San Miguel del Padrón
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Nadie pudo ser cosmonauta
Hace años los nombraron Comunidad, una palabra como una catedral, como un título nobiliario. Pero más que una palabra, era una condicionante que rompía la lógica funcional de un llega-y-pon: desde ese momento no podían permitir que nadie más se instalara en Los Mangos, o en sus predios. Si aspiraban a ser ciudadanos legales tenían que decir no a las aspiraciones de otros, que fueron antes las de ellos. El precio de vivir, sentirse Comunidad, era el de renegar lo que fueron, y truncar sueños.
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