He aquí estos monumentos caídos, y luego reemplazados… La conmemoración de un homenaje es siempre una forma del aburrimiento o del sarcasmo. Uno de ambos estados de conciencia embargará inevitablemente al visitante de estos sitios.
Parques o museos donde se han reunido por arte de los negocios y de la más desnuda ironía piezas monumentales y estatuas mordidas por el tiempo y los acontecimientos en Europa del Este hace 30 años.

Es probable que aquí compita cierto modo de la nostalgia con la risa destemplada o la duda metódica. Nadie sabe en realidad por qué va la gente a estos parques jurásicos del real comunismo simbólico: estos saurios de piedra, ni siquiera, saldrán corriendo para atacarte…
La gente va a estos lugares de Moscú, Budapest o Sofía y se hace unos selfies que son el colmo de los colmos… Como ven, las redes sociales o, sin ir más lejos, nuestra revista El Estornudo son, de algún modo, el último pliegue de la Historia.
(Las fotografías hacen parte del proyecto The Red Stone y han sido autorizadas por su autor, Alejandro Taquechel).