Camagüey: la inundación 

    Hemos estado viendo la última película de Mario todos los días. Los niños ven las películas varias veces hasta que se las aprenden. Ojalá que cuando crezca lo siga haciendo. Yo sigo haciendo eso con algunas películas. Queríamos pasarnos la semana yendo a la playa, porque le compré una trusa nueva de cocodrilos que parece un traje de buzo, con un zíper desde el ombligo hasta el cuello. Así que queríamos estrenar la trusa. Pero no ha parado de llover.

    En la película, Mario y Luigi son dos hermanos plomeros de una familia de emigrantes en Brooklyn. Deciden gastar sus ahorros en un anuncio televisivo para darse a conocer. No tienen mucho trabajo y necesitan que los contraten para salir del fracaso. La familia los desdeña, pero de pronto Brooklyn se inunda y los súper hermanos van para allá a salvar la ciudad. Luigi lleva colgada la caja de herramientas.

    Ayer, después de la graduación, fuimos a recoger a Rogelio para estrenar la trusa. El plan era recogerlo y seguir para casa de Marcela y seguir para la playa. Como el cielo estaba negro, le mandé este mensaje a Marcela: Ya Cemí sabe que si está lloviendo no podemos ir al mar, el primero que se enferma es él. Marcela rio: Eso es una advertencia.

    Llovió tanto por el camino que en algún momento dejé de ver las líneas que dividían las sendas; pero enseguida volví a verlas. Al llegar, frente a la casa de Rogelio no llovía, pero cuando Rogelio subió al carro empezó una tormenta. Dejamos de ver todo y nos parqueamos en una calle hasta que amainara.

    Así fue en Miami casi toda la tarde, mientras que en Camagüey ocurría parecido. Pero allá se estaba inundando. Se estaba inundando mucho. El centro de la ciudad. Horrible. Las calles del centro. El río y el puente. El río y la gente. La pena y la gente.

    Inundación en Camagüey / Foto: Cortesía

    Por la mañana, a las 6:30, crecida del río de La Caridad. Mamá copiaba en WhatsApp: «Tenemos zonas de lluvias que siguen afectando la provincia. Zonas de lluvia muy fuertes. Florida en estos momentos bajo situación compleja. Zonas de lluvia muy fuertes. Reportes de la Arrocera con más de tres horas lloviendo. Reportes de San Antonio con más de tres horas lloviendo. Las zonas oscuras o blanquecinas son áreas de tormentas eléctricas, áreas de lluvias bien fuertes». 

    Miedo, preocupación. Fotos de mamá en Whatsapp donde se ve mucha agua, sucia, como un infierno. Le mando a mamá un mensaje diciéndole que no salga. Solo se me ocurre eso. Decirle que no salga. ¿Y de qué manera iba a salir?

    Mamá responde varias horas después, disimulando lo obvio: No, no salgo a nada. Además de la lluvia, estamos sin corriente. Toda la mañana y parte del mediodía. Todo está tranquilo. Yo estoy cocinando.

    Inundación en Camagüey / Foto: Cortesía

    Cuando una mujer dice que está cocinando, significa que está tranquila. 

    Mi papá manda un mensaje sobre unos cocodrilos. Mi mamá le responde que es mentira, que esos cocodrilos no son de Camagüey. Que de todo se agarran para hablar lo que no es. Pienso que, en medio de una inundación, no hay por qué empezar a hablar de cocodrilos. 

    Pero no es verdad. Es en medio de una inundación cuando se empieza a hablar de cosas que superan la inundación. Cocodrilos, lobos, osos, tiburones, calamares gigantes, pez piedra venenoso, tarántulas, payasos, Fidel Castro, Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, Marcel Proust, Samuel Beckett. Édith Piaf y Samuel Beckett.

    A pesar de las fotos, hay una calma en los mensajes que me da seguridad. Mamá está bien. La casa está bien. Mi preocupación se ha mantenido en esa zona pragmática de la emoción hasta que mamá dice: El frente de la Delegación de la Agricultura (cruzando el puente del Casino por donde uno corría para coger la guagua). Frente a la casa de Tía Flora, toda esa zona, inundada. Buscando el edificio que era del Partido, toda esa zona, y por ahí para allá la calle Pobre, Triana, el reparto Saratoga.

    Porque aún no había nombrado las cosas y yo veía las fotos de un lugar cualquiera, impersonal. Un lugar que reconocía, pero no tenía palabras, y sin palabras yo no camino. Ese es mi problema, que sin palabras yo no camino.

