David López tiene una intuición especial para el instante definitivo. Siempre fugaz. Uno diría que, de no haber obturado justo cuando lo hizo, se habría perdido sin remedio, en el océano infinitesimal del tiempo, la única foto posible en ese punto exacto del espacio.
Quizá esta solo sea una manera difícil de decir que David López, a sus 21 años, y con muy escasa experiencia profesional, es ya un fotógrafo de verdad. Pero quizá estemos diciendo mucho más que eso.


Ese espacio que él fotografía con fruición es, una y otra vez, la ciudad de Matanzas. (Hay aquí también tres instantáneas polizonas de Santiago de Cuba). «Yo vivo y nací en Matanzas…», dice. «Siento una fuerte conexión emocional con sus gentes y su vida cotidiana».
En realidad, la aspiración del joven artista es «contar» todo aquello que no es La Habana en la vida de los cubanos. Presentamos ahora una selección de «fotos urbanas» de un proyecto en curso que ha titulado Cuban life Beyond Havana (2020-2021).

Hay electricidad en estas imágenes. David López revela pequeños estallidos de la existencia —los fogonazos de intensa lucidez estética «de cada mirada, de cada sonrisa, de cada acción»— en medio de la sucinta cotidianidad provincial.



Entonces Matanzas puede ser Matanzas y, a la vez, cualquier otra urbe (y hasta Santiago renuncia a seguir siendo solo Santiago de Cuba).

Peregrino en su ciudad natal, David López busca en Matanzas a Matanzas… y, con buen ojo, jamás parece hallar la «Atenas de Cuba».
En sus fotografías hay la convicción quevediana de que «solamente lo fugitivo permanece y dura».








(Fotografías autorizadas por D. López).