El dólar ha vuelto a entrar en Cuba. Queríamos pasar de dos monedas a una, pero hemos pasado de dos monedas a tres. Esta medida busca superar o paliar a corto plazo la crisis económica que enfrenta el país y que se ha agudizado luego de las últimas restricciones impuestas por Washington a La Habana como parte de la política de embargo.
No obstante, a largo plazo, la introducción del dólar no supone una medida esperanzadora que desarrolle el sistema productivo cubano y complica aún más el enrevesado sistema monetario de la isla, con una influencia enorme, decisiva, de la economía paraestatal y el mercado negro en la vida de la gente. Ya se habla de la caída estrepitosa del CUC, y de los múltiples negocios informales que se pueden poner en práctica en las nuevas circunstancias.
Hubo muchos nombres para el dólar una vez entró a Cuba en la década de los noventa. Algunos quedaron. Fulas, verdes, guaniquiqui. ¿Reciclaremos algunas de estas voces, seguiremos usando las que ya usamos, o incorporaremos algunas nuevas? La cosmética nacional cambia, lo que no cambia es la cara avejentada de Cuba.