    Yo veía todo eso, pero mamá no había dicho «frente a la casa de tía Flora», una casa donde a mí no me gustaba entrar porque tía Flora era ya muy vieja desde que nací y esa casa olía raro, y estaba siempre oscura, y la prima Beba no se ocupaba bien de tía Flora, que era su madre, y mi abuela iba a ver cómo estaba tía Flora y a decirle a prima Beba que la bañara, que la limpiara, que tía Flora era igual que abuelita Esperanza, vanidosa, y que había que echarle talco.

    Mamá no había dicho «frente a la casa de tía Flora», que no era tía mía ni de mi mamá sino de mi abuela, la hermana de abuelita Esperanza, que era mi bisabuela. Qué casa más grande y más oscura. Y al lado vendían merenguitos y cremita de leche y matrimonios. Y la prima Beba, después de que se murió tía Flora, vendía vasos de agua o hielo o algo parecido. Y ahora frente a esa casa había una inundación. 

    Mamá no había dicho «Delegación de la Agricultura», y yo no me había acordado de ella diciendo eso cuando yo andaba cerca y la llamaba para verla y ella me decía que la esperara un momento que estaba en una reunión. Yo no me había acordado de Camagüey. 

    Noches camagüeyanas caminando desde el Casino hasta mi casa por Avellaneda a ver si pasaba la guagua, la confronta, y después caminando por Joaquín de Agüero a ver si pasaba la guagua, la confronta, y después caminando por la oscuridad, por el camino del Acueducto hasta el tanque, con bastante miedo, pero igual, no me gustaba quedarme en casa de nadie ni amanecer en casa de nadie, y regresaba a la hora que fuera, como fuera posible.

    Cuando no tenía fuerzas para caminar me sentaba a esperar la guagua, o la confronta, que no llegaba nunca hasta las seis de la mañana. Subía a la guagua con esa cara de haber dormido en la acera hecha un ovillo y el chofer miraba hacia otro lado y la gente miraba hacia otro lado o movía la cabeza negativamente. Qué cosa tan incómoda.

    Me acordé de más cosas, pero alguien me interrumpió para ver las fotos y ver qué pasaba. Alguien pequeñito que no sabe de qué se acuerda mamá a esta hora. Entonces le enseñé las fotos y los videos y le dije que ahí donde se ve tanta agua había nacido yo, y me respondió: yo sé. Como el poema de Ito Naga. Él sabe dónde nací y a veces dice que él nació ahí, pero él no nació ahí, no pertenece ahí:

    Mamá, ¿por qué Cuba

    es una piscina?

    Cuba no, Camagüey.

    Yo le digo Cuba a Camagüey.

    Eso también es verdad.

    Cuba es Camagüey.

    ¿Y por qué es una piscina?

    Está lloviendo mucho.

    Pero aquí también

    está lloviendo mucho.

    Eso también es verdad.

    Debe ser que allá

    no está Mario.

    Ni Luigi.

    Eso también es verdad.

    Ellos tienen que bajar

    y saber dónde está roto.

    Abajo de Camagüey

    hay otro Camagüey.

    ¿Verdad, mamá?

    Newsletter

    Recibe en tu correo nuestro boletín quincenal.

    Te puede interesar

    Biden entibia las relaciones con Cuba antes de entregarle el mando...

    En las tres últimas administraciones estadounidenses ha sucedido algo curioso: el presidente, a pocos días de abandonar el cargo, toma acciones de peso sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

    Bad Bunny en Toñita, Nueva York en invierno, un verano en...

    Ahí estaban ya las congresistas Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio- Cortez, y poco después llegaba Bad Bunny. Hubo una rumba inmediata, y en el gentío un chico con un conejo blanco de mascota.

    Boris Agustín Osorio Ramos: «Vi morir a muchos opositores»

    Boris Agustín Osorio Ramos tiene 64 años y reside en La Habana Vieja. Activista político desde hace dos décadas, Osorio es miembro del Partido Republicano de Cuba y del Movimiento Escudo Cubano.

    Apoya nuestro trabajo

    El Estornudo es una revista digital independiente realizada desde Cuba y desde fuera de Cuba. Y es, además, una asociación civil no lucrativa cuyo fin es narrar y pensar —desde los más altos estándares profesionales y una completa independencia intelectual— la realidad de la isla y el hemisferio. Nuestro staff está empeñado en entregar cada día las mejores piezas textuales, fotográficas y audiovisuales, y en establecer un diálogo amplio y complejo con el acontecer. El acceso a todos nuestros contenidos es abierto y gratuito. Agradecemos cualquier forma de apoyo desinteresado a nuestro crecimiento presente y futuro.
    Puedes contribuir a la revista aquí.
    Si tienes críticas y/o sugerencias, escríbenos al correo: [email protected]

    Artículos relacionados

    Bebeshito (no) es el culpable

    En Cuba hay más de mil presos políticos, los...

    Happy New Year!

    Estas son solo algunas versiones del fin de año...

    1 COMENTARIO

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí