Horas antes de que comenzara para Cuba el decisivo segundo juego del V Clásico Mundial de Béisbol (WBC, por sus siglas en inglés), le pregunté al manager Armando Jhonson si conocía a Matt Harvey, pitcher abridor rival, y si habían estudiado la alineación de Italia. 

«En realidad, del equipo de Italia no tengo mucha información, ni del pitcher tenemos mucha información», dijo el entrenador de Isla de la Juventud. 

Más tarde, cuando subía a la zona de prensa, me pregunté: ¿Es posible vencer aquello que no conoces? Especialmente en el béisbol, que es ya un artilugio de lo imposible. 

Esto fue lo que ocurrió. Cuba volvió a perder. Los italianos prevalecieron 6-3 en diez innings tras algunos episodios de vértigo, idas y venidas, abandonos y regresos. 

El lanzador cubano Roenis Elías tuvo una apertura que esperanzó a todos con el triunfo. 66 pitcheos y cero carreras en cinco entradas. 

Por el otro lado, Matt Harvey y Andre Pallante también controlaban la ofensiva de los isleños. 

Ocurrió entonces lo de casi siempre. No tener un plan sólido llevó a improvisar movimientos. Y cuando eso sucede estamos problemas. Italia hizo una carrera en la sexta frente a José Ramón Rodríguez. 

En el séptimo capítulo, los europeos anotaron otra que ya parecía la sentencia. Los entrenadores caribeños no trajeron en ese contexto al tirador indicado. 

Cuba reaccionó en la séptima con un imparable del receptor Lorenzo Quintana que devolvió la ilusión a sus parciales. En esa ilusión vivía la derrota. Uno lo sabía, pero no podía explicarlo. Sientes que estás cerca de lograrlo, pero sabes que ese no es tu día. 

La sensación persistiría cuando Erisbel Arruebarruena empató en el octavo inning con un contacto débil que depositó la bola en el jardín derecho. 

Muchos pensaron que ese empate anunciaba la remontada, y que llegaría por fin una victoria. 

En la décima entrada, se cumplió el destino de Cuba en el béisbol internacional de los últimos años. La enésima capitulación. No importa el contexto, no importan las formas.

Un corredor en segunda se lanzó hacia tercera base. Onelki García fue castigado y Cuba sometida por seis carreras a tres en diez entradas. 

Los peloteros cubanos no jugaban extrainnings de Clásico Mundial desde aquella recordada salida del lanzador pinareño Yunesky Maya en 2006. 

Ahora las opciones de clasificación a la próxima fase han disminuido hasta un 20 por ciento. 

«¡Tantos meses esperando el Clásico… para esto!», se dirá el fanático afligido. «Tampoco ahora que tenemos a estas estrellas», agregará. 

Como reportero, me toca señalar que un equipo no se forma a través de la mera suma de piezas, aunque estas tengan sobresalientes aptitudes. La victoria tampoco se construye con adhesiones políticamente instrumentadas. Para ser competente en un juego como el béisbol debe edificarse un espíritu común. Y eso no lo veo en esta selección cubana. Un equipo sin alma. Con grandes jugadores, pero sin una idea colectiva. Sin un vehículo efectivo para el talento acumulado. Sin entrenadores capaces de proveer —al menos en estas circunstancias— un salto de calidad. 

Eso no ocurrirá en el corto plazo. Cuando terminó el juego de este jueves, bajé hasta las inmediaciones del clubhouse cubano y reconocí la voz del virtuoso torpedero, y ahora entrenador, Germán Mesa.

Decía que esto no se ha acabado. Decía que hay que seguir luchando. Decía otras cosas. Decía y decía. Palabras que ya se dijeron antes. 

Atrás han quedado esos meses en que los fanáticos creyeron en una remontada del juego gracias a la convocatoria de profesionales de Grandes Ligas. No era más que una breve ilusión dentro de la persistente gran derrota del sistema de béisbol en Cuba. 

En el clubhouse del equipo Cuba tras la derrota ante Italia en el Clásico Mundial de Béisbol 2023 . Taichung, Taiwán / Foto: Francys Romero
En el clubhouse del equipo Cuba tras la derrota ante Italia en el Clásico Mundial de Béisbol 2023 . Taichung, Taiwán / Foto: Francys Romero

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La pregunta: ¿Tienes al menos uno por ciento de esperanza de que Cuba clasifique a la siguiente ronda? 

El dato: Los cinco contactos más fuertes de la noche pertenecieron a bateadores cubanos:

Alfredo Despaigne: 108.3 mph

Luis Robert Jr.: 104.5 mph

Lorenzo Quintana: 104.1 mph

Lorenzo Quintana: 103.9 mph

Yoenis Céspedes: 101.7 mph

Lo extraño pero real: Cuba jugó el primer extrainning desde su primer juego en WBC (2006). 

Una predicción atrevida: No predeciré esta vez.