fue a su casa, sino que salió de la ciudad. No veía nada a su alrededor, no sabía si era verano, otoño o invierno, si caminaba por la orilla del mar o junto al muro de una fábrica; hacía ya mucho que no vivía en el mundo; su único mundo era su alma.

    La vida está en otra parte
    Milan Kundera

    Luis Abreux (Cuba, 1971) es un lobo solitario, un topo que descubre estructuras que laten ausentes en todo lo que le rodea. Para él, todo es imaginal y simbólico. No hay límites en el arte. A la acritud de lo cotidiano, del mundanal silencio, Abreux interpone su voluntad; una voluntad que desentraña entidades «desprovistas» de sentido. Generar una indagación donde el cuerpo, como signo que nos acompañan y que dramatiza la existencia, rompa la serialidad y el mimetismo, es una de sus obsesiones más profundas. El cuerpo del otro como imagen etnográfica, como tropo cultural expresado en eso que Derrida denominaba la différance.

    Con el encanto del Pop-Art, del dibujo errático, del preámbulo, Luis Abreux anula cualquier vestigio de centrismo ego-lógico. Su prioridad es adentrarse en territorios cuyas texturas simbólicas, guiños, giros inesperados, soluciones radicales. Su objetivo inmediato es generar una identidad, una cartografía, un orden imaginal completamente nuevo, «fresco», cargado de un fuerte dinamismo, que subvierta el imaginario clásico como meta-relato estético.

    «Fears» [2020] / Luis Abreux

    Son «garabatos» profundos, rizomas en fuga que se debaten en una ubicuidad contrastante. Del objeto o soporte —escogido al azar— a la imagen que esperaba ser descubierta en ese objeto. Dos dimensiones aparentemente «excluyentes» pero que generan una fuerza que destruye y deroga el orden físico en las cosas. Lo que está y se ve y lo que es invisible pero que late en ello. El Ser de Parménides, el Río de Heráclito hecho añicos por la secularidad del atomismo de Demócrito. Los signos, las imágenes simbólicas condicionados por el orden nomológico, consumidas como códigos, explicados como negación de eso que Humberto Eco llamó el movimiento regresivo hacia la matriz originaria de toda comunicación.

    «Who is the next dancer» [2019] / Luis Abreux

    Las huellas en los cuerpos que Luis Abreux esboza en su pintura, en sus dibujos narran una historia de desgarramiento cultural, de desgarramiento físico, de brutalidad simbólica. Los caracteres de sus «personajes» batallan desde la alteridad, una alteridad que redefine un tropo cultural. Son los otros que, teniendo una historia que narrar, yacen reprimidos. Es por ello —una vez más— que los objetos y los soportes son escogidos al azar. No hay en Luis Abreux una predisposición, un pre-juicio sobre el material; cualquier superficie es conveniente. Él solo trata de desentrañar lo que late agazapado. Una moneda, un fragmento de cartón, el recibo por una taza de café, hojas rayadas, páginas de un catálogo de Uline; unos neumáticos reciclados y marcados con cruces blancas, le sirven de altar u ofrenda de palo-monte a Jean-Michel Basquiat. Mercancías del rastro, de una feria de antigüedades, tesoros de un esquizoide afiebrado, objetos todos aparentemente inservibles que Luis transforma en objetos arte, objetos que para Luis Abreux son prendas cargadas, resguardos contra maleficios.

    «Today» [2019] / Luis Abreux

    Para Luis Abreux lo que lo narra desde la pintura, desde el dibujo solo puede ser borroso, entredicho, mascullado. Nada está dado. Su pintura y sus dibujos no dejan —por ello— de ser implacables. Hay una fuerza que se hace visible en la manera en que traza y conecta las líneas que poco a poco conforman un cuerpo siempre en movimiento, un cuerpo que trata de dar cuenta de las sutiles represiones de lo cotidiano. Los empastes en su obra —véase su lienzo El Hombre Nuevo— revelan una yuxtaposición forzada, una artificialidad que enfatiza esa búsqueda de una individualidad desterrada. Luis Abreux hace de estas interacciones una radiografía de lo que somos: sujetos transgredidos por la velocidad, contaminados de futuro, reprimidos de presente, mal administrados en nuestros deseos, ajenos a la vida. Una vida que está, como bien sabe Jaromil, en otra parte.

    «Human History» [2019] / Luis Abreux

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